Editorial

Crisis humanitaria en Gaza

El bloqueo israelí a Gaza, que ha derivado en un inminente riesgo de hambruna -afectando con especial crudeza a niños, producto de la desnutrición-, está llevando a que incluso tradicionales aliados de Israel estén mostrando su abierta disconformidad.

Foto: Xinhua Rizek Abdeljawad

Tras casi 22 meses desde que se produjo el brutal ataque de Hamas a territorio israelí -donde 1.200 personas resultaron asesinadas y otras 251 fueron secuestradas, algunas de las cuales aún permanecen como rehenes-, y a la posterior incursión militar de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) a la Franja de Gaza a fines de ese mismo mes, las condiciones de la población en ese territorio se han deteriorado aceleradamente. Ello sobre todo desde marzo último, cuando se fortaleció el bloqueo por parte de Israel, lo que ha dado paso a una dramática crisis humanitaria, que entre otros aspectos se traduce en que la población de Gaza está al borde de la hambruna.

Lo que inicialmente se interpretó como el ejercicio de un legítimo derecho de autodefensa por parte de Israel, hoy es objeto de un abierto cuestionamiento en la comunidad internacional por la magnitud de la destrucción y el creciente número de víctimas palestinas, las que se estiman en unas 60 mil, siendo un número importante de ellas niños.

El antecedente de que las muertes por inanición han ido aumentando -se estima que más de 150 personas han fallecido por esta causa, 89 de las cuales corresponden a niños- ha puesto en alerta incluso a los más leales aliados de Israel, como el Presidente Donald Trump, que envió al emisario especial Steve Witkoff a la zona. La situación también motivó a que Francia, Portugal, Reino Unido, Malta y Canadá señalaran que reconocerán al Estado Palestino; el canciller alemán, por su parte, emplazó a Israel a “remediar de forma inmediata, integral y sostenible la catastrófica situación en la Franja de Gaza”.

Estas reacciones responden a que la situación llegó a un punto donde bajo la justificación de derrotar a un grupo terrorista se están vulnerando derechos fundamentales de una población, poniendo en riesgo ahora su propia supervivencia. En palabras del secretario general de las Naciones Unidas, “Gaza está al borde de la hambruna. Los hechos están ahí, y son innegables. Los palestinos de Gaza están sufriendo una catástrofe humanitaria de proporciones épicas”. Los niveles de desnutrición infantil en Gaza han alcanzado dos de los tres umbrales de hambruna: la caída en picada del consumo de alimentos y la malnutrición aguda, como señala una alerta de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (IPC).

Las pausas tácticas que dispuso Israel ante la presión internacional para permitir la entrada de mayores recursos a la zona, el lanzamiento de víveres desde aviones o la misma gestión exclusiva de la Fundación Humanitaria de Gaza -apoyada por Israel y Estados Unidos-, son medidas absolutamente insuficientes, y de no mediar un cambio relevante en el aprovisionamiento de la zona que hoy depende del apoyo internacional, la tragedia ciertamente se amplificará. Ello impone un importante desafío a la comunidad internacional, pero sobre todo debería interpelar al gobierno israelí para terminar con su bloqueo y abandonar el hambre de la población civil como factor para doblegar a un enemigo.

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