¿Narcisistas?

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Las "tomas feministas" en las universidades han generado tan inquietantes declaraciones que cuesta no escribir de este tema, a pesar de que es irritante, especialmente para las mujeres, pero la cantidad de idioteces dichas no hacen nada por iluminar el conflicto (parafraseando a Beauvoir, 1949). Las han catalogado de "narcisistas", apoyadas por mujeres solteras y sin hijos, han llamado a controlar las "debilidades humanas" para evitar las "tentaciones" y no provocar un radicalismo feminista. El contenido desconcierta, no solo por venir de voces de hombres con poder, sino porque refleja el nivel de inconciencia del tema.

El conflicto particular surge porque hay varias demandas de acoso sexual y abuso sexual en espacios universitarios, lo que a todas luces no es solo inmoral, sino que ilegal. A pesar de eso en algunas universidades chilenas el delito no está tipificado como tal y en otras las sanciones son irrelevantes. Por eso y no menos, las feministas se están movilizando.

Ahora bien, este conflicto particular es reflejo de un problema más general. Más del 80% de quienes están en el 1% más rico son hombres en Canadá, 85% en Inglaterra (Atkinson, Casarico y Voitchovsky, 2014). Además, las mujeres son propietarias de una mínima parte de la riqueza en el mundo y la mayor parte de la pobreza son mujeres (Oxfam, 2018). Finalmente, según datos de la OCDE (2014), Chile es el segundo país con menor representación política femenina. Las mujeres no tienen poder ni económico ni político.

Hay quienes argumentan que esta desigualdad es producto de un "orden natural" y por lo tanto es ineficiente alterar con cuotas de poder político o en directorios de empresas, por ejemplo. Pero, ¿cómo puede ser un "orden natural" lo que es resultado de condiciones iniciales de injusticia social, en este caso producto de la fuerza bruta? Las mujeres han estado históricamente ausentes de las decisiones (y las opiniones) que se toman en el espacio público, mientras se hacen cargo de las labores de cuidado y reproducción de la vida (mayor parte del trabajo no remunerado), y esto no fue elegido por ellas. Los estudios en educación han mostrado que el sistema educativo sesga las creencias culturales con respecto al rol que puedan jugar en la sociedad desde muy temprano. La desigualdad de resultados, por ende, no proviene de un juego justo.

A su vez, en el actual sistema económico, social y político quienes toman las decisiones en todo orden de cosas, sobre todos y todas, son unos pocos que tiene el poder para hacerlo. Se produce entonces una contradicción porque aun cuando formalmente exista hoy democracia y libertad, la mala distribución del poder injustamente adquirido, no la hace real. Los movimientos feministas están revelando esta contradicción y están disputando el poder de decidir cómo se vive la vida en sociedad, exigiendo cambiar las reglas del juego aun cuando no son las dueñas de la riqueza material. Están demandando una democracia real. Esto no es narcisismo, sino tomar conciencia.

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