Museo Precolombino baja el precio de sus entradas para el público local

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Carlos Aldunate, director desde 1981, dice que ahora ve más chilenos recorriendo el museo. Foto: Andrés Pérez

De $ 4.500 a $ 1.000 se rebajó el ticket del edificio en calle Bandera para aumentar la convocatoria. En dos meses de marcha blanca, la visita de chilenos aumentó de 13 mil a 25 mil respecto de 2017.


Desde su renovada apertura en 2014, que le permitió aumentar a 1.300 m2 el total de su superficie, el Museo de Arte Precolombino se prepara para un nueva transformación histórica. Pero esta vez no tiene que ver con infraestructura sino más bien con un nuevo enfoque, cuya propuesta más efectiva es el cambio de tarifario que beneficia a chilenos y extranjeros residentes.

"Para el Día del Patrimonio y Museos de Medianoche teníamos cerca de 6 mil visitas diarias, entonces nos dimos cuenta de que interés por venir hay, pero algo más fallaba", dice Carlos Aldunate (1940), director del museo de calle Bandera desde su fundación en 1981. El equipo museal decidió observar y escuchar el flujo de visitas y, a través de encuestas internas, descubrió que la baja asistencia se debía principalmente a la falta de tiempo, información y dinero.

Con resultados en mano desarrollaron una nueva estrategia. Así, el 13 de febrero pasado la institución privada que resguarda la colección de arte americano del arquitecto Sergio Larraín García-Moreno (1905-1999) dio marcha blanca al cambio de tarifas. La diferencia de precios no es menor: la entrada general de $ 4.500, que superaba el valor habitual de cualquier museo nacional, se redujo a $ 1.000. Precio que actualmente aplica tanto para público nacional como extranjero residente.

El ticket para estudiantes bajó de $ 2.000 a $5 00, y toda persona que pertenezca a una de las nueve etnias reconocidas legalmente en el país, tiene entrada liberada.

Al comienzo, Carlos Aldunate, quien cumple 37 años a la cabeza del museo, no era partidario de la iniciativa. Sentado en su oficina ubicada en el tercer piso del edificio neoclásico, explica que un tercio de los $ 1.200 millones que componen el presupuesto anual del museo, más de $300 millones provienen de lo recaudado con la venta de entradas. "Es mucho y si no tenemos esa entrada monetaria, no podemos funcionar", argumenta.

Pero la propuesta, formulada desde el Area de Comunicaciones y Público, también incluyó una alternativa para superar el bache económico. Y es que el Museo de Arte Precolombino siempre ha contado con una alta cantidad de público turista. De hecho en 2017, de las 137 mil personas que lo visitaron, un 50% corresponde a turistas. Considerando este dato, la estrategia optó por subir el precio de la entrada a los visitantes extranjeros. Si antes pagaban un ticket general de $ 4.500, hoy deben pagar $ 6.000.

"La verdad es que estaba siendo más papista que el papa", dice el director respecto al cambio tarifario. "Pero pensándolo bien, en Europa se aplica este sistema, en EEUU también, y a los extranjeros que vienen aquí les da lo mismo porque vienen a conocer; pero a los chilenos no", agrega, convencido además por los resultados obtenidos tras la marcha blanca, que demostraron que el presupuesto, a largo plazo, no se vería perjudicado.

Si durante el primer trimestre de 2017 el museo recibió 27 mil visitas, este año en el mismo período registró un aumento de un 25%, es decir, 34 mil visitas. Bastaron menos de dos meses para que el cambio tarifario influyera en los números, ya que desde febrero el público local subió en un 85%, de 13 mil a 25 mil. "Ahora, cuando bajo a las salas de exhibición, veo a los chilenos... El museo está cambiando", dice Carlos Aldunate, y asegura que él no quiere ser ningún tapón.

Viento de cambios

Las nuevas tarifas del edificio que siglos atrás albergó a la Real Aduana representan una transformación sin precedentes en la historia del museo. Es primera vez, desde 1981, que los precios se modifican en beneficio del público.

Esta transformación está enmarcada en la nueva campaña que lidera el Area de Comunicaciones y Públicos, creada a fines de 2015. Esta tiene como misión abrir el museo al público, y se encargó de reducir dos de las tres brechas que alejaban al público: la desinformación y el dinero.

Su primera gran tarea fue difundir la iniciativa de la entrada gratuita el primer domingo de cada mes. A pesar de que la actividad comenzó a realizarse durante 2014, no convocaba más de 200 personas. Fue recién en 2016, a través de difusión autónoma en redes sociales y el sitio web del museo, que la convocatoria logró crecer a 1.200 visitas.

La segunda fue probar la modificación del precio de las entradas. Y este lunes, día en que el cambio tarifario se hará oficial, comienzan a promover la campaña El Corazón de América. Su objetivo es acercar el acervo de más de 10 mil piezas al público, desarrollar actividades de extensión y exposiciones que establezcan un diálogo entre el museo y la sociedad.

"Pasa el tiempo y al pasar, cambia la manera de presentar las cosas", explica Aldunate sobre el nuevo enfoque del Museo Precolombino. "Nosotros no queremos solo aumentar de público, queremos diversificarlo y que vengan familias completas", continúa, y agrega que el nombre y etiqueta de "precolombino" no da fe de lo que están mostrando.

En esa línea, el museo de calle Bandera no está dispuesto a convertirse en un mausoleo de momias chinchorro, vasijas, textiles, platería y más. Están orgullosos de su más reciente muestra permanente, Chile antes de Chile, pero para refrescar su contenido y demostrar al público que el universo precolombino no ha muerto, confiaron en la implementación de nuevas tecnologías.

Actualmente, y hasta el 27 de mayo, se presenta Taira: El amanecer del arte en Atacama, muestra innovadora que exhibe el arte rupestre a través de imágenes en 360° que emulan las rocas de Taira y transportan a los sitios de excavación. "La tecnología sólo la usaremos en las muestras transitorias, porque en 5 años más va a ser prehistórica... mientras que en las permanentes no es necesario usar tecnología porque el diálogo con la persona no se agota nunca. Ahí son los objetos los que hablan", afirma el director.

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