Muerte e impunidad: la historia tras el final de Pacto de Sangre

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El cuerpo de Benjamín (Álvaro Espinoza) flota en la piscina luego de ser apuñalado por su hijo Ignacio (Rodrigo Walker).

La teleserie de Canal 13 culminó como uno de los aciertos televisivos de la temporada. "No quisimos hacer una resolución lineal, habría sido fome", dice su director.


"Nosotros somos un equipo", fue una de las frases claves del final de Pacto de Sangre que esta noche emitió Canal 13. Y fue Trinidad (Ignacia Baeza) quien se la dijo a su hijo Ignacio (Rodrigo Walker), luego que él mismo matara a su papá, Benjamín (Álvaro Espinoza), el gran villano de la historia; el asesino de más de siete personajes, incluido su padre, durante los ocho meses de teleserie.

Fue aquella una de las escenas centrales del capítulo final, la que selló la suerte del truculento doctor Vial, que hasta el último minuto le aseguró a su esposa Trinidad que, todo lo que hizo, fue por su familia. Sin embargo, fue su propio hijo el que decidió hacer justicia a nombre de las bailarinas Daniela Solís (Antonia Bosman) y Karina Leiva (Antonia Giesen), enterrándole un cuchillo en el abdomen mientras lo miraba a la cara. Con ello, no sólo cerraba parte de la trama: también bajaba el telón del mayor culto televisivo de la temporada, de buen rating, pero de mayor repercusión en el nicho digital.

"Lo que le dice Trinidad a su hijo, es lo mismo que Benjamín le dijo siempre a ella. Somos un equipo. Eso demuestra que en esa familia las cosas se hacen así", explica Cristián Mason, director de la ficción realizada por Canal 13 y AGTV.

Luego de ser apuñalado, Benjamín cae ensangrentado a la piscina de la casa ubicada en Zapallar, la misma en la que murió Daniela durante la despedida de soltero de Raimundo (Pablo Cerda), en el primer capítulo. De ahí en adelante, Trinidad hace su vida con normalidad, aprovechando la vitrina de una entrevista televisada, donde se declara públicamente víctima de su esposo. De hecho, ahí asegura que todo lo que hizo fue porque estaba amenazada de muerte por Benjamín.

"Durante toda la teleserie se habló mucho el tema de la impunidad. Gabriel (Opazo, el personaje de Pablo Macaya) mencionó muchas veces esa palabra. Y el giro final de la historia, muestra que sí hay impunidad para Trinidad, quien quedó libre de polvo y paja", dice Mason.

El realizador después dice: "No todo tiene que ser judicializado. No quisimos hacer una resolución lineal, porque habría sido muy fome. No todo quedó cerrado, hubo cosas que quedaron abiertas, y esa es la gracia de esta súper serie. Se entiende que Trinidad tuvo un muy buen abogado, y con su conducta anterior irreprochable, quedó libre. Ese fue nuestro juego, usar otro lenguaje".

Otro momento clave del episodio fue cuando Ignacio mira a la cámara y se pone los lentes de sol de su padre. "Yo nunca hago zoom, pero en esta escena era necesario. Nacho se pone los lentes de su papá, y demuestra que es hijo de tigre, que está más rayado que él", afirma Mason.

Minutos después, Trinidad, quien dice no saber dónde se encuentra su marido, manda a su hija Clarita a regar las nuevas plantas del jardín, las mismas que cubren el enterrado cuerpo de Benjamín. Una escena que recuerda las veces en que él mismo se deshizo de sus víctimas en el patio de una casa abandonada.

Marco (Néstor Cantillana) y Raimundo, en tanto, fueron enjuiciados y llevados a la cárcel. Y Maite (Blanca Lewin) lanzó su libro sobre Daniela Solís, en compañía de Feliciano (Álvaro Gómez), Carmen (Tamara Acosta), Ágata (Josefina Montané) e Inés (Tamara Tello).

"Quedé muy satisfecho con el final que hicimos, pero sé que no todos quedarán felices", dice y aclara: "solo grabamos un final".

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