Culto

Los Jaivas: “Vamos a hacer un Estadio Nacional, pero es muy difícil que a futuro nos alcance el tiempo para hacer otro”

Una de las mayores instituciones de la cultura popular chilena habla con Culto del desafío mayúsculo de llenar un Nacional a fin de año, de cómo su música ha persistido pese a las adversidades que han enfrentado y del carácter transversal de su cancionero: “Nosotros tenemos fans de derecha, de izquierda, comunistas o de la UDI”, dicen.

Los Jaivas: “Vamos a hacer un Estadio Nacional, pero es muy difícil que a futuro nos alcance el tiempo para hacer otro” FOTOS: PEDRO RODRÍGUEZ

La primera vez de Los Jaivas en el Estadio Nacional no tuvo la algarabía del debut ni la estatura de una circunstancia histórica. Más bien, lo que definió esa noche fue el recogimiento del luto. “Veníamos con todo lo que había pasado con el ‘Gato’, lo veíamos en los videos y lo echábamos de menos en el escenario. Era una cuestión muy emotiva, pero también muy horrible”, califica el legendario bajista Mario Mutis (78) al rememorar la jornada del 11 de abril de 2003: la banda inscribía su primer concierto en el coliseo de Ñuñoa con el espectáculo homenaje Gato Presente, consagrado a su vocalista, Eduardo “Gato” Alquinta, fallecido sólo tres meses antes.

Ahí no sólo participaron en el escenario los hijos del cantante, sino que también una serie de artistas chilenos invitados que versionaron sus canciones, mientras imágenes de su vida personal y artística se multiplicaban en las pantallas, con una multitud todavía noqueada por el impacto de su repentino deceso en Coquimbo.

“Fue muy intenso, porque hacer ese show era una forma de seguir vivos. La gente lloraba, gritaba, fue electrizante, fue una locura hacer ese Nacional. Igual que cuando murió mi papá (Gabriel Parra), estábamos ocupados haciendo música. Nos agarramos unos a otros y nos impulsamos con la fuerza de tener cosas que hacer. No nos quedamos ahí sentados llorando”, estima la baterista Juanita Parra (54).

Han pasado 22 años y la banda retornará al lugar de los hechos, pero en un contexto muy distinto. Este 7 de diciembre celebrarán en el recinto el concierto Los Jaivas Siempre (entradas en Ticketmaster), el que esta vez no tendrá duelo alguno y, muy por el contrario, conmemorará en clave de fiesta sus 62 años de historia, consagrados como una de las agrupaciones más longevas del planeta y una indiscutida institución de la cultura popular chilena. Además, también tendrán a Claudio Parra, miembro que se reintegró hace unos meses al grupo tras un receso.

“No me cabe duda que este concierto que estamos haciendo es un hito”, subraya ahora Mutis y, para ello, se sirve de un pequeño truco temporal donde operan los límites del calendario: “Si pensamos que el último recital en el Nacional lo hicimos hace 22 años, para un próximo show tendrán que pasar, no sé, 10, 12, 15 años. Y es difícil pensar en ese lapso de tiempo para Los Jaivas. No creo que duremos tanto tocando en los escenarios. Ojalá, pero es difícil pensar en hacer otro Nacional en el futuro, muy difícil que nos alcance el tiempo. Además, con esta tecnología y en estas circunstancias. Por eso es un hito, es una urgencia. Y por eso es un espectáculo que no se va a parecer a ninguno que hayamos hecho antes”.

Juanita Parra encuadra el concepto de “Siempre” que envuelve el nuevo paso por Ñuñoa: para ella, lo que ha mantenido en lo alto al conjunto luego de capítulos tan gloriosos como amargos es el protagonismo de la música por sobre cualquier consideración.

“Después de 60 años haciendo algo, perseverando y estando en una escena musical, como es nuestro caso, uno ya puede hacer lo que quiera. No le debes explicaciones a nadie. Es algo tan contundente que por algo estás ahí, has durado y estás vigente. Nuestra música es el poder de este proyecto, más que las personas. Porque mi papá murió hace 37 años, ‘Gato’ murió en 2003, después Eloy, y nosotros seguimos acá. Entonces, no es tanto por las personas, sino por la música que el grupo ha entregado al país y cómo las nuevas generaciones se conectan con ello, cómo los profesores enseñan en los colegios nuestras canciones, como vemos a niños de 15 años vestidos de Jaiva, tocando La poderosa muerte, mientras sus compañeras son el grupo de baile y hacen la coreografía. La música va más allá y no importan tanto nuestras caras”, reflexiona.

De hecho, esta entrevista se desarrolla en una de las oficinas de La Tercera y, al salir, varias personas se acercan a contarles su propia historia Jaiva: que fueron con quien sería su actual esposa a un concierto de hace más de una década en Maipú, que aprendieron a tocar algún instrumento siguiendo su cancionero o que los vieron en la segunda mitad de los 80 en La Serena, cuando Gabriel Parra aún estaba tras los tambores y Juanita era sólo una quinceañera que circulaba por algún rincón del escenario.

