De basural a centro cívico

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El sector del manzano era un sitio eriazo, donde se instaló uno de los campamentos más grandes de la región.

Ubicado en San Bernardo, El Manzano concentraba uno de los campamentos más grandes de Chile. Hoy está remodelado, convirtiéndose en un espacio público de la comuna con servicios para los vecinos.


Paola Soto tiene cinco hijos y nueve meses de embarazo. Ella, junto con su familia, vivió durante 15 años en el campamento San Francisco, ubicado en el sector El Manzano en San Bernardo. Se trataba de uno de los basurales más grandes de la Región Metropolitana, y desde 2009 -cuando se inició el proyecto para reconvertir el sector en un nuevo espacio con servicios para los vecinos- Paola sueña con tener una casa propia. Hoy, casi 10 años después y a un par de días de tener a su sexto hijo, está a punto de concretar la meta. "Me emocioné mucho cuando me dieron la noticia de que tendría mi casa, porque quién iba a pensar que iba a luchar tanto para tener una", comenta la futura madre.

Ubicado en el límite de San Bernardo y La Pintana El Manzano era un sitio eriazo de 97 mil metros cuadrados que durante años estuvo lleno de basura y escombros, y que entre sus rincones albergaba el hogar de cientos de familias. Frente al espacio se encontraba el ahora olvidado Consultorio El Manzano, el cual no lograba satisfacer la demanda del sector por su deficiente infraestructura y una capacidad de atención superada en un 300%.

El proyecto para reutilizar el terreno lo iniciaron los dirigentes del lugar junto a la alcaldesa Nora Cuevas, cuando en julio de 2009 se llevó a cabo el "Festival de la Basura", en el cual los vecinos de San Bernardo trabajaron con el propósito de limpiar el vertedero. Un par de años después, en 2014, en el mismo sector donde antes la basura contaminaba el lugar, se construyó el nuevo consultorio El Manzano, mucho más grande que el anterior y con la capacidad de atender a la creciente población.

Pero la renovación no se detuvo ahí: el terreno se dividió, permitiendo la construcción del policlínico "Rosita Benveniste", una colaboración de la Comunidad Judía, de Desafío Levantemos Chile y de Clínica Las Condes, donde atienden especialistas de ese centro de salud. El resto del proyecto lo completa una gran plaza pública y un jardín infantil.

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Dentro del proyecto de reconversión se instaló un plaza, un jardín infantil para los vecinos del sector.[/caption]

No obstante, en el campamento San Francisco, el último vestigio de lo que fue ese lugar, encontraron resistencia para terminar el proyecto. Calificado como el segundo asentamientos precario más grande de Chile, este campamento data de 1975 y albergó por más de tres décadas a cerca de 245 familias. Para iniciar su erradicación, la municipalidad de San Bernardo, junto con el Serviu Metropolitano entregaron un subsidio a las familias que vivían en el sector. "Se erradicó a las familias con una solución transitoria donde se les paga los arriendos, se les dio un total de $ 3.800.000 a cada una para que ellos puedan salir a arrendar afuera mientras dure la construcción", asegura Ximena Márquez, asistente social y encargada de la oficina de Vivienda de la comuna.

Según explican en la municipalidad, hasta el miércoles pasado llevaban 1.533 toneladas de escombros retirados y se proyecta que en julio comiencen los trabajos de construcción de la segunda etapa de las viviendas definitivas para los vecinos. "Queremos marcar un hito con esto. Lo bonito de este proyecto es que es de gente de acá, estamos hablando de hijos de San Bernardo, y el proyecto es precioso, así que yo creo que va a ser un ejemplo para el país la conversión de este espacio", comentó la alcaldesa de San Bernardo, Nora Cuevas, quien agregó que cuando termine el proyecto quedará solo un campamento dentro del territorio de la comuna.

Lejos del campamento

Una de las impulsoras de esta iniciativa es Adriana Castro, dirigente de la comuna, quien lleva cerca de 10 años luchando por la erradicación del campamento. "Es bonito ver lo que uno siembra y luego cosecha. Cuando uno empieza a avanzar con las autoridades se ven frutos y eso fue lo que hicimos, para darle una mejor calidad de vida a mi gente. La vivienda es un derecho nuestro", comenta Castro en lo que una vez fue el campamento,

Rosa Díaz vivió 10 años en el campamento y tiene cuatro hijos. "Yo soy mamá soltera y trabajo vendiendo ensaladas, y me ha costado mucho, ha sido una lucha. Cuando nos salió el proyecto yo no paraba de llorar. Uno se ilusiona tanto con su casita, y como mamá sueña con algo propio para sus hijos", comenta Díaz, una de las beneficiadas por el subsidio.

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