El impacto de las políticas de Bukele en la región

El Presidente de El Salvador, Nayib Bukele, llega a una ceremonia en San Juan Opico. Foto: Reuters.

El fenómeno provocado por el Presidente de El Salvador empieza a ser analizado por políticos y académicos, que ven cómo sus ideas para combatir a las pandillas comienzan a penetrar en los países de la región. Desde el alto nivel de imagen positiva que registra en Chile, hasta la aparición de líderes surgidos del ámbito de la seguridad, son solo algunas de las manifestaciones del “bukelismo”.


No es el más conocido por los chilenos, pero sí es el que tiene mayor nivel de imagen positiva. La figura de Nayib Bukele, el Presidente de El Salvador cuya “guerra contra las maras” ha detenido a más de 64.000 supuestos pandilleros tras un año completo viviendo bajo estado de excepción, ha cruzado las fronteras, convirtiéndose en objeto de atención en varios países del continente, afirman analistas y expertos consultados por La Tercera.

Un sondeo publicado el 2 de abril por Cadem posicionó al mandatario salvadoreño en el séptimo lugar de conocimiento (75%) entre los chilenos, una medición liderada por Nicolás Maduro, de Venezuela (94%), y Vladimir Putin, de Rusia (93%). Pero cuando de mejor imagen positiva se trata, Bukele es el claro vencedor.

Utilizando la nomenclatura de notas, la encuesta pidió calificarlos con nota entre 1 y 7, pregunta en la que Bukele destacó al lograr un 67% de notas excelentes, entre 6 y 7, mientras que más de un 11% lo calificó con un 5. En tanto, un 18% le otorgó una mala o pésima nota, o sea, entre 1 y 4. Su más cercano contendor fue el Presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, con un 39% de imagen excelente, 26% de buena y 31% mala o pésima.

Estos parámetros grafican el nivel de impacto que ha generado la agresiva y, según detractores, autoritaria política calificada como un género propio a esta altura: el “bukelismo”.

El Presidente de El Salvador, Nayib Bukele, inaugura la nueva cárcel con capacidad para hasta 40.000 reos. Foto: Presidencia de El Salvador. “Cárcel o muerte”: la megaprisión para 40 mil pandilleros que Bukele inauguró en El Salvador
El Presidente de El Salvador, Nayib Bukele, inaugura la nueva cárcel con capacidad para hasta 40.000 reos. Foto: Presidencia de El Salvador

La campaña digital

En El Salvador, Nayib Bukele ha ostentado por meses cifras de apoyo superior al 90%. Tanto así que la mayoría de los analistas coinciden en que, de lanzarse por un tercer mandato (que ya anunció y que por ahora es insconstitucional), ganaría sin mayor contratiempo. ¿Dónde reside tal nivel de adhesión?

Según Ivan Briscoe, director del Programa para América Latina y el Caribe de la ONG Crisis Group, la imagen de Bukele “es un atractivo para todos los políticos. ¿Quién no desearía generar índices de popularidad del 90%? Su énfasis en los resultados –y no solo en el ámbito de la seguridad– les parece a muchos latinoamericanos un contraste total con las élites políticas pasivas e incumplidoras, y una buena compensación por sus vicios antidemocráticos”, explicó el experto, quien en todo caso cree que seguir su fórmula “no sería un buen camino para la región”.

Con una estrategia comunicacional muy efectiva enfocada en “confundir y superar a sus rivales políticos con hábiles estrategias en las redes sociales y vídeos propagandísticos al estilo de Hollywood”, estima Briscoe, ha conseguido sobrepasar las barreras geográficas de su país, para llegar a un público más amplio en Sudamérica. Pero advierte: “Es muy poco probable que su estrategia contra el crimen tenga éxito y podría causar enormes problemas si se reproduce sin previsión”.

La politóloga y presidenta del consejo directivo del Instituto Nórdico de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Estocolmo, Benedicte Bull, advirtió en una columna publicada en La Tercera a fines de marzo sobre la influencia de Bukele: “Políticos de otros países están tratando de copiarlo. De hecho, este método puede llegar a ser más importante para comprender la política latinoamericana que el tradicional eje derecha-izquierda. Y, quizás, también pueda llegar a generar influencia fuera de América Latina”.

En ese sentido, aseveró que “su partido ya ha establecido oficinas en Guatemala y Honduras, y en la región están apareciendo políticos interesados en su estrategia. La pregunta es si la estrategia se puede reproducir”.

De la misma idea es Tiziano Breda, exanalista para Centroamérica del Crisis Group, quien afirmó en World Politics Review que el mandatario salvadoreño “se ha convertido en un nombre familiar en toda la región, venerado como un líder que hace su trabajo”.

Imágenes de una prisión en San Salvador, El Salvador. Foto: Reuters.

Para Julio Burdman, politólogo y académico de la Universidad de Buenos Aires (UBA), “El Salvador queda un poco lejos (de su país) y en Argentina no hay una tradición muy fuerte de que los liderazgos internacionales hayan impactado mucho en la discusión doméstica”, además de que los problemas de seguridad responden a variantes distintas a las del país centroamericano. Eso sí, reconoce que se ha dado cierta resonancia de la labor de Bukele en su país.

“Todos los consumidores de redes sociales, Twitter, etcétera, vieron mucho estos videos de Bukele, mientras que algunos medios de comunicación también los han retransmitido”. El politólogo asegura que le “cuesta creer que (el Presidente salvadoreño) haya tenido demasiado impacto popular en el país, aunque no descartó que quieran aparecer imitadores de Bukele sobre la base de estos políticos provenientes de la gestión de seguridad que miran a las gestiones de ‘mano dura’”.

