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Pérdida de relevancia y problemas de financiamiento: los desafíos que enfrenta Naciones Unidas

La llegada del presidente Donald Trump a la Casa Blanca asestó un duro golpe a la ONU mediante los recortes de financiamiento, lo que provocó que el organismo internacional tuviera que realizar drásticas reducciones de personal, lo que ha generado que tenga más dificultades para resolver conflictos o ayudar a la población civil en lugares desde Gaza hasta Sudán.

El Presidente Donald Trump durante su discurso en la Asamblea General de la ONU. Foto: Archivo

Cuando el nuevo secretario general de Naciones Unidas asuma su mandato el 1 de enero de 2027 estará al frente de un organismo que pareciera haber perdido relevancia. La llegada del presidente Donald Trump a la Casa Blanca asestó un duro golpe a la ONU mediante los recortes de financiamiento, lo que provocó que el organismo internacional tuviera que realizar drásticas reducciones de personal, lo que ha generado que tenga más dificultades para resolver conflictos o ayudar a la población civil en lugares desde Gaza hasta Sudán.

A pesar de sus numerosas deficiencias, la ONU gestiona tareas humanitarias y de mantenimiento de la paz que pocas otras organizaciones pueden asumir. Ofrece una red de seguridad para las personas vulnerables en numerosas zonas de guerra y un canal de comunicación entre los Estados sobre cuestiones divisivas. Los expertos han señalado que su declive corroe un mecanismo que impide que muchos conflictos armados empeoren.

Uno de los problemas que tiene es económico. El 5 de mayo la ONU informó a sus miembros sobre un recorte no reportado previamente de 600 millones de dólares (17%) a su presupuesto de 3.700 millones de dólares, cuyo objetivo es evitar el impago este año. Este recorte incluirá una congelación de contrataciones, mientras los funcionarios consideran nuevos ahorros que un diplomático occidental describe como “trasladar empleos de Nueva York a Nairobi”.

Intervención del Presidente Gabriel Boric en la Asamblea General de la ONU. Foto: Archivo

El año pasado el organismo tuvo un déficit de caja de 200 millones de dólares, a pesar de gastar solo el 90% de su presupuesto planificado. Este año será mucho peor. Los modelos internos sugieren que, sin recortes, el déficit de caja de fin de año probablemente se disparará a 1.100 millones de dólares, dejando a la ONU sin dinero para pagar salarios y proveedores para septiembre pasado, indicó un artículo de The Economist publicado en mayo.

El problema de fondo, según el director de la ONU -que fue consultado por The Economist-, es que algunos miembros pagan sus facturas con retraso y otros sencillamente no las pagan. El organismo recauda las cuotas obligatorias en el año en que pretende gastarlas. Por ello, se espera que los miembros envíen sus cuotas en enero para que así pueda pagar a su personal y proveedores.

Sin embargo, los países están pagando sus cuotas obligatorias cada vez más tarde. En 2024, aproximadamente el 15% de los fondos presupuestarios llegó en diciembre. A ello se suma que hay miembros que no pagan y el año pasado no se cancelaron 760 millones de dólares en contribuciones obligatorias. Los millones impagos eran adeudados por 41 países, entre ellos Estados Unidos, Argentina, México y Venezuela. Es posible que algunos hayan pagado después de finalizado el año.

Estados Unidos y China aportan cada uno alrededor del 20% del presupuesto anual de la ONU y ambos se han vuelto poco fiables. Los pagos de Estados Unidos se han retrasado habitualmente desde la década de de los 80, dijo a la revista Eugene Chen, del Centro de Cooperación Internacional de la Universidad de Nueva York.

Durante la primera administración del presidente Donald Trump, la morosidad se agravó por el impago total de Estados Unidos. China también ha empezado a pagar con retraso. El año pasado su dinero llegó el 27 de diciembre, cuatro días antes del cierre del ejercicio fiscal. Solo Corea del Norte pagó más tarde.

