Luciano Cabral, exseleccionado Sub 20, a un paso de su libertad condicional: “Me arrepiento de lo poco o mucho que hice en esa situación; me arrepiento con todo mi corazón”

Luciano Cabral, posando con la camiseta del club que hoy lo acoge. Foto: Sportivo El Porvenir.

Después de cinco años y cinco meses cumpliendo condena por homicidio, el futbolista goza de beneficios por buena conducta y en septiembre podría aspirar a dejar el penal donde se encuentra. Aquí traza su regreso al fútbol, con Chile como el destino para su nueva vida.



La madrugada del 1 de enero de 2017, la ascendente carrera de Luciano Cabral se cortó abruptamente luego de que se viera involucrado en el homicidio del joven murguero Joan Villegas, por el que recibió una condena de nueve años y medio de prisión. Su padre purga 16 años y su primo Axel Olguín, el otro implicado, recibió ocho. Después de cinco años y cinco meses de encierro, la vida del talentoso volante mendocino y ex seleccionado Sub 20 gracias a su ascendencia chilena, comienza a cambiar. Hoy goza de beneficios que le podrían permitir obtener la libertad condicional pronto. “Si Dios quiere, a principios de septiembre tengo que estar frente al juez para que él determine si me concede o no el beneficio”, explica a La Tercera, en una videollamada desde las dependencias del humilde Club Sportivo El Porvenir, donde transmite su experiencia y también se viste de corto.

“La condicional me tocaría el año que viene, pero el haber hecho en este tiempo cursos de capacitación de trabajo te ayuda para pedir los beneficios un poco antes. Y yo hice muchos cursos distintos: de soldadura, de madera, de juguetería…”, enumera el por ahora exjugador de 27 años, quien desde el 16 de agosto del año pasado se encuentra en un centro semiabierto para internos de buena conducta, en San Rafael, Mendoza.

¿Por qué decidió hablar?

Porque hace mucho que no hablo. Ya me queda poco. Entonces, es una oportunidad para que se escuche mi voz y empezar de a poco a vivir lo que vivía antes.

¿Cómo es su rutina hoy?

Soy el único interno de entre 25 y 30 que tiene este beneficio de poder salir a trabajar. No porque sea Luciano Cabral, sino porque me lo he ganado con el comportamiento y la conducta a través de todo este tiempo que llevo privado de la libertad. Tengo un trabajo y, sobre todo en lo que me gusta, que es el fútbol.

¿En qué consiste su trabajo?

Se llama Sportivo El Porvenir, es un club muy chico de acá de San Rafael, Mendoza, que está empezando a dar sus primeros pasos y ha hecho un trabajo social para reinsertar a los chicos para que no anden tanto tiempo en la calle. La gente que encabeza este proyecto fue a hablar conmigo a la granja donde yo me encontraba para brindarme esta posibilidad de trabajo, donde pueda charlarles a los chicos y contarles mi experiencia de vida que tuve dentro y fuera de la cancha, para que tengan una visión un poco más clara.

¿Y cómo se organiza?

Hoy me encuentro en la misma granja, pero apartado de los demás internos, porque soy el único que tiene este beneficio. Solamente vuelvo al complejo a dormir. Todos los días salgo a las 7 de la mañana y me presento a las 9.30 de la noche. Ese beneficio lo gozo de lunes a viernes acá en el club y el fin de semana con mi familia.

¿Es una sensación cercana a la de la libertad?

Es salir a trabajar como un ciudadano normal. Es casi como vivir una vida normal.

¿No le ha generado algún roce ser el único que cuenta con ese beneficio?

No. Jamás tuve problemas en estos cinco años y cinco meses que llevo privado de la libertad. Es más, creo que les he servido de ejemplo para que apunten a esto; a poder gozar de los beneficios, siempre y cuando cumplan con la conducta que exige la ley.

¿Qué es lo más duro que le tocó vivir en este tiempo?

Muchas cosas. Ha pasado bastante tiempo y muchas de las cosas que te duelen son perder tiempo con tus hijos y con la familia. Tengo a mi hija Sofía, de 5 años, y a un nene de 1 año y medio. Sofía fue la que más sufrió mi ausencia, porque cuando yo quedé detenido, ella tenía un mes de vida. Entonces, ella ha sido la que más ha sufrido este proceso. En cambio, al más chiquito lo estoy disfrutando todo.

¿Cómo lo ha hecho con su hija mayor para explicarle su situación?

