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La ineludible mutación del FES: el costo que el gobierno está dispuesto a asumir

Hace largo rato que el Ejecutivo asumió que su promesa original de condonación era una quimera, y ahora también ha empezado a aceptar que elementos clave que planteaba sobre el nuevo sistema de Financiamiento para la Educación Superior deberán ser revisados.

Dedvi Missene

Yo tengo claro que a los que somos gobierno nos van a decir que nos vendimos, pero eso durará poco y no es así, porque terminaremos con el CAE y todos los deudores verán algún grado de condonación”.

La frase que en privado entrega un alto funcionario del Ejecutivo resume el sentir del gobierno en torno a la evolución del proyecto que propone un nuevo sistema de Financiamiento para la Educación Superior (FES) y con ello dejar atrás el Crédito con Aval del Estado.

“Todos, y repito, todos, tendremos que ceder, aceptar fórmulas híbridas, acuerdos subóptimos, y no descansar ni levantarse de la mesa hasta encontrar un acuerdo".

La frase corresponde a la segunda cuenta pública del Presidente Gabriel Boric, en junio de 2023. Si bien lo dijo en referencia a la reforma de pensiones, hoy es traída a colación internamente por diversos personeros del oficialismo, quienes dicen que es perfectamente aplicable para el proyecto del FES. “Si esa vez se pudo, ahora también, sin vencedores ni vencidos”, dicen en el oficialismo, donde están dispuestos a transar en muchos aspectos mientras el CAE se termine como se le conoce. Por razones técnicas, pero también ideológicas.

Y es que aunque son proyectos distintos, la postura que el gobierno asume en torno a la evolución de su promesa -y posterior propuesta- va tomando una narrativa similar a la discusión por pensiones: nadie, ni en el oficialismo ni en la oposición, va a conseguir el 100% de lo que quiere. Que todos tienen que abandonar ciertas posturas, lo que indefectiblemente implica que el Ejecutivo no podrá lograr todo lo que anhelaba cuando presentó el proyecto, y mucho menos lo que se prometió antes de llegar a La Moneda sobre la condonación total. En los pasillos de Palacio resuena como un mantra que no se trata de si gana el gobierno, la derecha o los rectores de universidades.

Pero ¿qué tanto ha mutado y seguirá haciéndolo el proyecto? ¿Ha retrocedido tanto el gobierno en su promesa original antes de llegar a La Moneda? ¿Puede el FES seguir llamándose FES?

Si de dejar atrás el CAE se trata, la propuesta del Ejecutivo efectivamente mantiene vivo el aspecto clave referido a apartar la banca de la ecuación, pero ha transado en la solidaridad y en quiénes deben pagar mientras estudian. Además, la condonación es algo -ya asumido- muy diferente a la bandera de lucha izada en las calles.

El tema es que el propio proyecto presentado en octubre del año pasado ya ha sufrido algunos cambios, los que se seguirán produciendo, presumiblemente, de manera considerable. Eso al menos proyectan tanto en el oficialismo como en la oposición a la hora de hablar de las opciones que tiene el FES (si acaso se sigue llamando así) de ver la luz. “Sin cambios profundos y sustanciales, esto no avanza”, asume un senador oficialista.

Por razones mucho más profundas que las técnicas, el proyecto original del gobierno solo permitía un copago al décimo decil. La idea detrás de esto era que los deciles que menos ingresos representan no cargaran con la preocupación de desembolsar dinero mientras un miembro de la familia estuviera estudiando. Pero con el tiempo esa máxima se ha ido abandonando.

“El copago es una necesidad, sin duda (...) Nosotros hemos conversado con todos los actores del sistema, con los rectores y con algunos representantes del Senado, y sabemos que si no hay copago, el proyecto de ley no avanza", dijo hace pocos días el ministro de Educación, Nicolás Cataldo, en Estado Nacional.

Pero la mera apertura al copago ya ha provocado cuestionamientos en el propio oficialismo. “No queremos que la solución a una problemática estudiantil se convierta en un problema aun mayor”, advertía el diputado socialista Juan Santana cuando solo el décimo decil -que no tienen ingresos millonarios, según decía- tenía por seguro el cobro de un copago. El gobierno se ha abierto a llegar al noveno y al octavo, cerrando, por ahora, el séptimo, considerando que del seis hacia abajo tienen gratuidad. Lo que no se va a aceptar, dicen fuentes de Palacio, es permitir que se desregule ese copago ni que este se abra a todos los deciles. Tampoco que se desregulen los aranceles.

