Monstruos: la historia de Ed Gein: Horror y cultura pop
Charlie Hunnam (Sons of Anarchy) es quien personifica a Gein y su interpretación es notable y perturbadora, uno de los puntos altos de una serie de Netflix que probablemente será un éxito en parte gracias a la fórmula ya probada por Murphy de poner el shock como valor y meta principal.

En el largo listado de asesinos estadounidenses, hay pocos más perturbadores -y por lo mismo célebres- que Ed Gein.
Un chico tímido y de voz suave, devoto de su religiosa y estricta madre, que luego de quedar solo echa a andar sus más oscuras fantasías y se convierte en un profanador de tumbas y asesino que, entre otras cosas, fabrica objetos de piel y órganos humanos.
Ese es el personaje que está al centro de la tercera entrega de la saga de “monstruos”, creada por Ian Brennan y producida por Ryan Murphy (American Horror Story, Nip/Tuck, Pose) para Netflix, y que en sus temporadas anteriores puso el foco en Jeffrey Dahmer y los hermanos Menendez.

Charlie Hunnam (Sons of Anarchy) es quien personifica a Gein y su interpretación es notable y perturbadora, uno de los puntos altos de una serie que probablemente será un éxito en parte gracias a la fórmula ya probada por Murphy de poner el shock como valor y meta principal. Sangre, perversión y rareza servidos a cucharadas y, esta vez, mezclados también con otras historias que se van entrelazando.
Porque, ¿qué tienen en común una criminal de guerra nazi, Alfred Hitchcock, Hannibal Lecter y La masacre de Texas? La respuesta es Ed Gein.
Junto con contar la historia del asesino, esta temporada de Monstruo apuesta por relatos paralelos que muestran la cruel “obra” de Ilse Koch, criminal nazi que inspiró a Gein, y también la cultura pop que fue influenciada por el homicida: las películas Psicosis, El silencio de los inocentes y La masacre de Texas.

Así, se entrega un relato que se mueve entre historias y por lo mismo cambia de ritmos e intensidades, a veces volviéndose un poco disonante, ya que si bien puede ser interesante revelar las conexiones de este caso con cintas icónicas, no se justifica del todo tanta entrada y salida de la línea principal.
El resultado es una serie a ratos atrapante, a ratos excesiva y a ratos interesante, que sensacionaliza uno de los casos más oscuros de la criminología estadounidense.
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