Yo para ella estoy trabajando. No le hemos contado, porque no la queremos lastimar más de lo que la lastimé yo con este duro momento que tuvimos que pasar. En este tiempo que estoy saliendo trato de disfrutarla, no trato de explicarle nada. Sé que más adelante, cuando sea más madura, me tengo que sentar con ella y explicarle dónde estaba su papá desde cuando tenía un añito hasta sus cinco años, y demostrarle después con hechos que su papá no es el mismo.

¿Mucha gente se alejó de usted?

Aparece la famosa frase de los amigos del campeón, que mucha gente la ha experimentado de distintas formas y que a mí me tocó vivirla de esta manera, y la verdad que duele porque al final del proceso ves caras y no corazones. Muchas veces lo que te lastima allá adentro es decir “cuántas veces hice por este o por aquel”, y hoy en día ni siquiera me escriben para saber cómo estoy o cómo está mi familia.

¿Mantiene su versión de los hechos?

Son cuestiones o pensamientos que vivían ambas familias. Cada familia tiene su versión. La familia de la víctima tiene una y la mía, que sufríamos otras cosas, tiene otra versión. Obviamente lo que sucedió fue algo malo, algo feo, porque se perdió una vida y es lo más valioso que existe en este mundo: una vida. Hoy no se puede reparar con nada, solamente que uno haya reflexionado de lo que pasó... Lo que queda es mejorar y tratar de evitar para que no vuelva a pasar; poder agotar todas las instancias y todos los medios posibles para que no vuelva a repetirse en mi familia ni en la otra familia.

¿Qué le diría a la familia afectada?

Que esto se podía haber evitado... Perdón por lo que sucedió... Como te digo, el resultado de la situación fue perderse una vida, que es algo que no se recupera con nada. Pero, analizando las cosas y no siendo parcial para un lado ni solamente defendiendo mis intereses y los de mi familia, decirle que esto podía haberse evitado si ambas familias ponían un poquito de cada una. Porque este problema ya venía de hace tiempo, se venía generando problema tras problema; pelea tras pelea... Y bueno, aquel día terminó con un resultado muy feo... Me arrepiento de haber estado ahí. Me arrepiento de lo poco o mucho que hice en esa situación, me arrepiento con todo mi corazón. Por el resultado, por cómo terminó la situación y por todas las cosas que yo también perdí. Porque no solamente perdió esa familia, sino que también perdí yo, perdió mi familia y perdimos muchas cosas.

¿En algún momento pudo hablar con ellos?

No porque no me lo haya propuesto, sino porque del otro lado no se ha brindado la posibilidad y no puedo pasar sus límites en estas cosas. Además, hay una prohibición de acercamiento hacia ellos. Eso para mí es bueno y quiero que el día que recupere mi libertad sea para los dos lados igual: que ellos no se puedan acercar a mí ni yo a ellos.

¿Teme por alguna represalia?

Exactamente. En contra mía y de mi familia, porque hoy tengo hijos. Yo hoy pienso más en mis hijos que en mí.

¿Tiene contacto con su padre?

A mi papá lo trasladaron a una cárcel, donde se encuentra gente un poco mayor, porque él ya tiene 45 años. Desde que empecé a usar mi beneficio, solamente me llevan a verlo una vez al mes, por una hora.

Lo llevo a otro tema. Acá en Chile, tuvo mucho éxito El Marginal. ¿Pudo ver esa serie?

Sí, me vi casi todos los capítulos.

¿Es tan dura la realidad carcelaria argentina como aparece ahí?

Sí, hay cosas que son exageradas, pero muchas son reales. Quizás no como en la serie, tan expuestas, pero sí hay cosas que pasan y otras que no.

¿Lo han llamado para volver a jugar, una vez que esté libre?

De acá de Argentina he tenido muchos llamados de equipos del Nacional B o del Argentino A. Muchos son técnicos que he tenido en el poco tiempo de mi carrera profesional, como Hugo Tocalli, que se encuentra de coordinador en Platense, y Carlos Mayor, que está en Olimpo de Bahía Blanca. También me llamó la CAI de Comodoro Rivadavia, que fue donde inicié mis pasos… Se ha empezado a acercar gente de a poco, ahora que se enteran de que estoy a punto de salir.

