Por Bastián DíazCómo China se apronta a superar a Estados Unidos como líder mundial en energía nuclear
Para 2030, el gigante asiático tendrá mayor capacidad para dividir átomos y generar electricidad. Junto a la nuclear, el país ha priorizado el desarrollo de energías como la solar y la eólica, en desmedro de los fósiles que privilegia Estados Unidos.

A una velocidad constante, China se está convirtiendo en el líder mundial en energía nuclear, teniendo casi tantos reactores en construcción como el resto del mundo en conjunto. Aún cuando su dominio en paneles solares y vehículos eléctricos es bien conocido, el gigante asiático también está construyendo plantas nucleares a un ritmo extraordinario, y para 2030, se prevé que la capacidad nuclear china supere a la de Estados Unidos, según informó el diario The New York Times.
Muchos de los reactores chinos se derivan de diseños estadounidenses y franceses, pero a diferencia de Occidente, China ha acortado los tiempos en la construcción y los sobrecostos que han frenado los esfuerzos por expandir la energía nuclear en Europa y Estados Unidos. Al mismo tiempo, Beijing está innovando, logrando avances en tecnologías nucleares de última generación.
El país también está invirtiendo fuertemente en la fusión, una fuente “potencialmente ilimitada” de energía limpia si alguien logra dominarla. El objetivo final de Beijing es convertirse en un proveedor mundial de energía nuclear, uniéndose a las pocas naciones, como Estados Unidos, Rusia, Francia y Corea del Sur, que son capaces de diseñar y exportar maquinaria de este tipo, indica el Times.

“Los chinos están moviéndose muy rápido”, afirmó Mark Hibbs, investigador principal del Carnegie Endowment for Peace, autor de un libro sobre el programa nuclear chino. “Y están muy interesados en demostrar al mundo que su programa es imparable”, destacó.
Mientras Estados Unidos y China compiten por la supremacía global, la energía se ha convertido en un campo de batalla geopolítico. Estados Unidos, especialmente bajo la presidencia de Donald Trump, se ha posicionado como el principal proveedor de combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón. China, por su parte, domina la fabricación de paneles solares, turbinas eólicas y baterías, y considera las energías renovables como el mercado multimillonario del futuro.
En este contexto, la energía nuclear está experimentando un resurgimiento del interés mundial, especialmente a medida que aumenta la preocupación por el cambio climático. Esto se debe a que los reactores nucleares no emiten emisiones que contribuyan al calentamiento global, a diferencia de las centrales de carbón y gas, y pueden producir electricidad las 24 horas del día, a diferencia de la energía eólica y solar. En ese sentido, estas centrales serían “lo mejor de dos mundos”.

En esta carrera por la energía atómica, China cuenta con una clara ventaja: ha descubierto cómo producir reactores con relativa rapidez y a bajo costo. Actualmente, el país ensambla reactores en tan solo cinco o seis años, lo que es el doble de rápido que los países occidentales.
Si bien los costos de construcción nuclear en Estados Unidos se dispararon después de la década de los 60, en China se redujeron a la mitad durante la década de 2000 y desde entonces se han estabilizado, según datos publicados recientemente en la revista Nature. Los dos únicos reactores estadounidenses construidos este siglo, en la central nuclear de Vogtle en Waynesboro, Georgia, tardaron 11 años en construirse y costaron 35 mil millones de dólares.
Financiar estos proyectos multimillonarios es extremadamente difícil, en un contexto en el que incluso problemas menores, como la necesidad de aprobación del regulador para modificar un componente a mitad de camino, puede provocar largas demoras y disparar los costos de los préstamos. Con el tiempo, China ha dominado este proceso para simplificarlo, o al menos, no verse tan afectado por este tipo de papeleos.
En China, esto comienza con un fuerte apoyo gubernamental. Tres promotores nucleares estatales reciben préstamos económicos con respaldo gubernamental para construir nuevos reactores, lo cual es valiosísimo, ya que el financiamiento puede representar un tercio de los costos. El gobierno chino también exige a los operadores de la red eléctrica que compren parte de la energía de las centrales nucleares a precios favorables.
Igualmente importante es que las empresas nucleares chinas construyen solo unos pocos tipos de reactores y lo hacen una y otra vez. Esto permite a los promotores perfeccionar el proceso de construcción, lo que es “esencial para escalar eficientemente”, afirmó Joy Jiang, analista de innovación energética del Breakthrough Institute, una organización de investigación pronuclear. “Significa que se pueden agilizar las licencias y simplificar la cadena de suministro”.
“China tiene experiencia en la construcción de grandes proyectos, desde represas hasta autopistas y trenes de alta velocidad, y esas habilidades de gestión de proyectos son transferibles”, afirmó David Fishman, consultor del sector energético de la consultora Lantau Group, en declaraciones a The New York Times.
Mientras China, el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, busca reducir su parte en la contaminación y confía en que la energía nuclear desempeñe un papel importante en esto. La energía solar y eólica están creciendo rápidamente y representan la mayor parte de la electricidad limpia del gigante asiático, pero el país también quema enormes cantidades de carbón para abastecerse cuando no hay sol ni viento. Un mayor aumento de la energía nuclear podría contribuir a respaldar las energías renovables y desplazar al carbón.
Por su parte, la administración Trump pretende cuadruplicar la capacidad de energía nuclear de Estados Unidos para 2050, aun ignorando el calentamiento global, y espera desarrollar una nueva generación de tecnología de reactores para alimentar centros de datos nacionales y venderla a países extranjeros con gran demanda de energía. Las autoridades temen que si China domina el mercado de exportación nuclear, podría expandir su influencia global, ya que la construcción de plantas nucleares en el extranjero crea relaciones profundas y duraderas entre países.
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