La eficacia de la puta

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Como una resonancia del inconsciente, las profesionales –de distintos rubros – hoy, tienen muchas veces un vínculo culposo con el dinero. Puta, la que gasta mucho, buena la ahorrativa. En el fondo para no ser puta, hay que hacer las cosas por amor: sexual y económicamente.


1.Puta es más que una palabra, es un operador social, uno que autoriza a tomarse ciertas atribuciones sobre quien recibe la acusación. Puta es un montaje que sirve para permitirse pulsiones que el buen ciudadano no reconoce de sí mismo, por ejemplo, el goce del odio y una sexualidad que, bajo otras condiciones, le parece trasgresora; si al fin al cabo, puta se lo merece. Quizás sea esta economía pulsional la que, a pesar de las revoluciones sexuales realizadas, siga manteniendo este fantasma en el imaginario social.

2.Es de puta querer plata, me comentó una escritora. Y es que la relación de las mujeres al dinero suele ser un conflicto. Ser ambiciosa huele a trepadora, ser una caza fortunas es algo más que una sospecha cuando la asimetría social de una pareja es importante.

En la historia de la división sexual del trabajo, las labores domésticas quedaron fuera de la economía formal, a pesar de que es un subsidio a ésta. Y seguramente hubo un tiempo en que las prostitutas –a las que hoy algunos nombran como "las profesionales" – eran las pocas mujeres con una relación a lo público y al comercio. Como una resonancia del inconsciente, las profesionales –de distintos rubros – hoy, tienen muchas veces un vínculo culposo con el dinero. Puta, la que gasta mucho, buena la ahorrativa. En el fondo para no ser puta, hay que hacer las cosas por amor: sexual y económicamente.

Como sea, hay quienes, sin rodeos, proponen que no hay que asustarse ante ese cerco que nos divide, putas y no putas, si al final todas somos, de algún modo, putas impagas en el capitalismo.

3. No es casual que mataran a las brujas y no a las putas, escribió Bataille. Bruja es un problema, pero puta es un lugar necesario. Por eso se inventa, aun a la fuerza, cuando los códigos sexuales son ya libertarios.

Inventos de puta: en la práctica canalla de buscar aventuras sexuales con mujeres de clases sociales inferiores, los cuerpos de la clase trabajadora es el lugar de los goces desatados en el imaginario de la elite. Otro invento de la puta: para justificar una humillación o desprecio. Curiosamente cuando una chica rechaza a alguien que la aborda sexualmente, conocido, y aún más desconcertante cuando se trata de un desconocido en la calle, se suele recibir el ¡puta! como insulto. Seguramente apelando que con otro hombre sí se habría entregado, básicamente con el hombre de los sueños del hombre: el poderoso, el potente, ese que un imaginario masculino considera que es lo que desean las mujeres, disimulando así, su propia sumisión a ese hombre alfa. La antropóloga Rita Segato en esa línea, encuentra en el relato de violadores la fantasía de venganza con una mujer, para compensar sus propias humillaciones y resentimientos.

4.Kenita fue la mujer bajo sospecha en sus años de gloria. Hace no tantos años parecía bastante obvio que sus intenciones eran maliciosas, no así las de sus parejas. Hace poco fue invitada a un programa de televisión donde las preguntas evidenciaban que más allá de los discursos declarados del progresismo, hay cosas que no han cambiado tanto: "me da la idea de que eras tú la que querías brillar, ¿por qué vuelves a hablar de esto?, ¿piensas que les puedes causar daño a las familias involucradas?" Kenita respondió con un contundente "soy el basurero emocional nacional", dando exacto en el centro del asunto: esa es la función de puta.

6.Puta sigue teniendo eficacia en lo social, aunque parezca algo anacrónico en los tiempos de liberación del cuerpo. Y es que, aunque la palabra tenga connotación sexual, es antes que su significado literal, una forma de situar a alguien como carne cruda, avergonzarlo. Y las consecuencias pueden ser insoportables, como supimos del lamentable caso de Katy Winter, la escolar que se suicidó, tres el acoso el virtual en su colegio.

7.Estos días se discute el pre proyecto sobre delitos sexuales. Algo confuso se ha escuchado sobre nuevas reglas para determinar cuándo es violación y la baja de la edad de consentimiento, desde los catorce a los doce años. Seguramente se trata de cuestiones técnicas, que comprenden los abogados penalistas, para modernizar el código. Habrá que escucharlos. Sin embargo, es inevitable leer sus resonancias en lo simbólico social. Por ejemplo, acentuar cuánto se defendió la víctima para dirimir un delito, sería poner la responsabilidad otra vez en la sospecha del deseo de la víctima, en su vergüenza, y no el agresor. Habría ahí una revictimización, relativizando el asalto al cuerpo acorde a la conducta de la víctima, incluso de niñas a partir de los doce años.

Como una inercia maldita, insisten las formar para que algunos sean el basurero emocional de la cultura.

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