Usted decía que su carrera tenía un 80% de posibilidades de terminar. Ahora parece que ese porcentaje cambió…

Adentro uno aprende a ser realista y a convivir con la realidad. Me aferré mucho a Dios allá adentro, que fue lo que me mantuvo vivo el sueño de poder volver a jugar y que mis hijos no me vean allá adentro, sino que me vean realmente donde un día les conté que trabajaba y jugaba: en una cancha.

¿Cree que lo puedan estigmatizar cuando obtenga la libertad?

Sí, y más hoy en día como son las redes sociales y muchos medios. Por eso, mi deseo es poder tener mi libertad cuanto antes y, si el juez me lo permite, marcharme de acá de Argentina y poder rearmar mi vida para que mi familia esté tranquila y yo también pueda disfrutarlos tranquilo a ellos.

¿Y ahí aparece Chile?

Ese es mi gran deseo: poder revivir nuevas cosas en un país que me ha dado mucho cariño y afecto, cosas que aquí no encontré.

Otra imagen de Luciano Cabral junto al Sportivo El Porvenir de San Rafael, Mendoza.

¿Mantiene contacto con algún compañero de la Selección?

No, solamente me mantenía en contacto con un utilero que llevaba mucho tiempo.

¿Y ha podido ver algún partido?

Adentro veía poco fútbol porque me generaba un poco de tristeza no poder hacer lo que me gusta. Veía partidos muy específicos, pero sí estaba viendo que presentaron a Berizzo. Lo poco y mucho que vi de la selección de Chile es que estaba en una época de renovación.

Siempre se dijo que Juan Román Riquelme estaba en contacto con usted...

No, siempre me mantuve relacionado con la familia de Román; con su hermano y su papá. Después, con otros jugadores con los que compartimos, como Esteban Rolón, que está en Boca, el Lobo Ledesma y los Mac Allister, que han venido hasta el complejo a verme, y siempre nos hemos mantenido en contacto.

¿Le gustaría jugar en algún equipo específico cuando salga?

Hoy en día, después de pasar esta situación, el que se presente. Al que me abra las puertas, ahí iremos.

Usted sonó en Universidad de Chile, cuando jugaba en Paranaense.

Exactamente. En persona no conversé, pero mi representante en su momento quizás sí. Cuando estuve en Brasil, pasaron seis meses y no estaba jugando el tiempo que yo estimaba. Entonces, llamé a mi representante y le dije que me quería ir para agarrar minutos, y me decían que estaba la opción de ir a Chile. Esperemos tener la posibilidad. Si es la U, ojalá. Pero cualquier puerta que se abra de algún club en Chile, encantado estoy de poder ir.

¿Tiene representante?

Tengo al representante que tuve en mis comienzos, Nicolás Puppo, quien me ayuda a rearmar mi vida como persona y en lo deportivo.

Han pasado casi seis años, ¿cómo están sus condiciones futbolísticas?

Creo que poco a poco voy recuperando muchas cosas que tenía muy pulidas en su momento. Y, sobre todo, lo físico, que es lo que hoy en día exige mucho el fútbol. Entonces, me siento con confianza y con ganas de enfrentar cualquier reto para demostrar que estoy para seguir jugando.

¿Sueña con llegar a la Selección?

Obviamente. Cuando uno sueña, sueña en grande. Uno de mis sueños es poder volver a jugar a la pelota, en lo posible en Chile, y ganarme un lugar en la selección mayor y llevarla a un Mundial.

Dentro del penal, me imagino que usted debe haber sido la figura, ¿no?

Allá adentro jugué tres años. Teníamos muy poco tiempo de patio, porque la cárcel estaba superpoblada en su momento y teníamos una hora a la semana. Y cuando salíamos, éramos 60 o 70 personas que queríamos jugar a la pelota en una canchita. Entonces, se tenía que ganar como sea. Después, cuando me vi más cerca de los beneficios, empecé a atajar para cuidarme de lesiones y golpes, porque allá adentro no hay árbitro ni nada. Aunque me moría de ganas de jugar.

Y también todos lo reconocían...

Muchos chicos me habían visto en la tele, porque acá abundan los hinchas de Boca y River. Todos recordaban un partido de Argentinos Juniors contra Boca, donde Tevez quebró a un compañero mío (n. de la r.: Ezequiel Ham), y yo estuve ahí.

¿Dónde hubiese estado de no haber ocurrido lo que sucedió?

Si no hubiese pasado lo que pasó, creo que estaría compitiendo a gran nivel, como estaba a los 20 años. Quizás hubiese estado compitiendo en otro lugar, pero en un nivel alto como el que tenía en Brasil.

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