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Huerto monástico

Una vez al año los londinenses se reúnen en los jardines de Kensington para admirar una nueva obra: la última versión del pabellón exterior de la legendaria Serpentine Gallery. Esa construcción efímera que por unos meses da cuenta de la mejor arquitectura del mundo y que este año tiene la firma del suizo ganador del Pritzker 2009, Peter Zumthor.

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El nombre del arquitecto que cada temporada tiene por misión darle vida al pabellón temporal de la Serpentine Gallery, en Londres, ha pasado de ser una simple anécdota a un gran acontecimiento. Y no es para menos, Óscar Niemeyer, Zaha Hadid, Toyo Ito y Rem Koolhaas han firmado la construcción años anteriores, convirtiendo esta obra efímera en una ratificación de la jerarquía arquitectónica del momento.

Este año, la tarea de proyectar el edificio ubicado en los jardines de Kensington, en el Hyde Park londinense, recayó en el suizo Peter Zumthor, quien ya en el 2009 ganó el Pritzker consagrando su obra al imaginario global y, de paso, empoderando su visión de la arquitectura: sencilla, sensible y concreta.

Zumthor: espacio y materia

De niño cuenta que trabajaba en el taller de su padre, ebanista. Ahí, como hijo mayor, le tocó aprender el oficio, acercándose al material de manera tan profunda, que logró comprender sus infinitas posibilidades al usarlo de una forma u otra, así como sus limitaciones y cómo el tiempo actúa sobre él. Explica que aquella experiencia fue clave para conformar su obra actual, y que desde ahí es el material el que ha dictado las normas.

Al convertirse en arquitecto siguió fiel a la idea de que la arquitectura va más allá de las formas,  que se trata del espacio y el material, y la obra proyectada por Zumthor para la Serpentine Gallery no es sino una confirmación de sus postulados. Un contenedor negro de madera, que te encauza a través de un pasillo de transición hasta un rectángulo central abierto, que hace las veces de anfitrión respecto de un jardín interior, o, como lo definen, un 'hortus conclusus', una especie de huerto cerrado usado en los antiguos monasterios para cultivar flores y hierbas medicinales, es por lo que se apuesta. "Este jardín es una pieza tipológica, es un tipo. No es una pieza de contexto. De alguna manera este tipo de jardín, este tipo de visión, este dispositivo, puede estar en cualquier lugar.

Alguien compra esto y lo coloca en otro lugar, por lo que no puede ser una pieza del lugar. Así que esta pieza es una especie de pieza más eterna, que viene de lejos. Y si lo pones en otro lugar, habría otros planes y otro clima...", explica Zumthor, quien trabajó en conjunto con el arquitecto paisajista holandés Piet Oudolf para determinar integralmente este espacio definido para la contemplación y reflexión. Una composición justa, sin alardes. Una suerte de recipiente para cobijar el jardín y donde el material está al servicio de la experiencia arquitectónica, explorando con ello una nueva plataforma para este arquitecto hijo de artesano y autor también de obras como los baños termales de Vals, en Suiza, o la Capilla del Hermano Klaus, de Metternich, en Alemania.

"Los jardines se han convertido en algo cada vez más importante para mí, como arquitecto. Cuando yo era joven, los disfruté, pero sin conciencia. Cuando me hice mayor, el interés se volvió más agudo y hoy quiero estar cerca de los jardines. Quiero estar en los jardines, así que mi trabajo refleja este tipo de deseo de saber más sobre ellos para integrar el jardín o incluso hacer del jardín un elemento central y de la arquitectura solo un marco", puntualiza.

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