Por María José NaudonLo que se espera de nosotros

Votar no es un trámite; es una responsabilidad intransferible respecto del proyecto de sociedad que queremos construir.
Hoy confrontamos dos modelos:
El primero, liderado por Jeanette Jara, tiene una dolorosa carga genética: ser continuidad de un muy mal gobierno y representar al PC. Jara es la cara de un oficialismo marcado por la incapacidad de gestión y ejecución política. Un sector que, al menos en parte, validó la destitución de un presidente democráticamente electo, justificó la violencia y relativizó la importancia de respetar las reglas del juego. A eso se suma su militancia desde los catorce años en el PC. No se trata de un prejuicio abstracto; la historia reciente ofrece ejemplos de sobra. El legado de los regímenes comunistas es, en demasiados casos, pobreza, economías asfixiadas, cultura autoritaria y restricción de libertades individuales.
Al frente, las derechas proponen un modelo de sociedad basado en la libertad, el desarrollo y el crecimiento, que pone a las personas al centro y permite recuperar el dinamismo económico, la seguridad y mejorar la calidad de vida. Los tres proyectos del sector, sin embargo, distan de ser equivalentes: sus liderazgos, trayectorias, equipos y visiones de país son distintos. Por lo mismo, la decisión de quienes votan por la derecha es fundamental y decisiva: que las tres opciones sean legítimas, no significa que las consecuencias de elegir una u otra sean las mismas. Gobernar es extremadamente complejo y requiere capacidades muy distintas a las de captar votos. Un buen candidato no es por default un buen presidente. Tener convicciones claras es imprescindible, pero no basta para gobernar bien.
Una vez en la Moneda no sirve vociferar, no alcanza con desear, no basta con encadenar consignas, ni con culpar la herencia recibida. Por esto los votos útiles y los votos por temor tampoco alcanzan. Hay que votar por y con convicción. ¿Quién es realmente más competitivo frente a Jara, en una carrera que sería irresponsable dar por ganada? ¿Quién puede ofrecer mayor gobernabilidad, estabilidad y un camino claro hacia el progreso? ¿Quién puede articular las certezas que el país exige, sin olvidar que Chile no es una lista de urgencias? ¿Quién tiene la capacidad de articular mayorías que permitan avanzar en reformas profundas y sostenibles? ¿Quién puede construir buenos acuerdos y sostenerlos en el tiempo con visión, oficio y capacidad de conducción? ¿Quién ofrece esperanza y no, simplemente, exacerba el miedo?
La derecha tiene hoy una oportunidad excepcional. Puede limitarse a ganar (por supuesto esto ya es mucho), pero puede aspirar, además, a cambiar el país, conquistar el corazón de los chilenos y proyectar su ideario más allá de cuatro años. Si nos equivocamos, seremos una respuesta transitoria a un pésimo gobierno y eso es lo mínimo que se habría esperado de nosotros.
Por María José Naudon, abogada.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
2.
4.


















