Columna de Michèle Labbé: “Un gobierno al que no le entran balas”

Gobierno celebra la aprobación de la ley que reduce la jornada laboral a 40 horas semanales.

"La inexistencia de un plan o una política para reactivar el crecimiento económico, la ausencia total o cuasi total de la palabra crecimiento económico en el vocabulario del presidente, el apuro por terminar los “diálogos” tributarios, diálogos en que la autoridad se negó a hablar de responsabilidad y eficiencia del gasto público, así como de los efectos del crecimiento económico (ausente en la actualidad) sobre la recaudación fiscal, la búsqueda de incrementar el poder del estado en el sector privado a través de su proyecto de ley de pensiones, entre otros, indican que a este gobierno lo único que le importa es la instauración de su ideología, no importa cuales sean los costos"



Las noticias económicas no han sido buenas en las últimas semanas.

La tasa de desempleo se incrementó desde 8,4% en el trimestre terminado en febrero a 8,8% en el trimestre terminado en marzo, equivalente a 870 mil trabajadores desocupados. Pero esa no es la parte más mala de la noticia. La parte más mala, es que existe un 4,3% adicional de desempleo, que no se está midiendo, porque la fuerza de trabajo está contraída fruto de la situación económica y de las bajas expectativas de encontrar empleo, mientras el empleo no se ha recuperado post pandemia y está lejos de recuperar su nivel. De este modo, la tasa de desempleo real debería alcanzar cerca de un 13,1%, evidenciando una situación económica mucho peor de lo que muestran las cifras económicas.

La inflación, por otro lado, no muestra mejoría. Cuando se mide el IPC sin volátiles (o inflación subyacente) se obtiene que este no ha tenido mejoría, sino que se ha mantenido estancado entre 10,8% y 11% en los últimos seis meses.

Y cuando muchos esperaban que la excepción sería el crecimiento económico del mes, el IMACEC de marzo resultó ser mucho más malo de lo esperado, alcanzando una caída de 2,1% medido como variación en 12 meses.

Los números anteriores deberían ser suficientes para que cualquier gobierno estuviera ocupando todo su tiempo en armar una estrategia que impulse el crecimiento económico, la inversión y con ello el empleo, a la par de controlar la inflación. Pero pareciera que a este gobierno no le entran balas. Mientras el 80% de los encuestados, de acuerdo a la Cadem, cree que la economía del país está estancada o retrocediendo en la actualidad, el Ministro Marcel insiste en que estamos en una etapa de recuperación económica, y que la prioridad del congreso debería ser hoy aprobar el acuerdo entre el gobierno y la CUT de adelantar el incremento en el salario mínimo, mientras el Presidente y sus ministras celebran bailando la aprobación de la ley de 40 horas, iniciativas, ambas, que solo encarecen la contratación de trabajadores, afectando el empleo de los que son menos productivos y que tienen menores niveles de capacitación, disminuyendo la velocidad de creación de empleo en circunstancias que lo que se necesita es justamente lo contrario.

La pregunta que automáticamente surge es si a este gobierno le interesa el bienestar de todos los chilenos, o por el contrario, lo único que le interesa es el poder y su conservación, para poder instaurar su ideología, cualquiera sea el costo de ello.

La inexistencia de un plan o una política para reactivar el crecimiento económico, la ausencia total o cuasi total de la palabra crecimiento económico en el vocabulario del presidente, el apuro por terminar los “diálogos” tributarios, diálogos en que la autoridad se negó a hablar de responsabilidad y eficiencia del gasto público, así como de los efectos del crecimiento económico (ausente en la actualidad) sobre la recaudación fiscal, la búsqueda de incrementar el poder del estado en el sector privado a través de su proyecto de ley de pensiones, entre otros, indican que a este gobierno lo único que le importa es la instauración de su ideología, no importa cuales sean los costos, ni las consecuencias de hacerlo, ni hablar de lo que está pasando la ciudadanía con una economía deprimida y una delincuencia desatada.

Y cuando vemos que el presidente – que ante la presión ciudadana - retrocede en algunas de sus medidas, no tardamos en notar que ha retrocedido solo para tomar más vuelo para empujar con más fuerza en el mismo sentido.

Este gobierno, sus ministros y sus adherentes siguen admirando, justificando y emulando a los regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua; regímenes que han llevado a sus ciudadanos a huir de sus países en búsqueda de mejores oportunidades.

Al igual que a todos los gobiernos autoritarios socialistas, comunistas y similares, pareciera que este gobierno solo busca hacerse del poder, y no es capaz de ver, o no le importa, que en el camino está sembrando pobreza y miseria para su población.

* La autora es economista.

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