
Las heroínas olvidadas de la independencia
"Dado que la historia nacional ha sido ingrata con esas mujeres que se la jugaron por dar a Chile su libertad política, es necesario reivindicar su memoria", dice María Gabriela Huidobro, académica titular de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello y decana Asociada del Tec de Monterrey.

Comienza septiembre y el país adopta nuevos aires. Es tiempo de banderas, cuecas y memoria. En colegios y espacios de trabajo se celebra y ya todos organizan los planes para “el 18”. Pero este mes ofrece también una oportunidad para recordar a los patriotas que un 18 de septiembre de 1810 iniciaron un camino que llevaría a la independencia de Chile.
Por lo general, los nombres que más se recuerdan son los de aquellos que reconocemos como “padres de la patria”: O’Higgins, Carrera, Rodríguez, entre muchos otros. Sin embargo, no hay padres sin madres, y dado que la historia nacional ha sido ingrata con esas mujeres que se la jugaron por dar a Chile su libertad política, es necesario reivindicar su memoria.
No se trata sólo de algunas esposas que acompañaron a sus maridos, sino que adoptaron roles activos en la articulación de la guerra de independencia, sin los cuales, tal vez, el desenlace habría sido diferente. La memoria popular sólo reconoce a unas pocas, como Javiera Carrera, pero ella representa un esfuerzo femenino que congregó a muchas otras.
Águeda Monasterio, Juana Lattapiat y Luisa Recabarren, por ejemplo, heroínas que, tras articular redes de espionaje, fueron encarceladas y amenazadas de muerte por los realistas. Paula Jaraquemada, por su parte, constituye un símbolo de resistencia y osadía, al negarse a entregar a los patriotas que se refugiaban en su hacienda, incluso tras ser amenazada con armas. Antonia Salas y Micaela Fontecilla contribuyeron en hospitales y en la recolección de donaciones, en una silenciosa, pero indispensable labor para la consecución de la causa independentista. Algunas resistieron con estoicismo castigos públicos, como Cornelia Olivares, humillada en Chillán por apoyar la causa libertadora. Aunque en su momento algunas recibieron reconocimiento y recompensas por parte del primer gobierno republicano, las generaciones siguientes las fueron dejando en el olvido.
En estas fiestas, vale la pena recordar que la independencia no fue sólo obra masculina. También hubo madres de la patria que merecen un lugar en nuestra memoria nacional. Sin ellas, nuestra historia, simplemente, no sería la misma.
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