Reunión del Consejo de Seguridad durante la 79ª Asamblea General de las Naciones Unidas en la sede de la ONU en Nueva York, el 27 de septiembre de 2024. Foto: Archivo Eduardo Munoz

Los problemas de la organización no son solo presupuestarios. La ONU se enfrenta a presiones políticas y amenazas operativas en diversas zonas de conflicto. El ejemplo más flagrante y ampliamente citado es la calamidad en Gaza, donde Israel (con el apoyo de Estados Unidos) ha marginado las iniciativas de ayuda de la ONU, acusando a la organización de complicidad con Hamas.

Pero el fenómeno se extiende más allá. En el último año, por citar solo algunos ejemplos, facciones beligerantes han bloqueado la diplomacia y la asistencia humanitaria de la ONU en Sudán, mientras que grupos rebeldes han asesinado a cascos azules de las fuerzas de paz en la República Democrática del Congo (RDC) y Sudán del Sur.

Mientras tanto, las discusiones del Consejo de Seguridad sobre cómo ayudar a países en crisis como Haití y Somalia se han estancado, en parte debido a la falta de participación de Estados Unidos, mientras que la ONU no ha avanzado en la resolución de conflictos importantes, incluidos los de Sudán y Myanmar, que han sido prioridades intermitentes para el Consejo en los últimos años. En algunos casos ha resultado imposible incluso hacer llegar ayuda vital a quienes la necesitan.

“El sistema de la ONU lleva tiempo en mal estado, con tensiones entre las principales potencias que han frustrado repetidamente la diplomacia en el Consejo de Seguridad. Pero el regreso de Donald Trump a la presidencia estadounidense en enero ha precipitado un deterioro aun más pronunciado en la situación de la organización. Estados Unidos, el mayor donante individual de la organización, ha recortado o congelado grandes partidas de financiamiento para la ONU y sus agencias, destruyendo en particular las operaciones de ayuda humanitaria”, escribió el centro de estudios Crisis Group.

“También ha abandonado numerosos acuerdos multilaterales, ha impulsado iniciativas de paz unilaterales con escasa referencia a la ONU y, en ocasiones, ha parecido ignorar principios clave de la Carta de la ONU, como el respeto a la integridad territorial de los Estados. Los miembros de la ONU en su conjunto se enfrentan ahora a decisiones difíciles sobre cómo gestionar las consecuencias de las decisiones estadounidenses, tanto para la ONU como institución como para las diversas crisis en las que participa. En muchos casos su tarea consistirá en controlar los daños, pero seguirá siendo vital”, añadió.

Otro de los cuestionamientos se relaciona con el Consejo de Seguridad. Muchos Estados miembros sostienen que la estructura de este órgano no refleja las realidades geopolíticas actuales. Su membresía se amplió de seis miembros electos a 10 en 1965, y en 1971 la República Popular China ocupó el puesto permanente que anteriormente ostentaba la República de China (Taiwán). Desde entonces la composición del órgano se ha mantenido inalterada. Es por eso que crecen las voces para que se lleve adelante una reforma.

Sin embargo, según el Council on Foreign Relations, las probabilidades de que esto ocurra se consideran remotas, ya que enmendar la Carta de la ONU requiere el voto afirmativo y la ratificación interna de dos tercios de los Estados miembros de la ONU.

“Esto incluye a todos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, que probablemente no adoptarán medidas que limiten su propia influencia. Si bien existe un amplio consenso entre los miembros de la ONU en que la composición del Consejo de Seguridad está anticuada, cada una de las diversas propuestas de reforma inevitablemente deja a algunos aspirantes distanciados. Algunas propuestas exigen miembros permanentes adicionales y otras, una nueva clase de puestos electos con posibilidad de renovación. Ante la falta de una reforma de la Carta, los Estados más pequeños han abogado por cambios de procedimiento, incluyendo una mayor transparencia y consultas más estrechas con los países que aportan tropas”, indicó el informe.

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