Brasil: ¿El exjuez héroe se queda sin capa?

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El ministro de Justicia de Brasil Sergio Moro, durante una ceremonia en Manaus, el 10 de junio.

Afectado por la filtración de mensajes que mostrarían sus maniobras con fiscales de la Lava Jato, el ministro de Justicia brasileño Sérgio Moro está en tela de juicio. Blindado por Bolsonaro, resiste.


Sérgio Moro, al interrogar a Lula en mayo de 2017, le aseguró: "Señor Presidente, quiero dejar claro que pese a algunas versiones, no existe de mi parte ninguna desavenencia personal con usted. El desenlace del juicio provendrá de las pruebas y de la ley". Dos años después, las declaraciones del exjuez héroe de la lucha contra la corrupción en Brasil devenido en superministro de Justicia del gobierno de Jair Bolsonaro resultan, por decir lo menos, controvertidas. La razón: los mensajes filtrados hace una semana por el portal The Intercept Brasil, que podrían implicar maniobras entre Moro y los fiscales de la Operación Lava Jato para impedir que el exmandatario de izquierda retornara al poder en 2018.

En una posición delicada, Moro trató rápidamente de desdramatizar el impacto de esas filtraciones, muchas de las cuales procederían de teléfonos hackeados. "Hubo una invasión criminal de los celulares de los fiscales; para mí eso es un hecho bastante grave (...). En cuanto al contenido, en lo que a mí respecta, no he visto nada de más", afirmó el lunes. Y el viernes, en su primera entrevista sobre el caso, el ministro dijo al diario O Estado de S. Paulo que "no hubo colusión. Estoy absolutamente tranquilo con la naturaleza de mis mensajes". Incluso, advirtió. "Si quieren publicarlo todo, que lo hagan entonces. No tengo problemas con eso". Moro había sido blindado el día anterior por Bolsonaro.

En su primera alusión al tema de las filtraciones, el Presidente defendió el jueves el historial anticorrupción de su ministro estrella. "Lo que él hizo no tiene precio. Él realmente destapó, mostró las vísceras del poder y la promiscuidad del poder en lo relacionado a la corrupción", afirmó al referirse a la labor de Moro como el juez responsable de destapar la Lava Jato.

¿Separación temporal?

Pero no todos están convencidos de la imparcialidad de Moro en el caso de corrupción más importante en la historia brasileña. Por ello las voces que lo critican o que piden su renuncia se multiplican. Así, mientras la Orden de Abogados de Brasil (OAB) recomendó la separación temporal de las funciones de Moro y del fiscal Deltan Dallagnol, jefe de la fuerza tarea de Lava Jato, el magistrado de la Corte Suprema, Gilmar Mendes, comentó durante una audiencia que "un juez no puede ser el jefe del equipo de investigación". "Si Moro sigue diciendo que (su actuación) es normal, y evidentemente no lo es, su permanencia en el gobierno será insostenible", advirtió el diario O Estado de S. Paulo.

Los analistas, por su parte, difieren sobre el impacto que estas filtraciones tendrán sobre la imagen de Moro. "Las reacciones son previsibles: la gente que critica al gobierno de Bolsonaro y que quiere a 'Lula libre' se posiciona contra Moro, y recíprocamente. Es decir, afectan, pero mucho menos de lo que dicen las redes sociales", comenta a La Tercera Bolívar Lamounier, cientista político de Augurium Consultoria.

Pero Gaudêncio Torquato, consultor de marketing político y académico de la U. de Sao Paulo, tiene otra opinión. "Moro no ve ilicitud en la conversación. Para él, no hay nada más, no hay 'ninguna orientación en esos mensajes'. Pero el contenido se confirma", comenta el analista a este medio. "Con la sospecha sobre sus hombros, el ministro de Justicia pierde prestigio (...), desciende del pedestal donde se encuentra. En el aire, (está) el llamado para su salida del gobierno", advierte.

Raquel Landim, columnista de Folha de S. Paulo, también cree que las filtraciones afectan "mucho" la imagen de Moro. "La derecha sigue fiel a él, pero buena parte del centro deja de creer que él sea imparcial. Moro se transforma definitivamente de un juez a un político alineado a la derecha", comenta a La Tercera. "Moro perdió en los últimos días, al menos por ahora, la portada de héroe con que fue retratado. Está momentáneamente sin capa, por primera vez desde que ganó notoriedad por la Lava Jato", escribió, por su parte, Vera Magalhães, columnista de O Estado de S. Paulo.

Si bien Eliane Cantanhêde, columnista de ese mismo periódico, reconoce que "las críticas (contra Moro) fueron fuertes en el medio jurídico, incluso en el Supremo Tribunal Federal y principalmente entre abogados", destaca que el ministro de Justicia "mantiene un enorme apoyo en la opinión pública, como símbolo del combate a la corrupción".

Sin embargo, una encuesta realizada esta semana por la empresa Atlas Político muestra una caída de 10 puntos porcentuales en la imagen positiva de Moro. En un mes cayó de 60% a 50,4%, mientras su evaluación negativa pasó de 31,8% al 38,6%. A pesar del desgaste, Moro sigue siendo el político más popular de Brasil.

"Sea cual sea el desenlace, la imagen de Moro estará rayada", afirma Torquato a La Tercera. "La posibilidad de que sea nombrado más adelante para ocupar el lugar de Celso de Mello en la Corte Suprema pierde fuerza. Pero la tendencia de que podrá habitar el planeta político en 2020 es viable. No hay que olvidar que el exjuez ya entró en el sistema cognitivo nacional", aclara. "No podemos olvidar que Bolsonaro y Moro son potenciales rivales en las presidenciales de 2022", agrega Landim.

Pero Carol Pires, en una columna publicada en The New York Times, advierte de los riesgos que puede enfrentar Moro en esta carrera política: "Antes de aceptar ser funcionario en el gobierno de Bolsonaro, Moro debió recordar cómo terminó la operación Manos Limpias (Mani Pulite), la investigación de corrupción que sacudió a Italia en los años 90 e inspiró a Moro para su Lava Jato. El promotor del caso italiano, Antonio di Pietro, fue el héroe del momento y muy pronto ascendió en la escalera política: dejó su cargo en la magistratura para ser ministro del gobierno de Italia, fue electo senador y hasta fundó su propio partido. Pero como político no consiguió combatir la corrupción como lo hizo como fiscal. Años después se reveló que dirigentes de su partido recibieron sobornos y su investigación quedó desprestigiada".

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