¿Un futuro feminista?

A pesar de los innegables avances, los dolorosos retrocesos y los guiños que desde las estructuras de poder se hacen a la causa, pareciera ser que, al menos por ahora, el futuro de una sociedad feminista seguirá dependiendo principalmente de la lucha de las propias mujeres.



La crisis sanitaria y económica nos hace constatar una vez más que durante los tiempos recios son las mujeres las más afectadas. Mirando los datos de una reciente encuesta Criteria sobre feminismo, podríamos concluir que, pese a ello, el futuro será feminista.

Esto por cuanto el estudio señala que, tanto para hombres como para mujeres, el imaginario social sobre feminismo está positivamente connotado, relacionado a valores como igualdad, equidad y derechos, en clara sintonía con la demanda colectiva imperante. Aun cuando son las mujeres quienes en mayor medida equiparan la noción de feminismo a igualdad de derechos y las que tienen mayor universo de significados para referirse al concepto, los hombres no se quedan atrás, reconociendo principalmente valores positivos en el feminismo.

Complementariamente, las constataciones o reconocimientos sobre las brechas de género aparecen también bastante transversales en ambos sexos. Hombres de diversas edades reconocen las barreras que afectan a las mujeres en nuestra sociedad y, más allá de que en los hechos las soslayen (mos), son (somos) conscientes de ellas: menos oportunidades laborales, peores sueldos, maltrato, discriminación, acoso y mayores responsabilidades domésticas y de cuidados. entre otros.

Para mayor abundamiento, el 85% de los hombres reconoce que las mujeres pueden ser tan buenas o mejores que ellos como líderes políticas, ejecutivas o trabajadoras. Esto deja al descubierto que, a diferencia de los que se sostenía décadas atrás, el machismo latente en nuestra sociedad operaría con total conciencia de las desigualdades.

Hasta aquí el horizonte feminista aparece despejado, más cuando el estudio de Criteria señala que el nivel de identificación con el movimiento alcanza a más de un tercio de las mujeres del país (36%) y a un cuarto de los hombres (26%).

Sin embargo, el panorama empieza a nublarse para el feminismo cuando observamos la tremenda brecha que se abre entre hombres y mujeres en el grupo más joven de la población encuestada. En el rango etario entre 18 y 24 años, la adhesión al movimiento y sus causas alcanza a un 63% de las mujeres y sólo al 21% de los hombres, la mayor brecha entre sexos de todas las generaciones encuestadas.

Una lectura posible es que las generaciones de hombres más jóvenes se revelan frente a un movimiento que disputa abiertamente el poder masculino y del cual ellos pudieran sentirse como las principales “víctimas”.

Una segunda posibilidad es que la fragmentación identitaria que ha impactado a la generación globalizada que nació con un smartphone en la mano esté afectando más a hombres que a mujeres jóvenes. Mientras los hombres no logran generar aún códigos comunes de identidad para nuevas formas de masculinidad entre pares, las mujeres nacidas este siglo, movimiento feminista mediante, han logrado articular una identidad colectiva femenina, que, aunque diversa, ofrece un todo al que pertenecer.

Otra conjetura pudiera apuntar al hecho que los hombres más jóvenes son más realistas y menos “políticamente correctos” en sus respuestas que los de más edad. Conjetura verosímil a la luz de los datos que refieren que un 86% de la ciudadanía encuestada considera que vivimos en un país principalmente machista y de los retrocesos concretos experimentados por las mujeres durante la pandemia.

Sin duda el posicionamiento de las nuevas generaciones de hombres sobre la viabilidad de un futuro feminista hace parte de una madeja mucho más compleja y multivariada de aprehensiones y reservas de las que se pueden problematizar en esta columna, escrita desde un presente feminista simbólicamente cargado de deseabilidad social.

Si bien el distanciamiento de los jóvenes no ha inhibido la ampliación de la base social del movimiento, deja sus reivindicaciones principalmente en manos de sus compañeras de generación. A pesar de los innegables avances, los dolorosos retrocesos y los guiños que desde las estructuras de poder se hacen a la causa, pareciera ser que, al menos por ahora, el futuro de una sociedad feminista seguirá dependiendo principalmente de la lucha de las propias mujeres.

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