El taxista que complica el futuro político de Cristina K

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Óscar Centeno es sargento retirado del Ejército y extaxista de la madre de Julio De Vido.

Óscar Centeno, el chofer que presuntamente registró por años el traslado de los bolsos con dinero para el kirchnerismo, hoy prestó declaración como "arrepentido" para intentar rebajar su pena.


"Ya es arrepentido", destacaba hoy el diario argentino Clarín, luego que Óscar Centeno, el chofer que presuntamente anotó durante años los recorridos que hacía para recaudar los sobornos que contratistas del Estado habrían pagado a las administraciones de Néstor y Cristina Kirchner, declarara en Buenos Aires como colaborador de la justicia, figura que permite a los acusados beneficiarse de una reducción en las penas de cárcel.

Centeno llegó pasadas las 10.00 a los tribunales de Comodoro Py para comparecer ante el juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli. Según fuentes judiciales citadas por Clarín, el chofer de Roberto Baratta, número dos del exministro de Planificación Julio De Vido, "confirmó que los cuadernos son suyos y aportó información sustanciosa" sobre el caso de coimas K que sacude a Argentina.

Una vez que Centeno terminó su declaración, cerca de las 13.00, Stornelli encabezó el allanamiento del domicilio del chofer en Olivos. Poco antes el fiscal, consultado sobre la declaración de Centeno, se había limitado a declarar que "aportó mucha información".

Las diligencias en el marco de la causa de "los cuadernos de las coimas" sumó en menos de 24 horas, 34 allanamientos, 23 en la ciudad de Buenos Aires y 11 en distintos puntos del conurbano. Una investigación en la cual, apunta el periódico Perfil, ya se cuentan 13 detenidos y 18 citados a indagatoria, entre ellos la expresidenta Cristina Fernández (ver nota secundaria) y el exjuez Norberto Oyarbide. Según la Fiscalía, los presuntos sobornos habrían alcanzado unos US$ 160 millones.

"Show mediático"

Pero de todos los empresarios detenidos hasta ahora, ninguno aceptó prestar declaración en los tribunales de Comodoro Py, según informó La Nación. Uno de los pocos que habló fue Gerardo Ferreyra, vicepresidente de Electroingeniería, quien conversó con los periodistas cuando era trasladado por la policía a comparecer ante Bonadio. Junto con negar que hubiera pagado sobornos durante la era kirchnerista, dijo que la megacausa que derivó en los arrestos de exfuncionarios y hombres ligados a los negocios de obras públicas es "un show mediático". "No hubo sobreprecios. Jamás pagué coimas", reiteró.

Desde el kirchnerismo también desestimaron las nuevas denuncias sobre pago de coimas por parte de exfuncionarios. Así, el diputado kirchnerista Rodolfo Tailhade sostuvo que se trata de una "causa armada" por parte de Bonadio y el gobierno de Mauricio Macri. De hecho, Tailhade se burló de Centeno, a quien calificó como "el chofer poeta", al tiempo que insistió en que los cuadernos "lo escribieron Bonadio y (el jefe de Gabinete Marcos) Peña". "Tienen la finalidad de instalar un tema para desviar la atención de la realidad de crisis económico y social que estamos viviendo", enfatizó el legislador.

El gobierno de Macri, por su parte, ya había reaccionado el miércoles con una mezcla de sorpresa y expectativa ante la ola de detenciones y pedidos de indagatoria. "No hay posición oficial ni la va a haber por el momento. Es un tema de la justicia", comentaron en un primer momento fuentes de gobierno, citadas por La Nación. Poco después, en diálogo con el canal TN, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, dijo que "lo peor, lo más triste es que a nadie le sorprende". "Esto no es un hecho político. Lo que está pasando en Argentina es un hecho delictivo. Es decir, la justicia está poniendo presos a delincuentes, a gente que se llevó a su casa la plata de los contribuyentes", agregó.

Frigerio descartó que esta sea una causa armada por la Casa Rosada para tapar los problemas económicos. "Cada vez que se encuentran nuevas denuncias, esta excusa pierde más sentido.

Entiendo que es difícil para ellos (por el kirchnerismo) enfrentar esta evidencia tan clara de que acá había una matriz delictiva asociada con la obra pública", señaló.

En todo caso, afirma La Nación, en la Casa Rosada creen que el kirchnerismo intentará "meter a todos en el mismo barro", basados en que uno de los detenidos, Javier Sánchez Caballero, fue gerente general de IECSA, la constructora que pertenecía a Ángelo Calcaterra, primo de Macri.

Pero al margen de las implicancias políticas del caso de "los cuadernos de las coimas", aún subsistían dudas en torno a la obsesión de Centeno por registrar con tanta meticulosidad los detalles de los recorridos que hacía para recaudar los sobornos para el kirchnerismo. "No conocía la existencia de los cuadernos de Centeno. Hay cosas raras, por ejemplo, la redacción del cuaderno, no sé si está dictado. Es una posibilidad que el cuaderno no sea de Centeno. También puede que sea un fabulador", manifestó el abogado de Baratta, Alfredo Huber.

En diálogo con una radio, Huber también apuntó contra la exesposa del chofer, Hilda Horovitz, a la que puso en duda por "una denuncia en trámite por extorsión justamente contra su exmarido". Fue precisamente Horovitz quien contó ante la justicia, antes de la aparición de los cuadernos de la corrupción, cómo su expareja transportaba bolsos de dinero de origen ilícito durante el kirchnerismo.

En mayo de 2006, Centeno, sargento del arma de Arsenales del Ejército argentino retirado, extaxista de la madre de Julio De Vido y chofer de Baratta, se separó de su pareja. Ese año conoció a la mujer que, 12 años después, obligaría a su vida a dar "una curva fatal", según describe Clarín.

El propio Centeno declaró ante la fiscal Silvana Russi en una denuncia por extorsión contra Horovitz, que "la relación entre los dos siempre fue compleja" y "para 2015, la convivencia se volvió insostenible". En ese expediente, el chofer sostuvo que su expareja lo extorsionó reclamándole dinero a cambio de callar lo que sabía sobre el dinero que transportaba en el Toyota Corolla que manejaba.

Horovitz también dijo que Baratta le daba dinero a Centeno a cambio de su silencio y que ese dinero sirvió para comprar la casa de dos pisos en Olivos en la que hasta el martes dormía el chofer de los cuadernos K.

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