
¿Está el Tiny Desk de 31 Minutos entre los mejores de los últimos años? Esto dicen los especialistas
La presentación del programa chileno en el escritorio de la radio NPR se ha convertido en el Tiny Desk más visto de un artista nacional y ha desatado los elogios que intentan explicar la emoción, las lágrimas y el furor que ha provocado: "Es perfecto", "los Muppets y el periodismo reivindicado, nada menos que en un Tiny Desk" y "califica con contundencia entre los mejores", dicen algunos críticos.

31 Minutos ha vuelto a ser un suceso en boca de todos y todas, tal como en esas mañanas de 2003 en que a través de la pantalla de TVN empezó a divertir por igual a chicos y grandes. O en esas primeras ediciones del festival Lollapalooza en que su show competía en emoción y convocatoria con cualquier grupo anglo, haciéndose estrecho el escenario infantil de Kidzapalooza en uno de los rincones del Parque O’Higgins.
Ahora el lugar es aún más minúsculo y reducido, pero el impacto es igual de enorme o mayor. El programa chileno de títeres debutó este lunes 6 de octubre en el segmento Tiny Desk de la radio NPR de Washington, hoy el formato más requerido por los artistas de todo el planeta, desde las más alternativas e incipientes, hasta estrellas consumadas como Dua Lipa, Bad Bunny, Sting, Adele o U2. Un hito donde, desde el caos de un escritorio, los artistas adaptan la exuberancia de sus espectáculos en vivo a un esquema más austero y limitado.
Sucedió con 31 Minutos: los personajes y su banda de músicos ofrecieron una presentación de siete canciones, desplegando algunos de sus mayores hits, además de aludir de forma ácida y crítica a la situación migratoria de Estados Unidos.

“Soy Tulio Triviño y esta es la primera vez en Washington de 31 Minutos, que es exactamente el tiempo en que expiran nuestras visas de trabajo”, dijo el personaje principal de la serie al presentar una de las canciones. Al empalmar con el tema Objeción denegada, el personaje del abogado Juan Pablo Sopa cantó: “Alza la mano si se te venció la waiver (visa), alza la mano si tú eres ilegal”. También hubo menciones a la melodía de apertura de la serie Better call Saul y, sobre el final, el abrazo con el despegue de la clásica La voz de los 80’, de Los Prisioneros.
Una serie de guiños y detalles que han estado en boca de todos quienes han visto la presentación y que en las últimas 24 horas han sido destacadas no sólo por medios de Chile, sino que también por la prensa mexicana, bajo la consiga “31 Minutos se ríe de Donald Trump”.
Como efecto, el Tiny Desk chileno ya superó las 2,5 millones de visitas, lo que la convierte en una de las más vistas de las últimas emitidas. Ya superó a la de astros latinos como Fito Páez (1,5 millones), Carlos Vives (912 mil), incluso a la de la estrella urbana Eladio Carrión (2,3 millones) y a Ed Sheeran (1,2 millones). Además, es el Tiny Desk más visto de un artista chileno, en comparación a Mon Laferte, Rubio, Ana Tijoux, Claudia Acuña y Mahani Teave.
Pero, más allá de las cifras, ¿por qué se ha convertido en un éxito tan rutilante? ¿Por qué tiene la etiqueta de histórico? ¿Está al nivel de los mejores Tiny Desk de los últimos años? Esto dicen algunos especialistas.
Lo que opina la crítica
Marcelo Contreras, crítico musical de Culto, asevera: “Mientras veía la presentación de 31 Minutos en el Tiny Desk riendo y encantado como miles, sentí que se cerraba un círculo también. Ahí estaba la creación de Álvaro Díaz y Pedro Peirano brillando en la capital de Estados Unidos como el mejor producto cultural de exportación del país en los últimos 20 años, no solo haciendo sutil humor del trato denigrante de la actual presidencia a los inmigrantes en un país configurado históricamente por inmigrantes, sino tributando la enorme influencia de un clásico como El Show de los Muppets”.
“La creación de Jim Henson parodiaba a los estelares tipo Ed Sullivan escudriñando en los bastidores y el montaje del espectáculo, tal como 31 Minutos revela los detalles de un noticiario. Y en los alcances contingentes, Díaz y Peirano, periodistas a fin de cuentas, reivindican una vez más el sentido de esta vapuleada profesión. Las canciones estuvieron geniales, la banda espectacular (qué gusto ver a tres cuartos de los Chancho en Piedra), y un dejo de orgullo chovinista se dejaba sentir a medida que avanzaba el número. Pero pensé en los Muppets y el periodismo reivindicado, nada menos que en un Tiny Desk”.

