Narcopolítica

SEÑOR DIRECTOR

El concepto narcopolítica -es decir, el estrecho vínculo entre traficantes de droga y autoridades- tradicionalmente lo hemos mirado con distancia y asociado a países de Centroamérica y México.

Sin embargo, el conflicto por eventuales irregularidades durante la última elección interna del partido más grande de la oposición -medido por el 11% que tiene del total de escaños de la Cámara de Diputados y más de 17% en el Senado- derivó en una serie de acusaciones que están acercando ese concepto a la imaginación de la ciudadanía.

El hecho de que exista la posibilidad de que en el padrón electoral de esta colectividad figuren individuos inscritos en un domicilio vinculado a un narcotraficante, entre otras supuestas irregularidades, no hacen más que profundizar la desconfianza ciudadana en estas entidades.

De esta manera, queda en evidencia que es imprescindible que los partidos políticos sean rigurosos al momento de revisar sus padrones electorales, que sus organismos éticos funcionen de verdad y no sean meramente saludos a la bandera, y así prevenir este tipo de situaciones.

Frente a esta clase de hechos, las señales que den los partidos tienen que ser de verdad y contundentes. No basta con expulsiones sin ningún tipo de efecto práctico.

Es decir, para resguardar la integridad de determinado partido como institución, sus principales dirigentes deben interponer las denuncias correspondientes ante el Ministerio Público sin titubeo ante la mínima sospecha de cualquier tipo de vínculo con el narcotráfico, caiga quien caiga.

Estamos a tiempo para evitar que, en el futuro, personajes dedicados a uno de los delitos más deleznables penetren en organizaciones clave para el funcionamiento de la democracia.

Alberto Precht                                                                                                                                                                 Director ejecutivo de Chile Transparente