Columna de Daniela Lagos: Inventando a Anna: la mentira le sienta bien

La cabeza detrás de la historia es nada menos que Shonda Rhimes, una de las más importantes de la pantalla chica actual, y que si bien ha estado en la producción de éxitos recientes como Bridgerton, la última vez que había figurado en una producción desde su etapa de creación había sido con Scandal.



Todo empezó con un titular en el diario The New York Post donde se leía: “Aspirante a socialité es arrestada por irse sin pagar de hoteles caros”. Era julio de 2017 y la nota de siete párrafos parecía ser poco más que un chisme local… hasta que se empezó a saber la verdadera historia.

Cuatro años y medio después de esa nota, llega la última pieza -hasta ahora- basada en la historia de esa “aspirante a socialité”: Inventando a Anna, una miniserie que en seis episodios cuenta el escándalo de Anna Delvey (Netflix).

La cabeza detrás de la historia es nada menos que Shonda Rhimes, una de las más importantes de la pantalla chica actual, y que si bien ha estado en la producción de éxitos recientes como Bridgerton, la última vez que había figurado en una producción desde su etapa de creación había sido con Scandal.

(Nicole Rivelli/Netflix via AP)

Julia Garner, que se hizo famosa con el premiado rol de Ruth Langmore en Ozark, se pone en la piel de Delvey, una chica rusa -su apellido real es Sorokin- que logró convencer a la elite neoyorquina de que era una heredera alemana y logró estafar a bancos y hoteles, además de varios de sus cercanos.

Aunque la actriz sin duda da el ancho para el personaje, y logra sutilezas y momentos cómicos, dramáticos y patéticos, su elección de acento, quizás similar al de la chica real, es por lo bajo distractor y puede ser que para parte del público sea directamente una razón para no ver la producción.

(Nicole Rivelli/Netflix via AP)

Otro punto desafiante de la serie es la duración de los episodios, todos alrededor de los 60 minutos. Aquí ayuda el ritmo rápido al que se mueve la historia y la edición, y también la opción de no centrar todo alrededor de Delvey, ya que también están los dramas privados -y de seguro inventados- del abogado que la representa, la periodista que se obsesiona con su historia (en una gran actuación de Anna Chlumsky) y las amigas y ex amigas que se van enterando de a poco de quién es la chica que creían conocer.

Junto con este entretenido ritmo, un guión que engancha y buenas actuaciones, la serie exhibe una liviandad que encanta. Locaciones en casas de lujo, hoteles, yates, calles de Nueva York y París; una crítica leve a la vida de ostentación a través de las redes sociales y lo que se puede conseguir teniendo buenas fotos; una mirada algo burlesca a la vida de los muy millonarios y sobre todo a una chica que decidió que la única vida que vale la pena es la VIP y que cualquier medio para lograr vivirla es válido.

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