El equipo a cargo de salvar ojos

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De izquierda a derecha: Nelson Iturriaga, Trabajador de la construcción, 43 años. Fue herido en su ojo mientras protestaba, el 11 de noviembre. Llegó al Hospital del Salvador buscando ayuda. "Quisieron apagar el incendio con bencina y la gente sigue en las calles", dijo a la Agencia France Press. Carlos Vivanco, estudiante secundario, 18 años. "Me quisieron meter dolor, pena, miedo, pero siento que me hizo el efecto contrario: tengo más rabia que miedo", dijo a AFP el escolar de La Pintana, quien perdió la visión total de su ojo izquierdo cuando le dispararon en su barrio. César Callozo, trabajador de la construcción y músico, 35 años. Fue alcanzado por un balín mientras tocaba su tambor en Plaza Italia. "Sentí el golpe en el ojo y caí al suelo. Después se me durmió la cara, me puse de pie y grité que no me iban a ganar", dijo a AFP.

La Unidad de Trauma Ocular (UTO) del Hospital del Salvador ha atendido a 174 personas con daños a la visión. Sus médicos dicen que es algo inédito y piden al Estado una rehabilitación integral.


El estudiante Vicente Muñoz, de la carrera de Teatro de la Universidad de Chile, perdió su ojo izquierdo la tarde de lunes. Estaba participando de las manifestaciones en el Parque Forestal cuando recibió un balín de parte de un carabinero, a pocos metros de su cara. Su órgano no pudo ser salvado.

Él es uno de los últimos pacientes que han llegado a la Unidad de Trauma Ocular (UTO) del Hospital del Salvador, el recinto que ha recibido a 174 personas con trauma ocular severo desde el 19 de octubre, ocurridos en el marco de las protestas y el polémico actuar de Carabineros. Se trata del 75% de los 229 casos registrados en todo el país.

"Esto debe parar ahora ya", dice Catalina Muñoz, hermana de Vicente, al salir ayer del hospital. Mientras que al interior, en unos contenedores adaptados como salas, trabaja un equipo de 15 personas intentando salvar los ojos de quienes son heridos en las protestas. "Hemos tenido muchos más casos que lo regular. Ver este nivel de traumas oculares es muy impactante; desde el primer fin de semana de la crisis empezó a llegar un aluvión de casos", dice la doctora del hospital Anamaría Arriagada, quien es dirigenta del Colegio Médico.

Las cifras hablan por sí solas: de las 174 personas que han llegado a la UTO, 34 tienen estallido ocular y 29 perdieron totalmente la visión del ojo afectado. El 48% sufre de una disminución severa de su visión y la mayoría de las lesiones fueron por balines.

El impacto también se refleja en las cirugías. En estas tres semanas, la UTO realizó 10 operaciones de evisceración primaria, que quiere decir que el ojo del paciente llegó tan dañado, que hubo que sacar su contenido y colocar un implante. El año pasado, en todo el mes de octubre, no hubo ninguna intervención de estas.

El incremento de heridos obligó al hospital a reforzar la UTO. Los funcionarios hacen turnos extras y reciben apoyo para atender la alta demanda. Además, aumentaron de uno a cuatro los pabellones de cirugía.

"Esta es una cosa única. En Israel se registraron 154 casos en seis años, acá llevamos 140 en tres semanas. La velocidad con que se produjo esto nos impactó", dice Álvaro Rodríguez, oftalmólogo de la UTO, quien explica que "lo más dramático es que se trata de pacientes jóvenes, de 29,5 años en promedio. Ellos son parte de la fuerza laboral del país".

Según los profesionales, colocar una prótesis ocular cuesta cerca de $ 500 mil, pero la rehabilitación integral cuesta más de $ 3 millones. Y tarda meses, considerando que algunos podrían perder el ojo más adelante, por sus lesiones. "El Estado se tiene que encargar de la rehabilitación completa de los pacientes, con prótesis, oftalmología, atención psicológica y terapia ocupacional", dice Arriagada.

La dramática situación quedó reflejada en la discusión de la Ley de Presupuestos: en el acuerdo al que llegaron la oposición y el gobierno, se establece que se creará un programa para atender "a aquellas personas víctimas de lesiones oculares".

En la audiencia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el gobierno afirmó que Carabineros no usa balines metálicos cuando se enfrenta a manifestantes, sino que son perdigones de goma. Pero en la UTO dicen que hay dudas respecto de eso.

La oftalmóloga Rosa Balcells dice que el proyectil que le sacaron al estudiante de Teatro es de goma, de ocho milímetros, pero que saben que tiene un contenido metálico en su interior. "La radiografía arroja una imagen metálica, a pesar de que físicamente se ve como de caucho. Tiene algo de metal adentro", añade.

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