
Atentado contra Miguel Uribe Turbay: el impacto en la campaña presidencial de Colombia
Paralizando la campaña presidencial y trayendo de vuelta fantasmas de violencias pasadas, el ataque que sufrió el precandidato alimenta dudas de cara a las elecciones de mayo de 2026.

Fueron 14 disparos como 14 los años del pistolero. El sábado pasado, en medio de un mitin en el distrito de Fontibón, Bogotá, un adolescente apuntó y le dio dos tiros al precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, en un atentado que causó el terror en la plaza y aún tiene al parlamentario en el hospital. Los otros 12 disparos se oyeron después, mientras el joven huía.
El ataque ocurrió a eso de las 17.30, y el joven, al momento de ser apresado unos minutos después por la policía, les habría dicho: “Perdón, lo hice por plata, por mi familia”. El supuesto sicario, de paso, acusó a un supuesto “man de la olla”, o sea, líder las zonas donde opera el microtráfico, de estar tras el asesinato.
La policía obtuvo cientos de videos de las personas que estaban en el lugar de los hechos, y entre ellos incluso se ve al joven merodeando, chateando y hasta haciendo preguntas a los presentes, antes de sacar una pistola semiautomática Glock y percutir contra el político. En un país con un largo historial de asesinatos a políticos, el ataque trae de vuelta a la memoria a figuras como Jorge Eliécer Gaitán, candidato a presidente muerto durante la campaña el 9 de abril de 1948, el mismo día que tenía fijadas reuniones, entre otras, con el joven líder estudiantil cubano Fidel Castro.
En tanto, Miguel Uribe Turbay ha pasado la semana en el hospital entre la vida y la muerte, y los otros candidatos, a un año de las elecciones, temen que eventos como este se repitan. El detalle de su último parte médico señala que “permanece en condición clínica crítica con pronóstico neurológico reservado”, si bien muestra “una respuesta al manejo instaurado”.

Era un sábado en la tarde en una plaza de Bogotá, y el senador Miguel Uribe Turbay se dirigía a decenas de personas para hablar sobre su candidatura de cara a las elecciones presidenciales de mayo de 2026. El atacante estaba dentro del grupo de personas que escuchaba a Uribe, y a eso de las 17.30 sacó la pistola y le disparó, dándole dos veces en la cabeza. El precandidato fue escoltado y llevado a una clínica, mientras la sangre de las heridas quedaba marcada en el capó del auto blanco donde lo apoyaron.
Mientras eso pasaba, decenas de policías y personas presentes corrieron detrás del joven de 14 años, que se ve cojeando en distintos videos del momento a causa de una bala policial, y que terminó siendo arrestado a los pocos minutos. Al poco tiempo se hizo público que Uribe Turbay estaba entre la vida y la muerte en una clínica, y de a poco se han ido conociendo más detalles sobre el menor que le disparó, y que está bajo custodia de la policía.
En su cuenta de X, el presidente Gustavo Petro se refirió al joven, que ya había sido identificado por su conflictividad por el gobierno del distrito. “El informe que tengo de los profesionales es que demostró una personalidad completamente conflictiva, sin capacidad de establecer vínculos intersociales. Duró dos meses, no asistió a ninguna clase, y se retiró voluntariamente”, detalló.
A la prensa, la fiscal Luz Adriana Camargo explicó que el joven “estuvo durante cuatro horas rondando el parque, llegó en moto, habló con gente en una camioneta, efectivamente tenía un celular, en donde pidió a alguien que le consignaran por Nequi (una plataforma de pagos digitales), 3.500 pesos (poco menos de un dólar)”.

