Humberto López, el Parao

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Salía jugando como Elías Figueroa, su ídolo, con una apostura muy erguida, lo que dio origen a su apodo: Parao. "Decían que mi estilo de caminar y correr era muy parado", cuenta Humberto Sebastián López Flores, quien nació el 23 de febrero de 1949 en Los Ángeles (cumplió 69 años). Medía 1,78 metros y pesaba 71 kilos.

Sus inicios fueron en los clubes de barrio Atlas, Deportes Bolsón y Estrella de Chile. Actuó en Deportes Los Ángeles (1968), Iberia de Los Ángeles (1969 a 1971), Deportes La Serena (1972 y 1973), Lota Schwager (1974 y 1975), Everton (1976 a 1978), Naval (1979 a 1982), Arturo Fernández Vial (1983), Deportes Concepción (1983) e Iberia Bío Bío (1984 a 1989).

"Siempre fui zaguero central en la izquierda, pero en Iberia el entrenador Alicel Belmar me puso de lateral izquierdo. Me costó mucho al principio, porque tenía la línea al lado y estaba obligado a jugar hacia la derecha. Recuperaba la pelota, se la daba a los mediocampistas y subía buscando la espalda de los defensas rivales. Así hice ocho goles en 1969 y nueve en 1970".

López no había pensado en ser jugador profesional: "Estudiaba en la Escuela Industrial, técnico en máquinas y herramientas, en el fútbol no me pagaban nunca y tenía planes de casamiento. Justo me vendieron a Deportes La Serena".

Al defender a los papayeros enfrentó a los dos delanteros más difíciles que tuvo en su carrera: "Carlos Caszely y Leonardo Véliz, de Colo Colo, eran una máquina. Inspiraban respeto".

En Lota Schwager, fue subcampeón de la Copa Chile 1975 con el Chueco Merello y el Hippie Jiménez, y con Consomé Oyarzún como preparador físico.

En 1976 firmó en Everton, de Viña del Mar. "Pedro Morales armó una verdadera selección, los que llegaron venían con títulos: el Polo Vallejos y el Flaco Spedaletti en Unión Española; Mario Galindo en Colo Colo; Guillermo Azócar, Carlos Cáceres y Mario Salinas en Huachipato; el uruguayo Pocho Brunel en Nacional de Montevideo; el Loco Ceballos… Todos firmamos por tres años, porque el proyecto era ser campeón en ese lapso, pero lo hicimos el primer año. De antes estaban Chicomito Martínez, Charola González y el Mono Zúñiga, y el Negro Ahumada regresó desde México y en una rueda hizo 10 goles".

Morales lo puso de volante de contención. "Me dijo que yo tenía las condiciones para actuar en ese puesto por aplicación, técnica y juego colectivo. En los primeros partidos me cansé mucho, porque tenía que correr más. En ese tiempo se jugaba con un solo volante de contención: adivinaba la jugada, llegaba justo, amagaba y me preocupaba del fútbol, no de dar golpes".

¿Cuál es su partido inolvidable? "La segunda definición con Unión Española, cuando ganamos 3-1 en el Nacional y dimos la vuelta olímpica".

No tuvo oportunidades en la Selección. "Estando Elías Figueroa y Alberto Quintano era imposible como defensa. Antes de las Eliminatorias de 1977, fui elegido el mejor 6 del campeonato, pero Caupolicán Peña, entrenador de Palestino, se inclinó por Rodolfo Dubó, que era de su equipo".

De regreso en el sur, López alternó en las posiciones de zaguero central y volante de contención. "El Clavo Hernán Godoy me pidió de 6 en Fernández Vial, pese a que allí estaba el Pelao Acosta".

López se clasificó campeón con Iberia Bío Bío en la Copa Polla Gol 1984 y finalizó su carrera en 1989, a los 40 años. Después fue entrenador.

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