Estudio revela que 18,5% de hogares rurales de La Araucanía y Los Lagos registra preocupante carencia de alimentos durante la pandemia

Según una encuesta elaborada por el Centro Rimisp, un 17,3% de los hogares con jefaturas de hogar femeninas en dichas regiones demostraron inseguridad alimentaria severa o moderada, mientras que en los hogares con jefatura hombre ese porcentaje llega al 13,2%. Además, un 2% de los encuestados reveló haber pasado hambre durante la pandemia.


Las dos regiones con mayor pobreza multidimensional del país -lo que abarca indicadores como educación, salud, trabajo, seguridad social y vivienda- son La Araucanía (28,5%) y Los Lagos (25,5%), según los datos de la última Encuesta Casen. Y en relación a la alimentación, las mismas son las que presentan mayor inseguridad alimenticia, concepto acuñado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), como la “carencia de acceso regular a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo normal”.

Como lo estableció el 23 de abril en una entrevista con La Tercera, el director del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile (Inta), Francisco Pérez, la inseguridad alimentaria que atraviesa el país es una problemática generada por la incapacidad de solventar correctamente las necesidades alimenticias, tanto por carencia como por exceso. De hecho, según el Mapa Nutricional de la Junaeb 2020, la obesidad infantil aumentó significativamente: los estudiantes de quinto básico que son alimentados por esta institución alcanzaron un 64% de obesidad y sobrepeso. Por otro lado, la desnutrición a nivel país habría llegado a un 2,6%, lo cual corresponde a un alza de 19 mil estudiantes desnutridos respecto del año 2019, cuya cifra de desnutrición era 1,8%.

En las regiones de La Araucanía y Los Lagos las estadísticas relacionadas a la inseguridad alimenticia serían mucho mayores. De acuerdo a los resultados de la Encuesta Seguridad Alimentaria y Alimentación del Rimisp -Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural-, el 15% de los hogares de estas regiones ha estado en situación de inseguridad alimentaria moderada o severa durante la pandemia. La encuesta se realizó en todas las comunas de dichas regiones en diciembre de 2020, y participaron 1.071 hogares de manera telefónica. Uno de los objetivos, explica la directora de la oficina de Rimisp, Danae Mlynarz, fue “hacer comparaciones de la población tanto urbana como rural” en esa zona.

Según los resultados de la encuesta, el 18,5% de los hogares rurales de La Araucanía y Los Lagos presenta inseguridad alimentaria severa o moderada, en cambio, los hogares urbanos de las mismas regiones alcanzan un 13,6%. No obstante, casi un 2% de los hogares de La Araucanía y Los Lagos sufrieron o sufren de inseguridad alimentaria severa, o sea, han pasado hambre.

La nutricionista y académica de la Universidad de Talca Emilia Giacaman recalca que el concepto de inseguridad alimentaria significa que “las familias tengan acceso y disponibilidad. Es decir, con acceso se refiere a tener recursos económicos y con disponibilidad, a que en el sector donde viven las personas existan los alimentos para tener una buena nutrición. Esto, en los sectores con mayor pobreza multidimensional (...), se ha visto incrementado con la pandemia, ya que los pocos recursos que tenían las familias ahora no les alcanza para poder cubrir los requerimientos nutricionales”.

Otro de los resultados de la encuesta demostró que casi la mitad de los hogares en estas regiones (47%) redujo el consumo de carne y/o pescado durante la pandemia. Además, el 40%, de ellos también disminuyó el consumo de frutas frescas y verduras. El nutriólogo de la Universidad de Chile, Jaime Díaz, explica que, con estas cifras, “es muy probable que comiencen a aparecer cuadros de anemia, caída del cabello y déficit en la inmunidad. Esto, especialmente, en pacientes de mayor riesgo, como las embarazadas, las mujeres en edad fértil, los niños, los adultos mayores y pacientes con enfermedades crónicas”.

Por otro lado, un 28% de los encuestados dijo que ha aumentado, en compensación con lo anterior, el consumo de alimentos preparados y envasados. “Las fuentes más importantes de hierro y de zinc son las carnes, si tú no haces una disminución gradual en el consumo de ellas, el organismo no alcanza a adaptarse para sacar esos minerales de las legumbres, por ejemplo. La adaptación se demora un año aproximadamente”, añade el doctor Díaz.

Hogares rurales con jefatura femenina: los más afectados

El estudio reveló que uno de cada tres hogares en estas regiones vieron reducidos sus ingresos durante el 2020 producto de la pandemia. Sin embargo, el escenario fue y es todavía peor para aquellos encabezados solo por mujeres. Un 17,3% de hogares con estas características evidenciaron inseguridad alimentaria severa o moderada, mientras que los hogares con jefatura masculina representaron un 13,2%. Esta diferencia se debe, entre otros factores, a que las mujeres se vieron más afectadas por la pérdida de sus ingresos y sus puestos de trabajo.

En la misma línea, “las jefas de hogar ahora tienen que destinar su tiempo a generar recursos y pierden el tiempo en el que antes podían preparar alimentos más saludables”, agrega la nutricionista Giacaman. Además, en estas regiones el 15% de los hogares ha perdido los ingresos de uno de los sostenedores familiares durante la pandemia, revela la encuesta.

“Esta situación no ha sido para todos los hogares en forma homogénea, son los hogares con jefatura femenina quienes se han visto más afectados, y esta pérdida de ingreso y la imposibilidad de retornar al mundo laboral de quienes lo han perdido básicamente por tener que dedicarse al cuidado de niños y niñas”, coincide la directora Mlynarz.

Sobre esta situación advirtió el director Pérez del Inta en su entrevista hace dos semanas, destacando que es posible que el cierre de los establecimientos educacionales haya afectado el acceso a la comida a la que contaban los estudiantes que desayunaban y almorzaban en sus escuelas.

“Estos datos nos dan alertas para visibilizar a la mujer rural como un actor a considerar en forma específica dentro de las políticas públicas de asistencia inmediata por los impactos del Covid-19, así como también en las estrategias de reconstrucción y reinvención que Chile deberá aplicar para avanzar en bienestar para todas y todos”, concluye Mlynarz.

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