Las prisas pasan…

pensionado


Lo complejo con el sistema de pensiones es que éste no es algo que se arregle fácil cuando no funciona. Por ejemplo, era difícil para los países europeos a mediados del siglo pasado prever que en 60 años tendería a disminuir mucho el número de activos por inactivos. Tampoco es fácil para estos países saber si los futuros activos, a pesar de ser menos, en términos relativos serán más o menos productivos que los actuales como para financiar a los inactivos. Era también bastante difícil predecir que las rentabilidades de 12,8% del sistema de pensiones (fondo C) en 1981 iban a caer a 1,74% en 2016. Al parecer fue difícil darse cuenta que un 10% de cotización con la que empezó el sistema de AFP en los 80s sería tan insuficiente para las actuales generaciones que se están jubilando. Al parecer fue extremadamente complejo predecir crisis económicas y financieras, y muchas mujeres siendo madres inactivas del mercado laboral. Esto es lo difícil con las pensiones, hay muchos parámetros y muchos riesgos.

Claro que en los sistemas públicos de seguridad social con beneficios definidos, todas estas incertidumbres no le llegan demasiado a los/as jubilados/adas. Éstos usualmente tienen derechos definidos: en Austria, tienes derecho a una pensión equivalente al 80% de tu salario, si contribuyes por 45 años y te jubilas a los 65 años; y luego, ese derecho va disminuyendo si las contribuciones van bajando. ¿Cómo se financia eso? Con las contribuciones de los/as trabajadores, empleadores/as y Estado. Igual podrían pasar cosas imprevisibles; podría caer una bomba este año y no habría suficientes recursos para pagar dichos derechos. En ese caso, algún parámetro se tendría que ajustar: más contribuciones, aumentar la edad de jubilación o más recursos del Estado, por ejemplo.

En un país como Suecia, por otra parte, no hay derechos definidos para los/as jubiladas, sino que la pensión es en función de lo contribuido (en una cuenta imaginaria que registra la historia laboral de los/as trabajadores/as), según una tasa de rentabilidad, también imaginaria, que se calcula en función de la tasa de crecimiento. ¿Cómo se financia? Con las contribuciones de los actuales trabajadores/as, empleadores/as y Estado. Aquí, la incertidumbre la vive el trabajador/ra, ya que si hay una gran crisis económica (o algo equivalente, como la maternidad y salir del mercado laboral para hacer trabajo no remunerado), en sus años activos no va a registrar cotizaciones. Claro que para disminuir esa incertidumbre se registran como trabajados los meses dedicados al cuidado y los períodos de desempleo. En este sistema público sin lucro, eso se puede.

En el caso de Chile, los/as trabajadores/as enfrentan la incertidumbre solos/as y es máxima: crisis económica, caídas en rentabilidad, maternidad, desastres naturales, bajas tasas de cotización, más años de vida, etc. Mientras las AFP tienen utilidades aseguradas siempre. Aquí en nuestro país, los/as trabajadores/as no tienen certeza de nada ni derecho a nada. ¿En qué ayuda a los/as trabajadores/as el actual proyecto de ley de pensiones a enfrentar este problema? Simple, en nada.

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