A 12 años de la muerte de Pinochet: La golpiza de la que se salvó Blanlot y otros cuentos

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Belisario Velasco y Vivianne Blanlot revisitan las horas que siguieron a la muerte de Pinochet, el debate en el consejo de gabinete convocado por la Presidenta Michelle Bachelet en su casa de calle Burgos, las recomendaciones de la mandataria a sus ministros y los detalles del funeral.


Domingo 10 de diciembre de 2006. 14.15 horas. Apenas se confirmó la muerte del general Augusto Pinochet en el Hospital Militar el entonces ministro del Interior Belisario Velasco fue informado.  Con el aviso se activaba un amplio despliegue ya preparado para esa contingencia. Se veía venir desde hacía semanas, cuando el militar se agravó.

A 12 años de ese episodio, el exministro DC y la ex ministra del Defensa, Vivianne Blanlot, revisitan  con La Tercera PM las horas que siguieron a la muerte de Pinochet, el debate en el consejo de gabinete convocado por la Presidenta Michelle Bachelet en su casa de calle Burgos, las recomendaciones de ella a sus ministros y los detalles del funeral al que solo asistió la ministra de Defensa y que estuvo marcado por los abucheos.

Velasco dedica un capítulo especial a los sucesos tras la muerte de Pinochet en el libro "Esta historia es mi historia" (Catalonia) que lanzó la semana pasada y que saldrá a la venta en estos días.  Allí recuerda que tras la confirmación del fallecimiento,  la Presidenta citó de inmediato al comité político en su  casa de calle Burgos. Asegura que la reunión incluyó a la ministra de Defensa, Vivianne Blanlot y al comandante en jefe del Ejercito, Óscar Izurieta.

"Se hizo un exhaustivo análisis del momento que vivíamos. Se resumió la situación legal de Pinochet y de otros procesos que se avizoraban por violaciones a los derechos humanos y por fraude al fisco", recuerda el exministro en su libro.

Asegura que allí se ratificó la determinación de que no se le rendirían honores de Estado como había pedido la familia, que a los funerales en la Escuela Militar solo asistiría en representación del gobierno la ministra Blanlot; que se autorizaría a izar la bandera a media asta en los recintos del Ejército y en unidades militares del país y que el único interlocutor con la familia sería el  comandante en jefe del Ejército.

Luego hubo otro comité político en La Moneda. Allí se hizo un repaso al estado del orden público, pues apenas de conoció la muerte de Pinochet partidarios y detractores se volcaron a las calles, con varios episodios de violencia asociados. Frente al panorama efervescente, la mandataria pidió expresamente a sus ministros que no hicieran declaraciones sobre la persona de Pinochet.

Belisario: "Sentí un impulso irresistible"

El único que pasó por alto esa instrucción expresa de la Presidenta fue su jefe de gabinete. El ministro Belisario Velasco cuenta que intentó sortear a la prensa al dirigirse  su oficina, pero no lo consiguió.

"Me hicieron muchas preguntas y yo eludía la referencia directa a Pinochet hasta que entre las cámaras y máquinas fotográfica surgió la cabeza de una periodista radial que me dijo: "Está claro que usted no quiere referirse al general Pinochet, pero le preguntaré por el futuro, ¿cómo cree que la historia lo va a juzgar? Nadie del gobierno había dicho una palabra condenatoria de la dictadura y yo era el ministro del Interior. Sentí un impulso irresistible y contesté: "creo que la historia lo va a inscribir como un clásico dictador de derecha que violó los derechos humanos y se enriqueció ilícitamente".

A sabiendas de que no había respetado lo recomendado por la Presidenta, el ministro recuerda con La Tercera PM que subió al despacho presidencial. Iba con la idea de disculparse pero de reconocer que no se arrepentía de su impulso.

"Ella me recibió de inmediato. Ya sabía de mis palabras y no necesité explicarle mayormente el contexto. Entonces Michelle Bachelet me dijo: "me habría gustado poder decir yo lo que tu dijiste, pero no puedo. Soy la jefa de Estado", rememora.

Después  de las explicaciones a la Presidenta siguieron los gestos políticos. Los primeros en dar su apoyo al ministro al día siguiente fueron los senadores del Partido Socialista, encabezados en ese momento por Camilo Escalona, luego siguieron los dirigentes del PPD y del Partido Radical.  Solo un partido de oposición se abstuvo de hacer gestos públicos al ministro: la DC, su propia colectividad.

"De la directiva de mi partido-encabezada entonces por Soledad Alvear-  no recibí ni un solo llamado telefónico, aunque si de innumerables militantes de todos el país", asegura.

Belisario Velasco solo lamenta que sus declaraciones contra Pinochet terminaron con la amistad que por años mantuvo con la hija mayor del general, Lucía Pinochet Hiriart.

"Lo que dije tuvo un costo colateral importante, que fue el corte de relaciones con Lucía Pinochet Hiriart. Ella fue secretaria mía en la empresa de comercio agrícola antes del golpe militar. Se enojó conmigo hasta el día de hoy y yo lo lamento porque realmente la estimo. Pero entiendo que era su  padre. Ella se había portado muy bien conmigo. Si estamos hablando ahora por teléfono es porque Lucía Pinochet se preocupó de mí. Lamento que se enojara, pero mis palabras están más que probadas en los tribunales".

Blanlot: "No temí por mi seguridad"

El rostro más visible del gobierno en los días posteriores a la muerte de Pinochet fue el de la ministra Blanlot, quien vestida de impecable traje blanco acudió a los funerales y se mantuvo inexpresiva frente a la pifiadera en su contra. Los 4 mil asistentes aun estaban furiosos porque el Gobierno no había accedido a hacer funerales de Estado.

La ministra Blanlot recuerda que la determinación de no hacer un funeral de Estado se adoptó un año antes de la muerte de Pinochet.

"Oscar Izurieta fue a hacerme ver el planteamiento de la familia de hacer un funeral de Estado, como se usa con los presidentes. También hubo conversaciones previas con el anterior comandante en jefe del Ejército en ese sentido y se vio que eso no era factible. La familia también quería que las cenizas se quedaran en la Escuela Militar, pero se desechó porque era condenar a ese recinto a ser la sede del pinochetismo".

-¿Cómo recuerda ese día? 

-Por supuesto que fue incómodo. Pero las pifias no me producían ninguna emoción. No temí por mi seguridad, porque estaba todo el dispositivo de seguridad. De hecho hubo un momento de violencia que no se supo. Fue a la salida, cuando salió el féretro, y yo estaba saliendo con los comandantes en jefe. Se abalanzó el público a tratar de pegarme. Eran mujeres que intentaban pegarme. Pero la seguridad me rodeó. Sabía que se alguna manera me iban a sacar. Fue una muestra de la bajeza de los pinochetistas.

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