Poda de caudillos en Colo Colo: la revancha silenciosa de Mario Salas

Mario Salas

La salida de Jorge Valdivia deja al núcleo duro de los albos sin otro de los jugadores que se rebeló públicamente a la salida de Agustín Orión. El técnico avanza hacia la consolidación de un modelo con pocos caudillos. Paredes es el único intocable.


En el día de la despedida de Agustín Orión de Colo Colo, en su conferencia de prensa, un grupo de jugadores se instaló en los puestos de prensa. Se veían descontentos por la salida del portero y Esteban Paredes, el capitán, reconoció ahí mismo que muchas cosas se iban a saber después. Las rencillas entre el plantel y Mario Salas se hacían patentes, aunque nunca nadie las ha reconocido abiertamente.

Trabajando para el 2020, los albos rearman su plantel. Y en ese cambio, el adiós de Jorge Valdivia marca un precedente. La partida del volante, quien había cumplido una irregular temporada, marcada por las lesiones y por excesos que le costaron varias fechas fuera de las canchas, forma parte de la revancha silenciosa de Mario Salas, un proceso que coincide con la decisión de desprenderse de Orión, hasta entonces consolidado como uno de los líderes del plantel albo, y a quien aún le quedaba contrato con los de Macul.

Esa medida fue la primera fractura con el núcleo más duro del plantel. El volante era uno de ellos. Los más veteranos, y también los más influyentes en el equipo y sobre los hinchas, jamás le perdonaron la decisión de excluirlo. "Hay cosas de las que después se van a enterar", amenazó Esteban Paredes, quien catalogó al golero como "un gran amigo y un gran futbolista". "Siempre sumaste y eso te lo agradecemos como plantel", le dijo antes de abrazarlo.

La conferencia de la discordia

El 24 de julio, acompañado por el director deportivo Marcelo Espina, el portero se despedía del club popular. No aclaraba lo suficientemente bien los motivos de su alejamiento, aunque dejaba entrever que no tenía sentido continuar en el club si el Comandante no lo consideraba como su prioridad para el pórtico. Salas ya estaba decidido a darle mayor continuidad a Brayan Cortés e incluso superponía a Darío Melo sobre el ex golero de Boca Juniors y Racing. Esa sentida comparecencia ante los medios de comunicación tuvo seis participantes que no eran profesionales de los medios de comunicación. Valdivia era uno de ellos. También estaban Carlos Carmona, Matías Zaldivia, Juan Manuel Insaurralde, Pablo Mouche y Esteban Paredes.

A Salas no le gustan los caudillos. O, al menos, no les garantiza presencia en sus equipos en virtud de esa condición si no está respaldada por un buen nivel futbolístico y físico que les permita responder a su modelo de juego. Ya había dado muestras de ello en su paso por Universidad Católica, cuando, paulatinamente, les fue restando presencia a dos de los máximos referentes del club de la franja: Milovan Mirosevic y Cristián Álvarez. Ambos perdieron su condición de intocables y terminaron, con un semestre de diferencia, retirados y vinculados a otras labores en la entidad de Las Condes.

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Mouche también pagó

En el Cacique ya se había producido una señal potente y reciente: a comienzos de este mes ya era oficial la decisión de no extender el contrato de Jaime Valdés, quien desde su llegada en 2013 se había ganado el rol de referente en Pedreros. La medida también generó resistencia, al menos entre los hinchas, quienes consideraban que Pajarito aún podía ser un aporte y recordaron su influencia en el último Superclásico. El volante aún trata de digerirla y ha ocupado sus redes sociales para cuestionar la determinación. Por cierto, Valdés no había sido parte de la conferencia de prensa en que se despidió Orión y en que las divisiones en el Cacique comenzaron a ser evidentes, pero había deslizado su incomodidad por la postergación de la que era objeto.

Pablo Mouche, el refuerzo que más aportó de los que llegaron esta temporada al Cacique, también pagó las consecuencias. El argentino no solo participó en la muestra de apoyo a Orión. También tuvo una mala ocurrencia que, para peor, derivó en un escándalo: antes del partido frente a O'Higgins le sugirió a Salas la inclusión de Jorge Valdivia como titular, en desmedro de Branco Provoste, a quien el estratega ocupaba para cumplir con el minutaje juvenil. Fue una declaración de guerra para el técnico, que lo borró de las convocatorias. Para colmo, en ese partido Valdivia insultó al juez Ángelo Hermosilla, fue expulsado y recibió cuatro fechas de castigo por los excesos verbales. Salas reconoció, después, que pese a la decisión de marginarlo, seguía considerando al argentino como un gran jugador y una de las mejores incorporaciones del fútbol chileno. Más tarde, le devolvería la camiseta.

Paredes, intocable por obligación

Esteban Paredes es el único intocable entre todos los que alguna vez se le han rebelado al entrenador. El goleador histórico del fútbol chileno extendió en una temporada más su permanencia en el club, pese a que había anunciado inicialmente que la de 2019 sería la última en la que se le vería en la cancha. En su caso, ni siquiera importa que el paso del tiempo le vaya restando las condiciones que para Salas son indispensables en un futbolista según su idea de juego, como la dinámica, por ejemplo.

La renovación del Tanque corre por otra vía. La decidió Blanco y Negro, que incluso avanza en el cronograma de una despedida que tendrá el estadio Monumental como escenario y al equipo albo como protagonista como parte de un acuerdo que ya fue alcanzado hace un tiempo, y considera un nuevo rol para cuando el artillero y capitán del club popular se decida a dar el último paso.

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