Opinión

El regreso de los toldos azules

Santiago 9 de julio 2025. Copamiento de carabineros en barrio9 meiggs luego de ataque de comerciantes ambulantes a inspectores municipales Dragomir Yankovic/Aton Chile DRAGOMIR YANKOVIC/ATON CHILE

En rigor nunca se fueron, pero la promesa del alcalde Mario Desbordes era liquidar este tema y la verdad es que los cambios han sido marginales y sería injusto omitirlo, si en este mismo espacio criticamos el desastre que dejó Irací Hassler.

Antes corresponde destacar los logros de Desbordes. El más importante fue despedir a la directora del INBA que usó a los niños con motivos políticos. Lo ideal sería formalizarla, pero haberla sacado es una señal valiosa. También comenzar a desarmar la Corporación de Desarrollo de Santiago, que ha sido usada como caja negra para pagar operadores o desviar deudas municipales. Otro logro es duplicar el número de guardias y llegar a 600 efectivos para cubrir las zonas con mayor concurrencia de delitos.

Pero ahí comienzan los pendientes. Pese a la importancia de la seguridad, aún no conocemos un plan potente. También falta mejorar hitos urbanos emblemáticos de Santiago Centro, que desde el estallido vienen en franca decadencia, y que darían una señal concreta de cambio de timón.

En esta columna quisiera sugerir algunas medidas para abordar estos asuntos. Partamos por Meiggs. Los copamientos policiales sirven poco, ya que los ilegales vuelven apenas se retiran los Carabineros. Tampoco es muy útil el “plan maestro” que -con buenas intenciones- financió la Cámara de Comercio y que Hassler quiso hacer suyo por motivos electorales. En estos delitos las obras urbanas sirven poco. Tenemos que cortar las cabezas económicas del monstruo, que son básicamente dos: el bodegaje de los productos ilegales y su distribución a los toldos azules.

Para lo primero es clave la “inteligencia predial”, que consiste en identificar a los propietarios de los inmuebles usados como bodegas, para reventarlos con multas, cerrarlos y/o expropiarlos. Esto funcionó con las casas okupas, que es –por lejos– el logro más importante de Hassler. Se requiere una fuerza de tarea combinada, con inspectores y policías infiltrados para detectar los inmuebles, analistas del SII para identificar a los propietarios y grupos operativos de Aduanas y policías para desalojarlos. Luego el Serviu puede expropiarlos y traspasar los inmuebles al municipio en comodato para poner oficinas o recintos policiales. Estos golpes deben ser semanales y con prensa.

Para romper la cadena de distribución debemos identificar las patentes de los vehículos que salen de las bodegas para instalar toldos y abastecerlos. Así se puede llegar al propietario, multarlo, requisar el vehículo y si el delito se repite, requisarlo y venderlo en remates también con prensa. La inteligencia predial también debe aplicarse para cerrar residenciales informales de inmigrantes, casinos ilegales y cualquier local con sospechas de ser lavado de dinero como barberías o pollerías.

Ahora vamos a los hitos urbanos. Se me ocurren tres donde el alcalde podría mostrar un cambio de tendencia. El primero es el parque Almagro, donde la clave es cerrarlo, mejorarlo e iluminarlo para erradicar las bacanales que tienen en vilo a los vecinos. Este proyecto fue dejado muy avanzado por el expresidente Piñera, al igual que el mejoramiento del paseo Bulnes, que podría ejecutarse en una segunda etapa.

El segundo foco es Bandera. La situación actual es insostenible y se ha propuesto reabrir la calle, lo que es resistido por los comerciantes. Una solución intermedia es clausurar el desnivel mediante una losa –no una reja- que permita llegar caminando hasta Alameda. Luego se cambian las luminarias y se ponen árboles como ocurrió en Estado, achicando el espacio para ambulantes. El tercer foco es el paseo Puente y el entorno del mercado Central. Este punto es más complejo, pero puede abordarse por etapas, partiendo por despejar el acceso a la estación del Metro con una reja, ordenar el comercio de frutas y verduras y retirar ambulantes.

El rescate del centro es una tarea fundamental para nuestro patrimonio y la cohesión social de la capital. El alcalde Desbordes tiene tiempo para lograr este objetivo.

Por Iván Poduje, arquitecto.

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