Opinión

Cuando el motor externo se desacelera

Foto: AtonChile RAUL ZAMORA/ATON CHILE

Durante las últimas décadas, Chile ha cimentado su crecimiento en una inserción internacional activa, convirtiendo al comercio exterior en uno de los principales motores de su economía. El dinamismo exportador le ha permitido al país diversificar mercados, atraer inversión extranjera y sostener un proceso de modernización productiva que, con sus matices, ha sido reconocido como un caso de éxito en la región.

Las amenazas globales al comercio exterior están teniendo efectos en el desempeño de Chile. En la primera mitad del año, mientras la economía estadounidense moderaba su demanda, las exportaciones hacia China y la eurozona se han mostrado más dinámicas, aunque con perspectivas de enfriamiento hacia lo que resta del año.

El factor más determinante en esta trayectoria ha sido la política comercial de Estados Unidos. Las alzas arancelarias aplicadas en los últimos meses, justificadas por motivos de seguridad nacional y protección de sectores estratégicos, han reducido el acceso a ese mercado clave para productos mineros y agrícolas chilenos.

El cobre, tradicional columna vertebral de nuestras exportaciones, no ha escapado a un clima de mayor incertidumbre, en tanto que envíos agroindustriales y de alimentos procesados enfrentan costos adicionales que afectan su competitividad frente a proveedores alternativos.

La combinación de estos factores se traduce en un menor aporte neto del sector externo al crecimiento, justo en un momento en que la economía chilena requiere mayor dinamismo. Las exportaciones a Estados Unidos muestran una caída anual en valor de 16,5% en el trimestre móvil terminado en agosto, fruto de las medidas restrictivas aplicadas por nuestro segundo socio comercial.

Los datos de la balanza comercial reflejan esta realidad. El vigoroso aumento de las importaciones, coherente con una demanda interna algo más dinámica, coincidió con una desaceleración de las exportaciones, contribuyendo a un déficit creciente en cuenta corriente.

Lo preocupante no es solo el impacto coyuntural, sino la naturaleza estructural de estas tensiones. Una política comercial más proteccionista en Estados Unidos, sumada a la reorganización de cadenas de suministro globales y a la competencia creciente de países emergentes, plantea un desafío de largo plazo. Chile debe reaccionar con pragmatismo: profundizar su red de acuerdos comerciales, consolidar su diversificación de mercados en Asia y Europa, y fortalecer su competitividad interna mediante innovación, infraestructura y capital humano.

El comercio exterior seguirá siendo un pilar esencial de desarrollo, pero no está blindado frente a cambios geopolíticos y económicos. Asumir esta realidad implica avanzar en una estrategia que combine apertura con resiliencia, evitando depender de un solo mercado y dotando a nuestras exportaciones de mayor valor agregado. Solo así el motor externo podrá recuperar su potencia y sostener el crecimiento que Chile necesita.

*El autor de la columna es economista

Más sobre:OpiniónMercadosComercio exterior

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

Promoción 75 aniversario: suscríbete hasta el 2 de octubre y participa del sorteo por 2 pasajes a B.Aires ✈️

Plan digital + LT Beneficios$1.300/mes SUSCRÍBETE