En la conversación también está presente el saxofonista y flautista Francisco Bosco, parte de la “nueva generación” del grupo que se sumó a sus filas en la serie de reformulaciones que vivieron en este siglo –“en mi caso en 2004, así que ya llevo 20 años, una tercera parte de la vida de Los Jaivas”, precisa con orgullo-, por lo que su historia también es muy similar a la de cientos de anónimos que guardan en su bitácora algún episodio vinculado a los viñamarinos.

“Yo soy músico porque mi padre era Jaivero en los años 70”, admite Bosco. Luego detalla: “Mi viejo era hippie y lo que más le gustaba de Los Jaivas era la improvisación. Él llevó algunos discos a la casa cuando teníamos como 3 o 4 años. El volantín, sobre todo. El lado B era una locura, era pura improvisación. Nos pasábamos todo el día escuchando el álbum hasta que decíamos: ‘aquí me quiero quedar. Esto es mi universo, esto es lo que me acomoda’. Además, uno miraba las carátulas de René Olivares y entraba en ese mundo maravilloso de las pinturas. Los Jaivas finalmente se convirtieron en un refugio muy grande en tiempos difíciles. Eso fueron: un refugio musical hermoso”.

Fuera de los credos políticos

Mutis retoma ese concepto de “refugio” y teoriza que la música de Los Jaivas ha perpetuado una amplificación transversal y colectiva que poseen pocos nombres en la escena nacional: “Es una música que nos hace vivir a todos en paz. Todo tiende a dividir, menos las artes, la música. Nosotros tenemos fans que son de derecha, de izquierda, de centro, comunistas, UDI y lo que quieran. Hay de todos los lados. Eso no pasa con muchas bandas. Eso no es tan habitual. Hay bandas que fueron en su época el brazo musical o cultural de algún sector político. A nosotros no nos pasó eso”.

“A pesar de que cuando fue electo Allende tocamos en los ocho escenarios que había en la Alameda. Ahí tocaron todos los chilenos y eran re pocos los que no tocaron. Porque lo que pasó con Allende era un batacazo a nivel mundial. Y ahí tocamos todos los grupos chilenos. Yo creo que hasta Alberto Plaza tocó ahí (se ríe). O era muy chico, pero le hubiera gustado (se vuelve a reír)”.

-¿Ha sido una de las claves del grupo no aferrarse a alguna ideología política?

Juanita Parra: Es que no era tema para el grupo. No fue algo buscado. Todo lo que el grupo ha hecho no ha sido algo buscado. Nunca hemos buscado a quién le vamos a llegar ni a dónde. Las cosas las hemos hecho desde el corazón. El primer tema que el grupo dio a conocer fue Ayer caché. ¿Y de qué nos habla Ayer caché? Es como ‘miremos que tenemos toda esta naturaleza alrededor de nosotros. Hagámosla para respetarla y conocerla’. Entonces, nuestra esencia es conectarnos con un territorio, con un espacio, con un universo que es de todos. Hemos cantado cosas que son comunes a toda la humanidad.

Mario Mutis: Si uno habla de un agujero negro, ¿de qué partido político es el agujero negro? Es el universo. Es absurdo pensar en otra cuestión. Pregúntale a Picasso de qué partido político era. Da lo mismo.

-¿No les han ofrecido participar de algunas de las campañas políticas de fin de año?

MM: Todos los años que hay campañas nos llaman de todos lados.

JP: Parece que ya no nos llaman. Ya lo tienen súper asumido, porque nuestra posición es ‘no’. Nunca. Y no va a ser el año en que vamos a cambiar de opinión. Nosotros no pertenecemos a un partido político ni apoyamos un movimiento político, porque nuestra intención es mucho más general, es más transversal.

MM: Por ejemplo ahora, cuando nosotros andamos promocionando nuestros conciertos, lo hacemos nosotros. Las cosas que nosotros hemos logrado es por nuestro propio esfuerzo. No le hemos ido a pedir a otros que nos hagan la promoción de nuestros conciertos. Somos nosotros, entonces a los políticos les toca hacer su campaña a ellos, yo no tengo por qué ir a decir qué hacer. Ese es mi punto de vista. Y lo otro, que tampoco yo o nosotros nos sentimos con el derecho de manipular a nuestros seguidores y pedirles cosas. Lo mismo de por qué no hacemos comerciales. No les voy a ir a decir qué tienen que ir a comprar. Tampoco les voy a decir por quién tienen que votar. Una de las ideas importantes originarias de nosotros es la libertad de pensamiento.

-Volviendo el tema de la vigencia del grupo y tomando en cuenta los fallecimientos repentinos que han enfrentado, ¿nunca se sintieron abatidos, con naturales ganas de bajar los brazos, un sentir de ‘ya, mejor paremos un rato’?

