
Los que pueden, pueden: los insaciables Ca7riel y Paco Amoroso dan uno de los mejores shows del año en Chile
El dúo argentino ofreció en Movistar Arena su concierto más grande en el país a la fecha. Fue un show vertiginoso, con un buen trabajo audiovisual y el apoyo de una eficiente banda en vivo que hace crecer su material. Su magia no mengua y dejó al respetable con ganas de más.

Dos enormes inflables, que representan respectivamente los rostros de Ca7riel y Paco Amoroso, comenzaron a inflarse en el escenario del Movistar Arena. Mientras los enormes globos comenzaban a tomar forma a cada suave ráfaga de aire, el público bramó. Como si representara, en carne de polímero, el ascenso del dúo del momento en el pop.
Incluso algo tan banal como esa operación, pareciera estar bien pensado. Ya son pasadas las 21.00 del domingo 14 de septiembre. Las luces ya se apagaron y el respetable está impaciente por la entrada a escena del dúo. Pero deben contentarse con ver, en vivo, como su dos caras en forma de globo, se inflan. Casi como una broma.
A una hora antes del arranque del show ya era notoria la aglomeración de público en la cancha y los palcos. Una rareza en el público local, más acostumbrado a llegar encima de la hora. El entusiasmo es tal que no pocos lucen su réplica del enorme sombrero peludo celeste que lució Paco en el Tiny Desk. A esta altura, un hito que se está instalando como un ineludible en la cultura pop.

Lo interesante de este show, era ver a la dupla en su show más grande en Chile a la fecha. Hasta antes de su explosiva popularidad, solo se habían presentado en venues de tamaño medio, pero su vibrante presentación en Lollapalooza, en marzo pasado, demostró que subieron de categoría. Es muy probable que para este show convocaron a todos aquellos que no los vieron en esa ocasión.
Finalmente, Ca7riel y Paco Amoroso entran en escena. El público, en su mayoría juvenil, los recibe con una ovación. El dúo posa estático sobre la plataforma que reza la leyenda Papota, el título de su fenomenal EP publicado este año. Como unas arrogantes estatuas de carne oteando el horizonte. Luego, se sientan.
La ovación retumba al sonar la rápida figura que abre Demasiada presión, la canción inicial de Papota. En directo se recrea con precisión la misma sensación de estudio, pero fieles a su estilo, suben la apuesta. Los argentinos se giran dando la espalda al público y rapean la primera estrofa a una cámara que transmite a las sendas pantallas montadas a los costados del escenario. Como si llevaran el show al formato de reel. Es cierto que Rosalia hace algo similar en sus conciertos, pero de alguna forma los argentinos logran hacerse ver como novedad.

Mientras avanza el tema, incluyendo su guiño a Stayin’ alive en el estribillo, en las pantallas la letra se muestra subtitulada en inglés. Momentos después al despachar la funky Bad Bitch (es de las que desata la superficial comparación con Illya Kuryaki and the Valderramas) el idioma del subtitulado cambia a japonés o coreano, da igual. Se ve muy bien en pantalla.
“¿Lo están pasando ricooooo?” pregunta Paco. El respetable, para entonces entregado al baile, le responde con un rotundo grito. Pero a Paco no le basta. “Más fuerte, más, más, más”, exige con una entonación derramada entre gemido y grito gutural, con esa sensación de ser un sujeto insaciable de emociones fuertes. La misma que transmite su música.
La noche se atempera con la BZRP Music Sessions #3 de Paco, lanzada originalmente en 2019. En su lectura actual de directo crece mucho con el arreglo de guitarra de Ca7riel, la adición de bronces y el rodaje que Paco ha ganado como intérprete; en comparación con la sesión original, ahora interpreta y exuda seguridad en sí mismo.

Luego sigue un momento emotivo, alumbrado por las linternas de los móviles del público, al cantar Pirlo, una balada de un estribillo pegadizo y una clara vocación pop. Uno de los cortes interesantes de su álbum Baño María, que crece en vivo, gracias a la eficiente banda de apoyo de directo. Tras los aplausos se paran para cantar Re Forro
El show sube un peldaño en intensidad al desatar la euforia y el coro femenino con La que puede, puede. Conscientes de lo que provoca la canción, el juego de luces relampagea como en una noche de truenos. Siguen con los láser de discoteca al hacer Sheesh. Ca7riel ya se quitó la chaqueta y luce su pequeña armadura de hombreras y peto, como si fuera uno de los Caballeros del Zodiaco. Tal como Paco, se permite hacer un par de temas de su material solista, como Polvo. La fanaticada los maneja. Conoce bien la expansión del universo facturado por el dúo.
El segmento se cierra con la encendida Todo el día, de Paco. Sin descanso, siguen con Ola Mía, un tema que en su machacante percusión de sabor brasileño es una invitación a mover el cuerpo. “Gracias Chile conch…”, se despiden antes de atacar de inmediato con la sección final.

Pasan algunos los cortes más populares de Papopta. #Tetas suena muy fiel a la grabación de estudio. Su letra, a medio camino entre humorada y lenguaje de redes sociales, permite la sorpresiva entrada al escenario de un grupo de musculines de gimnasio, semidesnudos, solo vestidos por el volumen de la carne musculosa y una diminuta zunga. Pectorales grandes, esa es la receta, como reza el pegajoso estribillo del tema. Desfilan por la pasarela que conecta por el escenario, mientras el dúo canta entre ellos. Como rodeados de pectorales.
Apenas suena el último acorde, se lanzan las vocecitas que dicen “paria, paria, paria, pa-pa”, que abren El día del amigo, uno de sus temas más populares. El mismo que interpretaron en su fulgurante debut en el late de Jimmy Fallon en abril pasado. La gente corea la letra completa, y canta con fervor la línea “Tu eres mi amigooo” que funciona como un estribillo. Mientras, los musculines siguen en el escenario, posando, abrazándose mutuamente, sobando sus sudorosas carnes.
Al cierre, pasa El único, uno de los cortes de Baño María que creció con el Tiny Desk. Aunque suena como la versión de estudio, de todas formas el arreglo evoca la sensación de aquella sesión que cambió la vida del grupo, con las percusiones y los bronces. Incluso la gente se permite corear completo el intermedio “Pará, pará, pará, pará, pará ¿Tatuaje en el cuello? (Sí)“. Una muestra más del impacto de esas canciones.
Tras casi una hora y media de show, Ca7riel y Paco dejaron el escenario. La sensación es que el público quedó con ganas de más. El concierto se sintió vertiginoso y con una frescura que el dúo aún mantiene. Fue uno de los mejores del año. La magia sigue intacta y se repetirá en menos de un mes, el 7 de octubre, cuando participen como banda invitada en el show de Kendrick Lamar en el Estadio Monumental. Una chance más de apreciar su propuesta musical que deconstruye géneros musicales, sazonada con una desfachatez propia de los talentosos. El futuro pinta.
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