
El histórico salto de las universidades chilenas
Por décadas, proteger una invención fue terreno exclusivo de empresas con capital, consultoras especializadas y abogados expertos. Pero eso está cambiando.

Según una reseña de Memoria Chilena, la historia de la propiedad industrial en Chile comenzó en 1833, cuando la Constitución Política del Estado garantizó a autores e inventores la propiedad exclusiva de sus descubrimientos y producciones.
Como una forma de resguardar esta institucionalidad, en 1838 se fundó la Sociedad Nacional de Agricultura y Colonización, organismo que se haría cargo del registro de marca, hasta que en 1840 entró en vigencia un Decreto Ley sobre patentes de invención, que a la larga otorgó la primera patente en Chile: el 5 de octubre de 1840, se concedió la primera patente de invención a Andrés Blest, quien introdujo en Valparaíso “un método para hacer ron en Chile”.
Desde entonces, no solo particulares han emprendido, sino también empresas y universidades. De hecho, son estas últimas las que más emprenden en el país.

Histórico salto de universidades chilenas en solicitud de patentes
Según el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI), entre 2018 y 2022, las universidades chilenas representaron en promedio el 24% de las solicitudes de patentes presentadas por residentes en el país.
Para 2024, ese porcentaje subió a un histórico 39%. Un salto que no solo evidencia una mayor sofisticación institucional, sino también una nueva tendencia.
En Chile, la propiedad intelectual ya es un indicador clave —aunque a veces implícito— en los procesos de acreditación universitaria. La Comisión Nacional de Acreditación (CNA) valora explícitamente la existencia de patentes, licencias y transferencia de tecnología como evidencia de investigación aplicada y de calidad.
La Dimensión 5 del sistema de acreditación, que mide Investigación, Creación y/o Innovación, reconoce la generación de propiedad intelectual como un resultado esperable y medible. En este contexto, contar con mecanismos formales de protección y valorización —como una política de PI institucional, una Oficina de Transferencia Tecnológica, o plataformas que automaticen la validación— se ha transformado en una buena práctica reconocida y replicable.
Pero no todos los esfuerzos de patentamiento tienen un final feliz. De acuerdo a la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) en 2023 se presentaron más de 3,5 millones de solicitudes de patentes a nivel mundial, y más del 70% de los rechazos fueron por falta de novedad. Esta alta tasa de rechazo, obliga que los pocos recursos que tenemos disponibles en Chile sean usados de forma eficiente.
Francisco Saez es el CEO de Patentia, una plataforma desarrollada en Chile que permite a cualquier persona o institución —sin necesidad de un equipo consultor— pueda conocer el estado del arte global y evaluar la potencial patentabilidad de su invención en cuestión de horas.

Según el ejecutivo, las patentes y sus aplicaciones son indicadores de qué tan maduros están los ecosistemas de emprendimiento. Cuando la discusión en Chile es justamente cómo ayudar a escalar las startups, resolver el acceso a propiedad intelectual resulta primordial, transformándolo en un desafío para todos los actores del ecosistema, sobre todo para las universidades, por el liderazgo que actualmente tienen.
“En muchos centros de investigación, se pierden oportunidades de protección simplemente porque no hay tiempo ni recursos para validar cada idea”, señala
“Lo que antes era un cuello de botella operativo, hoy puede resolverse en minutos, permitiendo que más conocimiento se convierta en propiedad intelectual efectiva.”, enfatizó el ejecutivo. Además, agregó que “cuando tenemos herramientas, sobre todo chilenas, que nos permiten apoyar a más inversiones, emprendedores y la economía del país, debiéramos implementarla a nivel nacional. El beneficio a corto y mediano plazo nos va a permitir acercarnos más a lo que ecosistemas maduros tienen. Más scaleups, más inversión y más empleo”.
En un contexto donde la discusión del ecosistema de emprendimiento se centra en sofisticar actores, las patentes garantizan que cualquier buena idea, sin importar su origen, tenga una oportunidad justa de ser protegida y por lo tanto, aumentar sus chances de escalar, uno de los pilares débiles del ecosistema en Chile. “Tenemos el desafío y la oportunidad única en Chile de sacar más patentes, más rápido, más barato y de forma escalable, para beneficiar a emprendedores, universidades, inventores y a la gente”, terminó diciendo Saez.
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