La cuestión urbana



Por Luis Fuentes, Instituto de Estudios Urbanos, Centro de Desarrollo Urbano Sustentable UC

Hace unos días conocimos los resultados del catastro de Techo que mostraron un dramático aumento del número de familias viviendo en campamentos: un 73% de incremento respecto a 2019, es decir, más de 81 mil familias viviendo en las más precarias condiciones. Desde el año 2007 que esta cifra viene creciendo y solo es la cara visible del verdadero drama que está escondido en nuestras ciudades: el déficit habitacional y en especial el allegamiento. Según cálculos realizados por un estudio del IEUT y la Fundación Invica, el déficit habitacional al año 2017 era de alrededor de 470 mil viviendas. El mismo estudio señala que al ritmo actual, nos demoraríamos alrededor de 15 años en solucionar el déficit habitacional solo de los deciles de ingreso I al IV. Es decir, tenemos un grave problema que crece cada día más y nuestras políticas de vivienda no dan el ancho, a pesar de los esfuerzos.

Lamentablemente, este no es el único problema que enfrentan nuestras ciudades; al drama de la falta de vivienda se suma el problema de los “con techo”, familias beneficiadas por programas habitacionales que viven en barrios de las periferias urbanas de todo Chile, en viviendas con graves problemas constructivos, sin acceso a equipamientos y servicios, con graves problemas de inseguridad y desconectados de los centros de empleo. La lista de problemas es casi interminable, vivienda, movilidad, seguridad, áreas verdes, equipamientos deportivos y culturales y un largo etc.

Desde el punto de vista de las soluciones, en gran parte de las propuestas para avanzar existe consenso técnico, más allá de algunas diferencias en los matices. Por ejemplo, desde la creación misma del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano se vienen haciendo propuestas en materia de mercado de suelos, impuestos territoriales, beneficios tributarios, cambios en las políticas de viviendas y en la gobernanza urbana, regeneración urbana, entre otras muchas propuestas para implementar cambios. Todo esto a pesar de la diversidad de los integrantes de este Consejo.

¿Qué nos falta entonces? El consenso político. Sí, porque la planificación urbana es una práctica política técnicamente asistida, y, por tanto, requerimos que nuestras autoridades de gobierno y parlamentarios confluyan en un “gran acuerdo político por la ciudad”, y que nos permita al fin enfrentar estos graves problemas que afectan la vida cotidiana del 90% de la población chilena. Así se podrán implementar los cambios necesarios para incidir en los procesos de transformación urbana de largo plazo y enfrentar los desafíos de corto plazo. Podemos caminar y mascar chicle al mismo tiempo, pero para eso debemos tomar conciencia de la cuestión urbana.

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