MM: Una de las cosas que nos ha distinguido en toda la historia es que somos porfiados. Porque al principio no nos pescaba nadie. Queríamos hacer un concierto en la Quinta Vergara con las patas y el buche, porque no teníamos plata, no teníamos un peso, no teníamos ni instrumentos, teníamos que conseguirnos prestados. Y trabajábamos, trabajábamos, los afiches los pintábamos a mano y salíamos en la noche a pegarlos por Viña del Mar y llenábamos la Quinta Vergara. Todos los proyectos que hemos construido, los más chicos y los más grandes, como Machu Picchu, son proyectos que nacieron de algún loco que se le ocurrió hacer algo medio extraño y lo hicimos.

“La exposición en el Museo de Bellas Artes, por ejemplo, para los 50 años del grupo, no teníamos un peso, no teníamos nada, teníamos cosas guardadas, como los archivos, y logramos hacer un montaje de una exposición en Bellas Artes que era de mil metros cuadrados. Y tú me decís ‘¿cómo lo hicieron?’ Y yo te digo, no tengo ni idea, pero lo hicimos”.

JP: Usando los ahorros de la banda, porque no hubo ningún auspicio que nos apoyara. Y normalmente nunca tenemos auspicio tampoco. Incluso después cuando hicimos el concierto vinieron todas las críticas por cualquier otra estupidez, en vez de valorar que habíamos sido capaces de hacer algo para el público gratuito.

Francisco Bosco: La música de Los Jaivas es importante para este país. Entonces, cuando uno ve esa respuesta, es difícil dejar de hacerlo. Porque sería ridículo dejar de tocar cuando es algo que el mismo pueblo de Chile quiere.

-¿Cómo imaginan el futuro del grupo? ¿Qué va a pasar con Los Jaivas en 15 o 20 años más? ¿Es un tema para ustedes?

MM: Si nos lo permiten, seguiremos tocando y funcionando. Yo no me veo a los 100 años tocando en el escenario. Sería medio raro.

FB: La tecnología va a estar de nuestro lado.

MM: Podría estar sentadito en la platea con un chal. Viendo a los jóvenes cómo hacen la música (se ríe).

-¿Puede el grupo seguir sobreviviendo a sus propios integrantes?

JP: El nombre de la banda y la música de la banda va a seguir más allá. Eso es lo que está en la creación artística.

MM: Normalmente no conversamos ese tipo de cosas. Cuando se hace un tema, por ejemplo, proviene de una improvisación que después se desarrolla. Lo vamos juntando. Pero nadie se pone a pensar ‘hagamos un tema que sea, por ejemplo, con un ritmo de tal y tal para que le guste a la gente’. Eso no existe. Entonces tampoco nos sentamos a pensar ‘bueno, ¿hasta cuándo? ¿Qué va a pasar? ¿Qué va a pasar mañana?’. O sea, Gabriel se murió de un día para otro. Y ‘Gato’ también. Pero nadie le preguntó al ‘Gato’ o a Gabriel, ‘oye, y si te morís, ¿qué pasa?’

FB: Nadie piensa en quién va a ser el próximo bajista o pianista. Todo va sucediendo en la manera que van pasando.

-El adiós a uno de sus compañeros de ruta sucedió hace unos pocos días con la muerte del pintor René Olivares, diseñador de las tapas de los discos de Los Jaivas. ¿Qué reflexión les dejó?

JP: Siempre nos mantuvimos muy cercanos con René. Tanto así que Claudio Parra, que tuvo que viajar este mes a París, se quedó unos días más y terminó pasando finalmente la muerte de René. Y él pudo estar allá. Hubo uno de nosotros que estaba allá presente. Más lindo aún, pudo ir a ver y conversar con René días antes. Y siempre nos mantuvimos en contacto. Somos familia. Estamos conectados los hijos de René. Como nosotros vivimos en comunidad, los primos y la familia no son sólo los Parra o los Muti. Somos todos los que vivimos juntos.

“Nos pasó algo muy especial. El día en que muere René, el lunes 13 de octubre, nosotros estábamos en la Patagonia. En un hotel, en un lugar que habíamos estado con René hacía nueve años. René no siempre participaba de los viajes. Y en el hotel lo recordaban porque además pintó en vivo en el escenario. Hicimos un happening ahí dirigido por René, que empezó a invitar a todos los del hotel a juntarnos en la tarde en el bar y tocamos entre improvisaciones y acústicos, mientras él pintaba. Así era, de tertulias de montaña, sin necesidad de parafernalias, de escenarios, ni sonidos ni luces”.

René Olivares y Los Jaivas: historia de una hermandad y portadas de discos

MM: El match que se dio entre nosotros y René era él mismo que se dio entre nosotros como músicos. Porque uno escuchaba una guitarra con distorsión y unos cortes en la batería y René ya había pintado eso. Era insólito. Eso es magia también. Como ha sido un poco nuestra vida.

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