Carta de una madrastra a la mamá de los niños

Nadie sabe lo que significa ser madrastra hasta que no se convierte en una.




“No sé qué es peor. Si que te digan madrastra o ex. Los dos sustantivos me resultan feos, peyorativos, ásperos. Con una carga social propia de una película de Disney donde pareciera que siempre estaremos en conflicto. Como si una fuese la buena y otra la mala. Una víctima y otra antagonista. Derechamente mala. Boicoteadora. Cruel con los niños. Una figura terrible y destructiva.

Lo cierto es que nadie sabe lo que significa ser madrastra hasta que no se convierte en una. Probablemente tú tampoco sabías lo que era ser “la ex” hasta que lo fuiste. Y desde ese rol hemos tenido que aprender a relacionarnos estrechamente, aunque no nos veamos nunca. Aunque no nos hablemos nunca. Aunque estemos bloqueadas de mensajerías instantáneas y redes sociales. Aunque probablemente nos odiemos algunas veces. Tenemos que siempre fingir (ojalá algún día no) una frágil cordialidad porque tenemos en común a personas que nos importan demasiado: tú a tus niños y yo a tu ex marido. Y a ratos a tus niños también. Porque, aunque te parezca inverosímil, yo también he llegado a quererlos, y el bienestar de ellos, cuando no están contigo, también depende de mí.

Es raro ser madrastra. Yo soy una hace varios años ya. Y ha sido un camino sinuoso, lleno de baches y donde pocas veces me he sentido en control de lo que viene. Creo que esa es la parte más compleja. Somos una figura que se mete en la historia de una familia que ya existía. Que no deja de ser familia pese al quiebre. Una familia que se está transformando (sobre todo cuando hay niños chicos). Y pareciera, a ojos de todos, que uno está libre y ajena a todos los cambios, pero en el fondo somos las más involucradas. Tenemos que aceptar decisiones que se toman y nos impactan, muchas veces profundamente, y no pudimos ni siquiera participar de la discusión. Y cuando se discutió tampoco hubo alguien que estuviera velando por nuestros intereses.

Se asume que nuestras emociones quedan de lado. Porque estamos ahí para contener y ayudar. Sólo si nos piden. Sino es porque nos estamos metiendo demasiado. Es como si tuviéramos que estar siempre esperando acatar instrucciones. Disponibles. Para ir, volver, resolver. Hacer. O soltar. Sin tomar mucha iniciativa. Pero sin ser tan pasivas tampoco, porque eso ya es desinterés. Y es tan difícil moverse con seguridad cuando existe tanto recelo.

Yo no quería ser mamá y siempre pensé que encontraría a un hombre que ya tuviera su paternidad resuelta. Sabía que probablemente nunca sería la primerísima prioridad o que los días con niños mi relación entraría “en pausa” hasta que se vayan. Pensaba que así no se sacrificaban tantas libertades. Sabía que no sería fácil querer o cuidar a hijos ajenos. Podía visualizar e imaginar muchas situaciones que han pasado.

Pero, siendo honesta, nunca pensé en ti. En la ex. Y lo complejo que podría resultar relacionarse. Pese a que a lo largo de los años hemos tenido chispazos de brillantez y todo ha fluido bien por momentos, lo cierto es que la mayoría de las veces hemos estado en posiciones encontradas. Y aunque creo que siempre tendremos curiosidad y desconfianza al mismo tiempo, como si tuviéramos que ser enemigas por default, también creo que si nosotras mismas no rompemos ese estereotipo, va a seguir siendo eternamente así.

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MUJER - MADRE - MAMA - BEBE - HIJO - HIJA - MATERNIDAD - AMOR - CARIO MATERNO - CUIDADOS MATERNOS - SILUETA - SOMBRA - SILUETAS - SOMBRAS

Me parece super necesario que dejemos de ver a las ex de nuestras parejas como una enemiga, como si estuviéramos en una constante guerra. Eso es algo que nos han “enseñado” culturalmente, pero que no tiene por qué ser así. Yo no tengo ningún interés en quitarte tu espacio o el que estás empezando a construir para ti. Estoy más bien construyendo el mío. Y es paradójico tener que aceptar que siempre vas a estar ocupando una parte de él.

Así, lo ideal sería que, en ese camino, más que enemigas fuéramos aliadas. No digo que amigas, pero sí socias. Y así dejemos de estar en una competencia constante. Que nos tengamos paciencia y respeto. Tratemos de dejar atrás los prejuicios y cohabitemos amablemente en este formato enlazado en que la vida nos encontró. Por el bien nuestro y el de todos los seres que tenemos cerca.

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