La fiscalía pudo incautar el arma con la que se realizó el ataque, una Glock de 9 milímetros, y pudo dar más detalles sobre esta: había sido comprada en 2020 en Arizona, Estados Unidos, y por eso mismo las autoridades están viendo cómo habría ingresado al país.
Una de las incógnitas del crimen tiene que ver con el teléfono celular que habría usado el joven para comunicarse con los autores intelectuales del hecho. Esto, dado que la policía aseguró, en una primera instancia, que no habían encontrado ningún móvil en poder del sospechoso, pero tiempo después se reveló un video, pocos minutos antes del ataque, en que se ve al menor de edad chateando con alguien. La fiscalía, posteriormente, dio cuenta de la existencia de ese segundo video, y aseguró que, en efecto, entre el atentado y la detención, el equipo habría desaparecido.
El supuesto sicario, hasta el momento, rechaza los cargos que se le han imputado, que son homicidio en grado de tentativa y fabricación, tráfico, porte o tenencia de armas de fuego, accesorios, partes o municiones. Aun cuando no se conoce el autor intelectual del delito, los medios colombianos aseguran que el joven habría admitido que se le prometieron 20 millones de pesos locales, o sea, poco más de 4.800 dólares por realizar el ataque.
De entre los candidatos que comienzan a perfilarse para suceder a Gustavo Petro, Miguel Uribe Turbay no era el más conocido. Proveniente de una familia política, es hijo de Diana Turbay, una periodista que fue secuestrado por el cartel de Medellín y asesinada en 1991.
El año pasado, luego de dos años como senador, el abogado de 39 años se dirigió al lugar donde murió su madre, para anunciar su candidatura presidencial. “Podría haber crecido buscando venganza, pero decidí hacer lo correcto: perdonar, pero nunca olvidar”, declaró en ese entonces.
Según el profesor colombiano de Asuntos Estratégicos, Vicente Torrijos, Miguel Uribe era el pupilo favorito del expresidente Álvaro Uribe, que tras las frustraciones con Juan Manuel Santos y Iván Duque, “lo seleccionó personalmente”, causando problemas en el partido Centro Democrático. “Sus cifras en las encuestas no eran muy significativas, pues el liderazgo en la derecha ha puesto a la independiente Vicky Dávila en primer lugar, pero todo sugiere que el cálculo de los criminales apuntaba a debilitar las expectativas de la oposición”, señala el académico a La Tercera.
Por su parte, el analista colombiano y profesor de la Universidad de los Andes de Colombia, Felipe Botero, declaró a este medio: “Realmente no es una figura central de la política colombiana, es un candidato de mitad de tabla y probablemente antes de este atentado no tenía unas chances muy altas de lograr la candidatura de su partido”.

Pausa y reflexión
La política “se pausó” y todos los sectores se pusieron tras Uribe los primeros días después del atentado. Su partido, Centro Democrático, indicó que en “esta dolorosa situación”, se debe realizar “una pausa y una reflexión de todas las demás fuerzas políticas de la Nación”. Campañas dentro y fuera del partido suspendieron sus actividades, y algunos aspirantes, como la exalcaldesa Claudia López, el exsenador David Luna o el exministro Mauricio Lizcano, alegan la falta de mínimas garantías de seguridad.
Otros políticos también denunciaron distintas amenazas recibidas. El mismo Petro declaró que tanto su hija menor Antonella como hijos de sus ministros han sido amenazados, mientras que el expresidente Álvaro Uribe declaró que fuentes de “inteligencia internacional” le han informado de una amenaza para atentar en su contra.
Respecto a cómo reaccionó la clase política, Torrijos afirma: “La conspiranoia es abundante. Varios sectores han recalcado los riesgos del discurso polarizador del gobierno, y otros promueven la idea de un operación de ‘falsa bandera’, esto es, un atentado de la derecha para fortalecerse a sí misma. También se conjetura sobre un plan de las FARC para preservar su creciente poder basado en economías ilícitas”.
Por su parte, Botero coincide con que la derecha ha culpado al gobierno por su “retórica”, mientras que la administración izquierdista también ha señalado a la derecha de radicalismo, “y las responsabilidades no son muy claras, unos se apuntan los dedos unos a otros”.
De todos modos, el experto señala que la violencia, lamentablemente, ha vuelto a ser pan de cada día en Colombia, y que, de hecho, en la región del Catatumbo, en las últimas semanas, se han vivido combates muy fuertes entre el gobierno, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y distintos grupos armados. “Dado eso no es claro quiénes puedan ser responsables de este ataque, sobre todo teniendo en cuenta el ascendente político o el bajo perfil o la baja prominencia que tenía la figura de Miguel Uribe”, señala.

Sobre las posibles consecuencias que pueda tener el ataque, Torrijos opina que “magnicidios” como este suelen siempre tener el resultado contrario al buscado por los criminales, favoreciendo al final al sector victimizado. “Es el llamado ‘efecto de solidaridad con la víctima’ que, recientemente, ha podido apreciarse en casos como el de Jair Bolsonaro, o Donald Trump. Y en la propia realidad colombiana, es lo que sucedió con César Gaviria, elegido presidente tras el asesinato de Luis Carlos Galán, lo que condujo a la nueva Constitución, vigente desde 1991”, recuerda el profesor.
Por su parte, Botero asegura que este atentado “claramente enrarece el panorama político, hace que las campañas políticas se vuelvan actos peligrosos desde la perspectiva de los candidatos, es decir, que cada salida que hagan, cada mitin político que organicen sea potencialmente un espacio en el que pueden ser víctimas de atentados”.
En ese sentido, según el experto, regresa el fantasma de una violencia que fue muy intensa, sobre todo entre los 90 y los 2000, y que precisamente en las últimas décadas había bajado. Sin embargo, esa violencia nunca desapareció del todo: “Ser político en Colombia, hacer política, es una actividad de alto riesgo, como lo es ser periodista, ser sindicalista, ser activista. Todas estas son actividades de alto riesgo acá”, indica Botero.
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