Los verdaderos contribuyentes

12 Abril 2016 Fachada de las Oficinas del Servicio de Impuestos Internos de calle Suecia. Foto Andres Perez.

Por Mauricio Loy, abogado socio de Loy Letelier Campora

Se discute hoy en el Congreso la llamada “ley corta de pensiones”. La moción legislativa se basa en dos medidas tributarias que llaman la atención; agregar como hecho gravado con IVA la prestación de servicios y la resolución final del tratamiento, a nivel de impuesto de herencia, de los seguros de vida.

Pareciera ser entonces que “las grandes empresas”, como prestadoras de servicios y las malévolas compañías de seguros, finalmente pagarán su “parte proporcional” de la torta. Sin embargo, el análisis impositivo dice otra cosa.

Partamos con el análisis del IVA a los servicios. Lo primero que llama la atención es que el hecho gravado que se propone desnaturaliza la actividad en pos de quien realiza la actividad. Tanto es así, que si el servicio es prestado por una persona natural el mismo no recargaría IVA a sus clientes; si, por el contrario, ese mismo servicio lo presta una empresa de servicios, formalmente constituida, los clientes de dicho servicio deberán pagar IVA. La desnaturalización jurídica del impuesto dará para discusiones académicas eternas, pero el efecto realmente preocupante es que el incentivo hacia la informalidad es claro. Si usted presta servicio con boleta como persona natural, sin una estructura para poder contratar o para poder crecer, el legislador lo premia. Si usted pretende una actividad formalmente organizada, con capacidad de respaldo a sus clientes y mejor capacidad de control para el SII, el legislador les impone a los clientes de estas estructuras una mochila de 19% adicional.

Adicionalmente, el “incentivo” del sistema propuesto tiene un efecto oculto importante. Aquellos prestadores de servicios que sean personas naturales descubrirán que el “beneficio” de no cobrar IVA a sus clientes trae aparejado el efecto que ellos, por prestar sus servicios como personas naturales, no podrán rebajar sus gastos (por ejemplo, el arriendo de su oficina). Así, el “beneficio” de 19%, que promete el proyecto, trae aparejado, de manera oculta, el efecto de una mayor tributación de hasta un 40% sobre sus gastos. Marcador del partido, entre 16% y 21% en contra de los contribuyentes.

Lo segundo que llama la atención es que la fórmula de tributación elegida es, por definición, una fórmula de imposición indirecta. Cada vez que usted contrate con una empresa formal un servicio donde, hasta hoy, no se le cobraba IVA (como es el caso de cualquier asesoría, un servicio de arquitectura, de organización de eventos, de diseño gráfico, de ingeniería o un servicio de defensa judicial), será usted quien se encontrará con un “pequeño” agregado de 19% sobre el precio. Serán entonces los clientes, y no las empresas prestadoras de servicios, quienes están llamados a pagar más impuestos. ¿La alternativa? Contratar solo a una persona natural, quien, en caso de problemas, está siempre a un llamado telefónico no contestado de desaparecer para siempre.

Vamos al caso de los seguros de vida, donde “toda suma”, incluido el capital, pasa a ser “renta”. Ejemplo, si usted entrega $100 pesos de capital a una compañía de seguros, y al momento de su muerte esos mismos $100 son pagados a la masa hereditaria, el proyecto propone, contra toda lógica económica (y francamente contra el sentido común más básico) que esa masa hereditaria “incrementó” su patrimonio. ¿Qué existe entonces detrás de esto? Nada más que la creación, oculta, de un impuesto al capital. Nuevamente los contribuyentes no son las malvadas compañías de seguro. Somos todos que tuvimos la idea (hoy, al parecer, teñida de “abusiva”) de precaver el sustento futuro de nuestra familia.

Podemos entender entonces que tras los titulares rimbombantes se esconde una triste realidad. Quienes han visto mermadas sus pensiones, por aplicación de malas políticas públicas, son quienes ahora están siendo llamados a financiar, con más y más impuestos, las malas decisiones que ellos no tomaron; y como guinda de la torta, todo con un lindo incentivo a incrementar la informalidad tributaria en la industria de servicios.

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