Sandra Zeballos, periodista y conductora de radio ADN, acota por su lado: “31 Minutos califica con contundencia como uno de los mejores Tiny Desk de los últimos años, y no porque ‘si es chileno es bueno’; lo hace por la contundencia de una apuesta muy bien pensada, cuidada hasta en el mínimo detalle y que logra desafiar las fronteras básicas de un show reducido en tiempo y espacio, para dar cabida a su propia línea editorial, que implica ser provocadores, irónicos, comprometidos y hasta transformarse en resistencia. El equipo, porque claramente fue un trabajo en equipo, seleccionó canciones que permitieran mostrar las distintas voces con las que cuentan, pero que a la vez son de las más exitosas del repertorio. Incorporaron a gran parte de los títeres con roles bien definidos, que se lucen en un espacio donde el vestuario, las burbujas o el papel picado del final, se conjugaban con los guiños a otros sonidos chilenos e incluso el piano final para el himno de Estado Unidos. Y qué decir de las claras alusiones a las políticas migratorias de Trump. En la radio pública gringa, con un cocodrilo, con agregados a las letras de sus canciones y con el juego desde el minuto uno de que tenían permiso limitado y que los “cuidarían” hasta que volvieran a casa. Después de esto, su casa es definitivamente toda Latinoamérica”.
La especialista cree que 31 Minutos está entre los colosos del formato en los últimos años, inclinándose además por tres: “Dentro de la historia de los Tiny creo que hay varios puntos altos, desde el primer capítulo y la forma en la que surgió la propuesta, hasta la presencia de varias figuras chilenas. Pero saltando las fronteras y dejando al lado a Plaza Sésamo, que muchos han recordado tras el éxito de 31 minutos, destacaría tres: Adele, BTS y Ca7riel y Paco Amoroso. En el caso de Adele siento que encarna el sentido más profundo de estos mini conciertos, intimidad y sencillez, pero la potencia de una voz que a través de grandes canciones se apropia del espacio, llenándolo todo y conmoviendo a quien tenga el placer de disfrutar de su presentación. BTS es claramente una banda hecha para grandes escenarios donde puedan desplegar toda su puesta en escena basada especialmente en mucho baile y esta experiencia los limitó y desafío a ser creativos. Y en el caso de Ca7riel y Paco Amoroso, marcó absolutamente la carrera de los argentinos. A partir de su paso por el Tiny Desk su carrera explotó internacionalmente y pasaron de ser una propuesta fresca y creativa a ser figuras que se lucen en los más grandes escenarios mundiales, y todo a partir de un concierto simple, pero magnético, y logrado sin moverse del escritorio”.
A la par de los grandes
El crítico de música Felipe Rodríguez cree que 31 Minutos aprovechó una vitrina que conoce de memoria y que de alguna forma es su cuna: la TV. La pantalla.
“Creo que los mejores Tiny Desk que he visto y que marcaron un salto en sus propias carreras fueron los de Ca7riel y Amoroso, y C. Tangana. A 31 Minutos lo ayudó un formato que le acomoda: el televisivo. Ahí, ese programa, que es un triunfo de la imaginación, se siente a sus anchas y puede ampliar su capacidad creativa. Había que ser sintético, porque el tiempo es breve y lo fueron. Usaron la contingencia riéndose de la expiración de su visa y ridiculizando el presente político gringo con un dinosaurio -Trump- hablando como idiota. Los guiños al orgullo latinoamericano con el emocionante final tributando a Los Prisioneros con el cierre de La voz de los 80′ y Tulio Triviño recordando el epílogo de cada capítulo de El Chavo del 8 es una señal de identidad colectiva, de pertenecer a un barrio y a una Patria Grande que nos une más que nos diferencia. Fue un remate perfecto de lo que es Latinoamérica: fiesta, ingenio, rapidez mental y sarcasmo. Y para Chile, la satisfacción de que el arte y la inventiva siempre existen. Solo hay que darles la posibilidad de visibilizarla”.

Finalmente, la periodista especializada en música, Bárbara Alcántara, cree que el show de 31 Minutos tiene elementos muy parecidos al comentado espectáculo del dúo argentino Ca7riel & Paco Amoroso, cuando en 2024 saltaron a la fama a partir del escritorio de la radio NPR: “Dentro de los Tiny Desk que me han gustado del último tiempo, son dos que se hicieron en pandemia; el primero por la sencilla razón que también era algo que añorábamos: una mesa, amigos y algarabía; me refiero al de C. Tangana. El segundo, por su estética, atrevimiento y calidad musical, el de Mon Laferte. Del formato clásico, sin duda, el de Ca7riel & Paco Amoroso, porque al igual que en el de 31 Minutos tuvo los elementos clave: humor, fiesta y calidad sonora”.
Sin embargo, Alcántara opina que el de los chilenos tiene un absoluto brillo propio: “La particularidad que tiene el de 31 minutos es que transformaron el formato en una fiesta. Aparte de la calidad técnica, efectos, vestuario y la correcta elección de canciones, había una sensación de goce colectivo que se transmitía a través de la pantalla. Si a eso le sumas los mensajes a Trump contra su política antiinmigración, lo convierte en una entrega consciente de su entorno y con toques sociales. Justo lo que necesitamos como sociedad: alegría, humor y empatía. Es perfecto”.
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