El derrumbe del castillo de naipes



Por Camilo Escalona, ex presidente del Partido Socialista

En inesperada confesión, el ministro de Salud dijo que sus “fórmulas de proyección”, relativas al impacto del coronavirus, habían sufrido tal impacto que “se han derrumbado como castillos de naipes“, se cayó la falsa vanagloria de Piñera y del mismo Mañalich que menospreciaron las nefastas consecuencias de la propagación del virus.

Con los científicos y trabajadores de la salud Chile tiene una deuda impagable. Han salvado muchas vidas, superando el límite imaginable de sus energías físicas y morales, arriesgándose por los demás.

Otra cosa sucede en el área de la autoridad política que piensa solo en sí misma. El brote de hambre por el paro “cuarentenal” y la falta de ingresos en los hogares se utilizan en beneficio oficialista, en especial con la manipulación mediática de las “cajas” con alimentos para las familias vulnerables. Aún más, esas compras se hacen con recursos de los municipios y las regiones anulando sus propias tareas ante la catástrofe.

Cuando las proyecciones caen, Piñera pide “acuerdo nacional”. Hizo lo que quiso, impuso un burdo Ingreso de Emergencia que llega a la menor parte de las familias afectadas, no le importó la catástrofe en ciernes y se jajajeo con sus ministros, por haber forzado a la oposición en el Parlamento a dejar pasar un monto que no cubre la alimentación de los hogares.

Ahora, con una concentración del poder sin precedentes en democracia, enfrenta el impacto del aumento de la cesantía y la falta de ingresos que produce hambre, por eso, la angustia y la rabia le pueden provocar otro “estallido”. En suma, hay una crisis social porque el gobierno encerró a las familias en sus casas sin ingresos. Los ahorros, ventas de artículos, trabajos esporádicos, todo se agotó y el gobierno negó el Ingreso de Emergencia que se requería. Más encima, el ministro del Interior, que tiene un monopolio informativo total y tapa los abusos policiales, pide “cuarentena para la política”, con inaceptable lógica autoritaria.

Ante la magnitud de la catástrofe social que se desató, hay que presentarle al gobierno los requerimientos de la oposición, sin complejos, el diálogo es para enfrentar la emergencia y no para simular un acuerdo nacional que no existe; por eso, es crucial insistir en un Sueldo Familiar de Emergencia por encima de la línea de la pobreza y en un programa de apoyo real a las micro y pequeñas empresas. Tienen que cesar los despidos. Además, se necesita la garantía que los ahorros fiscales son para fines sociales urgentes. Sería impresentable que hubiera hambre en la población y salvataje con platas fiscales de los grandes consorcios.

A mediano plazo debe haber un plan de financiamiento fiscal para asegurar la estabilidad del país, con un impuesto adicional a los “súper ricos”. El costo de la crisis no puede caer en la clase media y los trabajadores, más aún, cuando la pobreza se extendió por el territorio nacional.

Asimismo, se debe respetar el plebiscito acordado como base central del proceso constituyente para que Chile decida por el voto ciudadano, avanzar o no hacia una nueva Constitución, anhelo que esperamos los demócratas chilenos hace 40 años.

Eso es lo principal, respetar los derechos fundamentales de cada compatriota y evitar los abusos de los poderes económicos que siempre consiguen que otros paguen la cuenta. No se requieren fotos ni discursos, pero sí mínima sensibilidad para enfrentar la catástrofe social generada con el Covid-19 y el irresponsable triunfalismo del gobierno.

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