Opinión

Sentido común

Fotos referenciales: Cencosud.

Ortega y Gasset decía que era el menos común de los sentidos, frase que debe interpretarse como una advertencia de que se usa poco, pero no que la mayoría carezca de él. De hecho, la fábula del Flautista de Hamelín no se hace realidad con la frecuencia que podría suceder. La gente se percata de los peligros y el sentido común aparece en los momentos más importantes.

Uno de los perversos efectos de la ideologización es que quienes caen capturados por ella se separan de la realidad, sus construcciones intelectuales se enrevesan más y más al punto que son observados como personas que se han extraviado. Eso es lo que pasó con el proyecto de texto constitucional de la Convención, por varias razones sencillas de comprender.

Por ejemplo, la gente entiende que hacer una Constitución es algo complejo, que requiere altos niveles de especialización y experiencia, que no se puede hacer desde la ducha, ni cantando canciones estrambóticas. También, que en Chile vivimos los chilenos, que somos básicamente una Nación, que tenemos una historia, admiramos a Arturo Prat, celebramos nuestra Independencia -en el fondo, lo que somos- el 18 de septiembre y lo hacemos comiendo asados, empanadas y tomando vino tinto. Alguien me dirá que ese es un estereotipo impuesto culturalmente; puede ser, pero a la mayoría nos gusta, queremos creerlo y sentirnos parte del relato que lo sostiene.

Entonces, eso de que seríamos plurinacionales, que sus redactores se sentían “agredidos” por nuestra bandera, que habría sistemas de justicia diferentes y terminarían con el Senado, al que ahora postulan, era más de lo que el sentido común podía tolerar. Cualquiera que haya leído El Quijote sabe que la vida es la tensión y el equilibrio constante entre el idealismo que sueña con un mundo distinto y ese realismo básico, pedestre, que montado en un burro nos recuerda el límite de lo posible.

Esta semana la Conadi me hizo reflexionar sobre todo esto, porque su informe acerca de la afectación que, a las comunidades indígenas, provocaría un centro comercial que se pretende construir en la comuna de Vitacura, entre el Colegio Saint George y el diario El Mercurio, en el que se exigiría incluso -según he leído- la recomendación de realizar algún tipo de ceremonia para consultar a los espíritus de los ancestros, es más de lo que el sentido común resiste.

Poco ayuda este organismo a los pueblos originarios, convirtiendo muchas de las que pueden ser justas y, por lo tanto, razonables reivindicaciones en requisitos arbitrarios, impuestos en procesos formales, que se perciben alejados de la realidad obvia, chocando con el sentido común más elemental.

Toda cultura tiene una dimensión espiritual digna de respeto, lo que supone que se exprese en el contexto adecuado y que quienes profesan esas creencias tengan una pretensión razonable del alcance que puede darse a sus convicciones. En esta ocasión, la Conadi les hizo un daño muy grande a los pueblos originarios, los puso contra el sentido común y todos sabemos como termina eso.

Por Gonzalo Cordero, abogado

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