EE.UU.: Inaceptable violencia política
Acallar el libre debate de ideas por la fuerza va contra la esencia misma de la democracia. El asesinato de Charlie Kirk es una dramática señal de alerta sobre los extremos a que se puede llegar en una sociedad polarizada.

El asesinato el miércoles pasado en Utah de Charlie Kirk, fundador del movimiento conservador juvenil Tourning Point USA, mientras exponía y debatía con estudiantes en el patio central de la Utah Valley University, es el último y dramático episodio de violencia política que viene azotando a Estados Unidos en el último tiempo. Solo desde mediados de 2024, como recordaban por estos días varios medios de ese país, el actual presidente Donald Trump sufrió un intento de asesinato mientras era candidato, una legisladora demócrata del Estado de Minnesota fue asesinada junto a su marido, mientras otro legislador del mismo estado fue herido junto a su esposa y un hombre prendió fuego a la residencia del gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro.
El caso de Kirk es especialmente dramático, porque las cámaras registraron el momento exacto en que es alcanzado por el disparo percutido supuestamente por Tyler Robinson, un joven de 22 años, acusado de cometer el atentado. Además, el hecho se dio mientras hablaba con un numeroso grupo de jóvenes y solo instantes después de que uno de ellos le preguntara precisamente su opinión sobre la violencia política. Kirk era un ferviente polemista, cuyas opiniones generaban en muchos casos intensos debates y duras reacciones en redes sociales. Como parte de la actividad de su movimiento recorría campus universitarios para conversar con estudiantes para promover sus ideas conservadoras que le habían valido un reconocimiento de parte de Donald Trump.
Pero más allá del trágico caso de Kirk, resulta inquietante lo que ese episodio revela no solo sobre la situación de EE.UU. sino sobre los riesgos de la polarización. Ese país no ha sido ajeno a la violencia política. Entre 1963 y 1968, por ejemplo, fueron asesinados un presidente, dos líderes afroamericanos por los derechos civiles, un candidato presidencial, sin contar que en sus casi 250 años de historia cuatro mandatarios fueron asesinados y otro casi pierde la vida tras un atentado. Esa violencia ha resurgido en los últimos años, experimentando un peligroso aumento de la mano de una sociedad cada vez más incapaz de alcanzar acuerdos. No solo ha aumentado la intolerancia, sino que, según un reciente sondeo, un 34% de los estudiantes universitarios dice apoyar la violencia para detener discursos contrarios a sus ideas en los campus.
Dramáticas, por ejemplo, han sido las justificaciones dadas por estudiantes consultados por los medios estadounidenses al crimen de Kirk. Más allá de las legítimas discrepancias que una persona puede tener con las posiciones de otra, y por muy extremas que en algunos casos estas puedan ser, es inaceptable recurrir a la violencia para acallarlas. La esencia de toda democracia es acoger las divergencias, dar espacio al intercambio de ideas y aceptar a quienes opinan distinto. Son los argumentos el camino para intentar convencer a los otros, nunca la violencia. Ello, sin duda, exige una actitud responsable de quienes intervienen en el debate público, evitando alimentar las descalificaciones y las agresiones verbales. El asesinato de Charlie Kirk es un dramático recordatorio de los extremos a que se puede llegar en una sociedad polarizada.
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