El largo historial de promesas truncas de un estadio para la U

estadio

Desde su origen, los estudiantiles sueñan con una casa propia donde ser local. Distintos factores han impedido la concreción del gran proyecto institucional.


Carlos Heller lo dijo en la entrevista que le concedió a La Tercera: "Tengo un compromiso y lo voy a cumplir: un estadio para la U", afirmó el presidente de Azul Azul, concesionaria que administra al club estudiantil. No es primera vez que se escucha una declaración similar. Prácticamente desde el origen del club se inicia la búsqueda de la edificación de la casa propia. Todas esas experiencias, sin embargo, han terminado hasta ahora en decepciones.

Heller, de hecho, es protagonista de la última. El 24 de abril de 2014,  el directorio que preside anunció la construcción del recinto. Se iba a ubicar en las cercanías de la Laguna Carén, en el kilómetro 19 de la ruta 68. El proyecto contemplaba construir, reforestar e intervenir naturalmente el Cerro Amapola para crear un parque de uso público de 28 hectáreas. También incluía multicanchas, circuitos de running, bicicleta y trekking para los vecinos de Pudahuel y las comunas aledañas. La concesionaria también se comprometía a edificar un club de campo para toda la comunidad universitaria en compensación por la utilización del predio, de propiedad de la entidad académica.

La historia es mucho más larga y está llena de promesas truncas e ilusiones rotas.

Los terrenos del Parque Araucano

A comienzos de los 70, Emilio Torrealba, presidente del Club Deportivo de la Universidad de Chile, logró que la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU)  le entregara seis hectáreas del fundo San Luis en Las Condes, donde actualmente se encuentra el Parque Araucano, a cambio de otro predio ubicado en La Castrina. Ahí se construiría el estadio, con un diseño basado en tribunas semi-hundidas, con capacidad para 15 000 espectadores. Las obras comenzarían en septiembre de 1973, pero el golpe militar abortó los planes. En 1985, los terrenos fueron vendidos a la Municipalidad de Las Condes para conseguir recursos destinados a la reconstrucción de varias de sus facultades dañadas por el terremoto.

El estadio mecano

La década de los 80 muestra otro fracaso emblemático. Por esa época, la Corfuch adquirió, a través de la Inmobiliaria Deportiva Andrés Bello, un estadio mecano en Brasil. Sin embargo, en una problemática que se extiende a la actualidad, el gran inconveniente fue encontrar un sitio en el que levantar la obra, que tendría capacidad para 25 mil espectadores e incluiría tres canchas, cuatro camarines y un casino para los socios. El recinto llegó a tener nombre. Se llamaría estadio José Miguel Carrera.

Los problemas económicos que comenzó a atravesar la institución, provocaron que la estructura quedara varada en la Zona Franca de Iquique, pese a los intentos por internarla realizando una campaña masiva de recolección de fondos. Finalmente, la estructura fue rematada.

El intento peruano

La opción de un estadio de origen peruano reflotó en 1996. La constructora Gremco, que había levantado el estadio de Universitario de Lima con una inversión de 25 millones de dólares mostró intención de participar en el proyecto que, nuevamente, no prosperó.

La Ciudad Azul

Aunque no se trata específicamente de un estadio, otro de los proyectos icónicos en el último tiempo es el de la denominada Ciudad Azul, un proyecto que surgió a mediados de los 90, cuando el club laico era presidido por René Orozco. El proyecto se emplazaría en las 127 hectáreas que el club había adquirido en Lampa. El primer equipo alcanzó a ocupar las instalaciones que alcanzaron a construirse para realizar una pretemporada, pero lo abandonaron debido a que no prestaba los servicios que requería un plantel profesional.

"Ahora estamos conversando con unos financistas sobre este asunto. El estadio podría estar en la Panamericana Norte, en unas 10 o 12 hectáreas. Sería como el de Barcelona de Ecuador, con unas 200 suites. Con ellas alcanzaríamos a financiarlo", decía Orozco en la época.

En  1993 había contratado a la empresa uruguaya Promoval  para realizar la campaña Tiempo de Hacerse Azul. La iniciativa buscaba juntar 100 mil socios para financiar la Ciudad Azul, cuya costo se estimaba en unos US$ 15 millones. Se ofrecían premios por casi US$ 10 millones. Llegaron apenas a 24 mil y reunieron unos 158 millones de pesos. La idea terminó en acusaciones de incumplimiento de contrato de los universitarios a la firma.

Ofertón electoral

En 1998, Rafael Fazio se presentó como candidato opositor a las elecciones del club. El estadio propio aparece como uno de los ejes de su campaña. El sueño era en grande e incluyó a un expositor extranjero, Toll Dallamand. Se anunciaba un recinto de alta tecnología, que costaría unos US$ 53 millones, que estaría listo en dos años y se financiaría en un 80 por ciento con la venta de palcos (993 boxes de 23 metros cuadrados cada uno). Tendría capacidad para 45 mil espectadores, y contemplaba un hotel, un centro comercial, restaurantes, áreas verdes y piscina. Como marquesina, el estadio tendría una cubierta de fibra para permitir el paso de luz natural y se ubicaría a 10 minutos del centro de Santiago. Fazio no fue elegido como presidente. El proyecto, otra vez, fue a dar a la papelera de reciclaje.

El socio ecuatoriano

En mayo de 2000 aparece otro potencial socio para la cristalización del sueño. Ricardo Martola, uno de los dueños de la empresa ecuatoriana Moconsa, que construyó los estadios Isidro Romero de Guayaquil y el de Liga Universitaria de Quito (LDU), pone sobre la mesa una oferta tentadora, pero extraña: de su bolsillo, y sin costo alguno para la U, aparecen cinco millones de dólares para iniciar la construcción inmediatamente de un recinto similar al de LDU, con capacidad para 55.400 espectadores. Se contemplaban 400 suites, a un valor de 50 mil dólares cada una. Moconsa financiaría de esa forma su inversión. Finalmente, fue otra desilusión.

Termina en demanda

A fines de 2002,  Pasat S.A. le ofreció a Universidad de Chile un espectacular megaproyecto, tan extrañamente bueno como los anteriores. El grupo, representado por Zoran Ciric ofrecía  encargarse del marketing del club, construir el estadio en la Ciudad Azul y dotarlo, además, de un centro comercial y hasta un delfinario.  El sueño termina en los tribunales de justicia. En enero del año siguiente, Ciric presenta una querella en el 11° Juzgado del Crimen en contra de Orozco , por apropiación indebida y estafa por 300 millones de pesos. Acusó al nefrólogo de utilizar un cheque de su empresa para amortizar la deuda con la Tesorería General de la República. Orozco respondió que el cheque era a cuenta de una letra que Pasat les debía pagar a los azules por un millón y medio de dólares y que habían solicitado a la Tesorería su devolución a la empresa.

Capitales chinos

En 2004 aparece otro grupo de inversionistas, esta vez estadounidenses que lucían títulos a nombre de capitales chinos. Tenían la intención de construir en Chile un estadio techado para más de 50 mil espectadores. A cambio usufructuarían de la obra durante 10 años. Unión Española fue el primero que recibió sondeos, pero lo descartó. Luego, la U intentó asociarse con los hispanos, pero la opción se fue diluyendo hasta que se transformó en un nuevo espejismo.

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