Los últimos días de Trump en la Casa Blanca



Por Alberto Rojas, director del Observatorio de Asuntos Internacionales, Universidad Finis Terrae

A poco menos de dos meses para que Joe Biden asuma como el 46º Presidente de Estados Unidos, Donald Trump parece querer demostrar que gobernará la mayor potencia del planeta hasta el último minuto de su mandato.

En estricto rigor, nadie espera una especie de “interregno” hasta enero de 2021. Sin embargo, lo cierto es que administraciones salientes previas no solo han hecho mucho más fácil y amable la transición; también han evitado tomar decisiones de alto impacto o que pudieran complicar la gestión del gobierno entrante.

Por eso resultó tan sorprendente, hace algunos días, que Trump despidiera al secretario de Defensa Mark Esper y que en su reemplazo nombrara en forma interina a Christopher Miller, quien ocupaba el cargo de director del Centro Nacional de Contraterrorismo.

No contento con eso, luego Trump ejecutó una serie de cambios en altos puestos civiles dentro del Pentágono, casi como una purga en contra de los funcionarios más cercanos de Esper, para reemplazarlos por figuras “leales” al Mandatario.

La explicación llegaría poco después, cuando Miller anunció la reducción de tropas estadounidenses en Afganistán e Irak para el próximo 15 de enero, solo cinco días antes de la llegada de Biden a la Casa Blanca.

Estados Unidos lleva años tratando de salir de Afganistán, país que invadió tras los atentados terroristas de septiembre de 2001, con el objetivo de atrapar a Osama bin Laden y acabar con Al Qaeda. En el proceso, acabó derrocando al gobierno de los talibanes, que se replegaron en forma de guerrilla. Desde entonces, otros aliados de EE.UU. (principalmente de la OTAN) han ayudado a mantener en pie el frágil gobierno en Kabul, mientras que los talibanes fueron reconquistando el país y hoy controlan cerca del 50% de su territorio.

Durante el último año, el gobierno de Donald Trump mantuvo negociaciones con los talibanes para avanzar en un retiro estadounidense, pero aún faltan garantías de que esta guerrilla no brindará apoyo a grupos como Al Qaeda o el Estado Islámico. Mientras tanto, aliados de EE.UU. con tropas en Afganistán se preguntan cómo los afectará el anuncio de Washington de pasar de 4.500 efectivos a solo 2.500.

El caso de Irak es un poco menos complejo, tomando en cuenta que en 2011 Barack Obama retiró al grueso de las tropas estadounidenses en ese país, invadido por Estados Unidos (2003) luego que George W. Bush acusara al régimen de Saddam Hussein de tener armas de destrucción masiva, que jamás fueron encontradas. Ahora Trump busca pasar de 3.000 a 2.500 efectivos.

En ese contexto, “The New York Times” reveló hace pocos días que Trump se reunió con sus asesores para evaluar opciones de ataque contra las principales instalaciones nucleares de Irán, ubicadas en Natanz. La operación, que consideraba el uso de misiles o ciberataques, finalmente no se concretó, ya que el secretario de Estado, Mike Pompeo, junto con Miller, lograron disuadirlo al explicarle que una acción de ese tipo podría escalar a un conflicto mucho más grave.

No hay que olvidar que las relaciones entre EE.UU. e Irán han sido malas desde el triunfo de la Revolución Chiita, en 1979. Y que el acuerdo nuclear de 2015 -firmado por Irán y seis potencias internacionales (China, EE.UU., Francia, Inglaterra, Rusia y Alemania)- fue el primer gran avance diplomático en décadas. Al menos, hasta que en 2018 Trump retiró a EE.UU. del acuerdo.

De esta forma, el escenario que Trump le podría dejar a Joe Biden en Medio Oriente podría ser mucho más complejo y peligroso de lo que ya ha sido en los últimos años.

Pero Trump también ha tomado decisiones polémicas en el plano interno: la semana pasada anunció el inicio del proceso para otorgar concesiones de petróleo y gas en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico, en Alaska, antes del 20 de enero. Una medida más que polémica, ya que Joe Biden y diferentes organizaciones medioambientales se han opuesto reiteradamente a esta medida.

Es probable que estas medidas no sean las únicas que veamos en lo que resta del polémico y disruptivo gobierno de Donald Trump. Y que lejos de facilitar la transición, hagan aún más difícil el trabajo de Joe Biden desde su primer día en la Casa Blanca.

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