Opinión

Ratas

Rata laboratorio

Ocurre a veces que al seguir la pista de noticias que aparecen sin importancia en un medio, se descubren mundos que generan vértigo. Tal es el caso de una publicación en una prestigiosa revista científica del año 2022, donde se señala que se está experimentando con el implante de neuronas humanas en cerebros de ratas. El objetivo es proveer un medio para que estas células sumamente especializadas puedan sobrevivir, y así poder entender su función y relación para el tratamiento de enfermedades complejas: epilepsia, esquizofrenia, trastornos del ánimo, o directamente, encontrar mecanismos de reparación que permitan, por ejemplo, sanar una médula espinal seccionada que ha producido parálisis, o un trozo de cerebro destruido por un infarto.

El reporte agrega que además de la viabilidad de estos implantes, el tejido humano creció hasta ocupar un tercio del cerebro del ratón, y al estimularlo directamente, es capaz, este cerebro “humanizado”, de tomar control de las conductas del animal. Esta publicación verídica, da pie a la publicación de un reciente libro, “Ecos de la Soberbia”, de Mario Waissbluth, cuya lectura es altamente recomendable por los cuestionamientos éticos que plantea.

Las preguntas son terribles: ¿Es moral implantar células humanas en animales?, ¿qué derechos tienen estas nuevas criaturas?, ¿cuándo una investigación deja de ser científica para convertirse en un riesgo global?, ¿se justifica el ocultamiento de resultados por la presión académica o el miedo al fracaso?, ¿dónde trazamos la línea entre humano y no humano?

La ciencia ha devenido en tecnología utilitaria, lo que explica que gran parte de su financiamiento provenga de empresas privadas o defensa. Ya no es solo entender el universo, cuántico o clásico-newtoniano, sino vincular el conocimiento con el uso concreto y próximo, y si la utilidad es bélica, mejor. El experimento que la revista Nature reportó inicialmente es hoy fuente de una verdadera carrera armamentística murino-humana, sin mencionar lo que implica usar este desarrollo en otras especies como primates no humanos.

Nuestra cultura está definida por el Determinismo Tecnológico. Como tanto se ha advertido respecto a la Inteligencia Artificial, todo lo que se puede hacer, se hará, volviendo a la frase “El hombre es la medida de todas las cosas”. Pareciera que el único criterio válido es el uso. Esta tecnología, ¿le da más poder o riqueza a quienes se definan como “nosotros”?, ¿se podrá con ella prescindir del trabajo humano?, ¿queda algún espacio para reflexión moral con consecuencias normativas?

El libro “Ecos de la Soberbia” gatillará una reflexión seria. Trae a casa temas que parecen lejanos; pero no contamos con una legislación específica, las reglas de investigación, o no existen (un proyecto de ley descansa en el Congreso desde el 2017), o son muy fáciles de vulnerar.

El autor del mundo post-murino, Sergiu Paşca, podría ganar premios por sus avances; y también podría arrepentirse, como el mismo Alfred Nobel hizo por inventar la dinamita.

Por Jaime Mañalich, médico

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