El límite de pago que puede efectuar un beneficiario es otro elemento que ha sufrido cambios desde el proyecto original. Y los seguirá teniendo: de no tener tope, el gobierno presentó una indicación para bajarlo a 3,5 veces con otras condiciones copulativas, y seguirá descendiendo. El nuevo guarismo aún se discute. Con ello, un proyecto que buscaba plena solidaridad de quienes más ingresos percibían en el mundo laboral, se va quedando cada vez “menos solidario”, presionado esto por la oposición y la idea de lo poco atractivo que podría resultar el FES para ese tipo de beneficiarios y, con ello, desfinanciarse.

Pero hay quizás otra idea más concreta que ya recorre los pasillos del Ejecutivo que bien grafica el tránsito de una promesa que luego se transformó en proyecto y que aspira a ser ley: transformar el FES, derechamente, en un crédito otorgado por el Estado, con elementos del FES -sistema de cobro, entre otras cosas-, pero con características bancarias propias de este tipo de transacción. Sin embargo, algunos aún se resisten y creen que la propuesta nueva es mejor, porque no acarrea activos tóxicos. En eso aún hay voces divergentes dentro del gobierno y plantean que es un debate meramente ideológico que quiere dar la oposición.

Por otro lado, la iniciativa establece exigencias en materias de información pública a las instituciones que se adscriban, algo que ha sido seriamente cuestionado por las propias casas de estudio y que también podría quedar fuera de una posible ley.

Pero como sea, fuentes de Palacio, en privado, aseveran que todo este tipo de modificaciones, aunque tocan parte de la fibra, no molestan del todo mientras se cumpla el objetivo final. “Si se acaba el CAE, ¿qué podrían decirnos?“, se pregunta una persona. Que al final, si todo se mantiene con los seguros para el beneficiario que acarrea el FES y dentro del marco de reemplazar el CAE -con control de precios y cobros- y la condonación -ahora en parte- de deudas, es un triunfo.

Se asume en público

En un video publicado hace algunos días en las redes sociales de ambos y ambientado como un programa televisivo de conversación estilo late show, al ministro Cataldo y al subsecretario de Educación Superior, Víctor Orellana, se les ve conversando relajados sobre el FES. Pero entre luces cálidas, cambios de escenarios y café, las autoridades deslizan algo que al resto del gobierno le cuesta admitir en público: que el proyecto se seguirá alejando de su versión original para incorporar los cambios profundos que exigen oposición y algunos rectores de universidades. Una verdad incómoda para una propuesta que, a su vez, el Frente Amplio como impulsor ya asumió estar lejos de aquella promesa de condonación -total- de las deudas por estudiar.

Esto dejó de ser el proyecto del FA hace muchísimo rato, y a esa ala del gobierno es a la que más le cuesta asumir en qué se ha ido transformando esto”, señalan entendidos del Ejecutivo.

En el video en cuestión, Cataldo señala que “partimos la discusión legislativa. Tuvimos el otro día en el Congreso el seminario y obviamente creo que es superclaro que es necesario hacer cambios, esto que yo dije de que no estamos enamorados del proyecto, del diseño original”. Para algunos, la frase resume el estado de una reforma que sigue mutando mientras La Moneda intenta cumplir una de sus promesas emblemáticas sin incendiar el mapa político.

Ese seminario que menciona el secretario de Estado reunió a diversos expositores, entre rectores y expertos, a hablar sobre el FES. Ese mismo día Cataldo reconoció que si el Ejecutivo quiere que la propuesta vea la luz debía abrirse a aceptar observaciones. “Pensar que el FES va a salir sin modificaciones sustantivas es no tener los pies puestos en la tierra, eso es evidente”, señaló tras una instancia en que a grandes rasgos se coincidió en que el CAE debe terminar como se le conoce, pero con cambios profundos al proyecto, y no necesariamente dando paso al FES. La puerta a corregir el Crédito con Aval del Estado también quedó abierta.

El íntimo balance del Ejecutivo tras ese seminario es que el proyecto puede tener cambios y no alejarse de lo que se quiere, por lo que no implica una derrota, algo que en las propias huestes del oficialismo ponen en duda, sobre todo considerando el tránsito de la promesa y la posterior propuesta. La narrativa, en cualquier caso, será que hubo disposición a los cambios “por el bien de Chile”.

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