Una reciente encuesta realizada por el Observatorio de Psicología Social Aplicada, de la facultad de Psicología de la UBA, reveló que, después de la inflación (84%), la inseguridad (70%) es el segundo factor que más preocupa a los argentinos, pese a que la tasa de asesinatos por cantidad de habitantes tiende a mantenerse en niveles bajos.

Distinto es el caso de Ecuador, con niveles históricos de violencia. El informe realizado por InSight Crime sobre el número de homicidios en 2022, calificó la situación como “verdaderamente catastrófica”, con niveles récord de ingreso de cocaína y un alza en las cifras de asesinatos. Por segundo año consecutivo, el país tuvo “una de las tasas de homicidios de más rápido crecimiento en la región”, dijo el sitio especializado. Durante el año pasado, experimentó un incremento del 86,3 % en la tasa de homicidios, alcanzando los 25,2 por cada 100.000 habitantes.

Nayib Bukele dando un discurso de conmemoración del Día del Soldado Salvadoreño. Foto: AFP.

En dicho informe, si bien Chile aparece en el último lugar de la tabla, con 4,6 asesinatos por cada 100.000 habitantes, el organismo destacó el crecimiento en un 32% en comparación al año anterior producto de un explosivo aumento en la región de Tarapacá, posicionando al país como el tercero con mayor crecimiento en dicho índice durante 2022.

De vuelta en Ecuador, la compleja realidad llevó al Presidente Guillermo Lasso a tomar la polémica decisión de permitir el porte de armas a civiles, retomando así una política suspendida por 13 años.

Simón Pachano, politólogo ecuatoriano, señala a La Tercera que en su país se observa “el fenómeno de imitación o importación del modelo Bukele. Ya hubo propuestas en ese sentido en las elecciones subnacionales realizadas en febrero de este año”. Este experto reconoce que ve muy probable que “surjan candidatos con un discurso y propuestas del estilo” Bukele.

Considerando el aumento de los delitos armados y el impulso del narcotráfico, Pachano puntualiza que “la sensibilidad de la amplia mayoría de las personas ante la inseguridad es el caldo de cultivo para que estas políticas se desarrollen”.

Una vendedora observa una polera con el retrato de Nayib Bukele. Foto: Reuters.

El avance del “bukelismo” en Ecuador llegó a tal punto que este martes la prefecta electa de la provincia de Guayas, Marcela Aguiñaga, se reunió con Carlos Marroquín, director de Reconstrucción del Tejido Social de El Salvador, durante su viaje a la nación sudamericana, “para conocer la política de seguridad de ese gobierno”. Según Pachano, esto demuestra que “el modelo Bukele traspasa fronteras ideológicas”, considerando que Aguiñaga es la presidenta del partido Revolución Ciudadana, del expresidente izquierdista Rafael Correa.

En una reciente columna, Tiziano Breda graficó así la influencia del “bukelismo” en Ecuador: “Después de que un atentado con bomba matara a cinco personas en Guayaquil, el alcalde de la ciudad preguntó: ‘¿Quién combate la inseguridad en El Salvador, un alcalde o el Presidente? ¡Es Bukele! ... Entendido, así de simple’”.

Caso similar a lo que ocurrió con la Presidenta de Honduras, Xiomara Castro, nación vecina a El Salvador, quien también impulsó su propia “guerra contra la extorsión” e instauró un estado de emergencia en 162 comunidades con alta presencia de bandas, explicó Breda.

En lo que sí existe consenso, incluso en la oposición salvadoreña, es en la desarticulación de las bandas criminales, las que vieron quebrada su cadena de mando gracias a los masivos arrestos. Pero, a juicio de Carlos Martínez, periodista salvadoreño de El Faro, medio que reveló el pacto que Bukele hizo con los líderes de las temidas maras –incluso liberando a cabecillas– y que actualmente tiene al mandatario siendo investigado por un tribunal de Estados Unidos, el desarme de las organizaciones criminales “nos costó nuestra democracia”, según dijo a La Tercera en una entrevista el domingo pasado.

“Habrá quien crea que lo que adquirimos con nuestra democracia es proporcional al valor que pagamos. Yo soy de los que creen que no”. Y agregó que “tarde o temprano lo que entregamos para permitirle al gobierno combatir a sus anchas a estas organizaciones criminales nos saldrá muy, muy, muy caro”.

Gente pasando al lado de un graffitti con la cara de Nayib Bukele. Foto: Reuters.

Tiziano Breda comparte el logro de la desarticulación, considerando que, “por brutales que parezcan, los métodos de Bukele asestaron un golpe inequívoco a las organizaciones criminales que habían sembrado el caos en el país durante décadas, desmantelando muchas de sus operaciones y contribuyendo posteriormente a reducir los niveles de violencia a mínimos históricos”, escribió en un artículo para el Instituto Affari Internazionali de Italia. Pero matiza que el “aparente éxito” de Bukele responde al “panorama delictivo claramente definido” del país, al alto número de policías por cada 100 habitantes –Honduras duplica en tamaño y población a El Salvador, pero tiene 40.000 policías y militares menos, por ejemplo–, y a las medidas extraordinarias tomadas respecto al sistema penitenciario.

Esto, en opinión de Breda, hace que “la probabilidad de que otros gobiernos latinoamericanos pongan en práctica medidas similares contra la delincuencia violenta sigue siendo relativamente baja. No obstante, no hay que subestimar el riesgo de promesas populistas relacionadas con la seguridad, y solo se puede frenar fomentando los controles y equilibrios democráticos”, concluyó.

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