Editorial

Graves efectos por pérdida de clases

El hecho de que el Instituto Nacional haya visto afectado en algún modo más del 30% del total de días de clases en el primer semestre -producto de paros o movilizaciones violentas- ayuda a entender el deterioro de los liceos emblemáticos.

Graves efectos por pérdida de clases Aton

Una serie de liceos emblemáticos de la comuna de Santiago han estado movilizados y en toma en los últimos días -incluso siendo objeto de desalojos-, fundamentalmente porque una parte de su estudiantado rechaza el plan de seguridad que la Municipalidad pretende implementar, mediante el cual se busca incorporar expresamente y de manera obligatoria en los reglamentos internos de convivencia escolar la aplicación de la Ley Aula Segura.

La medida adoptada por el municipio se originó luego de los gravísimos incidentes que tuvieron lugar en el Internado Nacional Barros Arana (INBA), en octubre del año pasado, donde varios estudiantes quedaron heridos -algunos incluso con riesgo vital- luego de que se inflamara el combustible que había sido ingresado al establecimiento, presumiblemente para fabricar bombas Molotov.

Las movilizaciones, paros y tomas en los liceos emblemáticos se han vuelto un asunto a estas alturas tan recurrente, que ni la ciudadanía ni las autoridades parecen inquietarse mayormente ante ello, a pesar del evidente impacto que la sostenida pérdida de clases conlleva para los procesos de aprendizaje -a lo que cabe añadir el efecto que tiene en la salud mental de niños y jóvenes verse expuestos a situaciones de violencia-, alimentando la espiral de deterioro en que han caído establecimientos que antes fueron emblemas de la educación pública.

Un reportaje publicado por este medio ha ilustrado con toda crudeza la realidad que vive precisamente el Instituto Nacional. Así, al cierre del primer semestre de este año se observa que, entre paros docentes y salidas violentas de encapuchados, fueron 23 las jornadas escolares que se vieron afectadas, ya sea en su jornada de mañana, la de tarde o ambas. Esto implica que un 32% de los 71 posibles días de clases se vieron afectados de alguna manera, lo que permite dimensionar la erosión de la que está siendo objeto dicho establecimiento. Es posible asumir que otros liceos emblemáticos podrían registrar balances similares o cercanos a dichos registros.

Es fundamental tomar conciencia sobre la irresponsabilidad que supone seguir asumiendo que los paros docentes o las movilizaciones de los estudiantes -especialmente cuando son violentas- son inocuas o bien que basta recuperar las clases en una fecha posterior para mitigar sus efectos. El deterioro que ha experimentado el Instituto Nacional en los últimos años -y que simboliza la crisis en que se han sumido los liceos emblemáticos- es el mejor reflejo de cómo este tipo de acciones van progresivamente erosionando a la educación pública. Decidor es que si hace dos décadas dicho establecimiento estaba entre los diez con mayor puntaje promedio en las pruebas de selección universitaria, desde hace algunos años sencillamente se ha desplomado en los rankings.

Ciertamente las causas de esta erosión en los llamados liceos emblemáticos son múltiples, pero no puede seguir ignorándose que la sostenida pérdida de clases y el consentir que la violencia o las movilizaciones por cualquier motivo sean parte de la normalidad son ciertamente parte importante de las causas de este lamentable proceso.

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