Opinión

Estado emprendedor

Por Alvaro Ossa, director de Transferencia y Desarrollo, Pontificia Universidad Católica de Chile

La pandemia mundial del Covid nos ha dejado varios aprendizajes. Tal vez uno de los más relevantes a largo plazo es el rol clave de la ciencia y la tecnología, no solo para resolver problemas contingentes a través de vacunas o tratamientos para enfrentar nuevos virus, sino también para diversificar la matriz económica y con ello poder enfrentar una potencial crisis. Según varios estudios, entre ellos el de Reikard en 2011, la inversión de I+D aumenta la productividad y el crecimiento económico de los países. En Estados Unidos, por ejemplo, el gasto en I+D explica 0,6 puntos porcentuales de crecimiento promedio desde la Segunda Guerra Mundial.

De acuerdo a datos del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento, e Innovación, Chile ha construido un ecosistema que se ha fortalecido durante los últimos años, con una comunidad científica pequeña pero productiva y de alto impacto. Sin embargo, el gran tema a resolver es la distancia que sigue existiendo entre investigadores y científicos con el sector productivo. Aún existe una baja colaboración entre empresas y universidades, el gasto en I+D del sector privado sigue siendo limitado y las empresas chilenas, en general, son poco innovadoras.

La buena noticia es que Chile cuenta con los mejores indicadores para emprender en Latinoamérica, y si esto se combina con la alta capacidad científica evidenciada, es coherente pensar en impulsar los emprendimientos basados en ciencia como un motor de desarrollo para el país. El Ministerio junto a Corfo crearon este año un nuevo programa llamado Startup Ciencia que, de acuerdo a lo proyectado, financiará cerca de 20 proyectos por hasta $220 millones.

La gran sorpresa fueron las más de 470 iniciativas que postularon al nuevo programa, situación que da cuenta de cómo ha evolucionado y se ha fortalecido nuestro ecosistema. Es de esperar que el Estado también nos sorprenda y pueda financiar todos aquellos proyectos que lo merezcan y no ocurra como en el pasado, que habiendo proyectos bien calificados, por restricciones estatales, no se logren financiar.

Hoy es cuando Chile debe dar un golpe de timón y reaccionar como el Estado emprendedor en el cual esperamos convertirnos.

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