En el jacuzzi con Vanesa Borghi
Proveniente de una familia de esfuerzo, esta argentina nacionalizada chilena siempre soñó con brillar, pero le costó: 2 centímetros la dejaron abajo de la pasarela y ha tenido que trabajar duro para hacerse un lugar en la TV. Coanimadora de Kike Morandé, está casada con un ingeniero que la impulsa a fijarse metas y a cuidar rigurosamente su cuerpo. Ambos pasan buena parte del tiempo en el hotel Ritz,donde se realizó esta entrevista, mientras ella se relajaba en el jacuzzi.

Paula 1223. Sábado 8 de abril de 2017.
"Te espero en el piso 15 del Ritz. Voy a aprovechar de meterme al jacuzzi para relajarme. Trae tu bikini". Media hora antes de encontrarme con Vanesa Borghi, recibí este audio de whatsapp. No alcancé a ir por mi bikini, pero cuando la encontré en el último piso del hotel ella insistía en prestarme uno suyo, con tal relajo que no pude negarme. Como sospechaba, la parte de arriba me quedó volando: Vanesa se puso implantes de 285 cc hace más de 10 años en Buenos Aires, lo único que se ha operado "hasta ahora", dice. Mientras nos hundíamos en el agua caliente me reía pensando cuántos hombres pagarían por estar en mi pellejo: en un jacuzzi con la mujer más irresistible de la TV chilena, la reina del estelar del pueblo que deslumbra mientras chacotea junto a Kike Morandé las noches de viernes y sábado. La única que terminó con la rotación de "chicas Morandé" convirtiéndose hace seis años en la coanimadora del programa más visto del fin de semana.
Sí, Vanesa tiene un cuerpo increíble pero es más flaca de lo que se ve en televisión; pero es una flaca tonificada. Lo más impresionante es su piel: lisa, brillante, color canela. Ni un solo rastro de arrugas, ni poros, ni manchas. Después de horas de conversación reconocerá que la tiene así porque no come lácteos y porque consume un largo listado de vitaminas y antioxidantes que, junto a uno que otro tratamiento estético, asegura la tienen mejor que hace seis años.
Pide dos cafés cortados. "Tranquila son con leche de soya; ellos saben", asegura. Se mueve como si estuviera en su casa.
¿Vienes siempre al Ritz?
Soy socia desde que me casé con Danilo (Sturiza) hace cinco años. Su familia es de los primeros socios del hotel. De hecho nos casamos aquí en una fiesta con los más cercanos, como 50 personas. Todavía no me caso por la Iglesia, es una deuda que tiene mi marido conmigo porque a mí me encanta el tema religioso, la misa, la Iglesia. De chica fui monaguillo. Es un tema importante para mí. Mira ahí está mi marido.
Se asoma Danilo Sturiza (46 años, ingeniero civil, gerente de una empresa de inteligencia artificial), vestido con ropa deportiva, listo para entrenar. Saluda muy entrador. Con ella es un dulce. Llevaba un buen rato pendiente de la entrevista hasta que no pudo resistir entrometerse. "Lo que pasa es que vivimos en un departamento en El Golf, a dos cuadras de aquí, pero no tiene piscina. Entonces este es como nuestro jardín, por eso venimos tanto", explica Danilo. Y agrega: "Sobre el matrimonio: yo era separado, con dos hijos y no quería casarme nunca más en la vida. Pero Vanesa me cambió el esquema y me terminé casando porque entendí que ella no lo había hecho, y cedí. Tampoco quería fiesta, prefería un viaje, pero ahí también cedí. Lo de la Iglesia siempre me lo saca en cara y, aunque a mí no me llevas a misa ni amarrado, sí es un tema pendiente porque a ella le importa mucho".
Vanesa se ríe y le dice: "Hey, la entrevista es mía".
¿Danilo siempre está tan pendiente de ti?
Somos de vernos varias veces durante el día y en lo laboral siempre está ayudándome. Desde que estoy con Danilo hacemos un análisis Foda todos los semestres: él me ha ayudado a guiar mi carrera, a identificar mis fortalezas, debilidades y a establecer metas concretas. Nada de lo que he conseguido en mi vida ha sido por suerte, todo lo he buscado, planificado.
¿Él es como tu administrador?
No. Él es mi fan número uno.
Antes de irse, Danilo agrega: "Administrador, jamás. Soy como el planificador estratégico: ¿qué queremos hacer este año?, ¿adónde queremos llegar? En las propuestas económicas, por ejemplo, yo le digo: '¿Por qué vas a cobrar esa huevada? Cobra el triple'. Y se lo dan. Ella no sabía cobrar".

Una familia de esfuerzo
Vanesa Borghi nació queriendo ser famosa y creció en Pilar, a 50 minutos de Buenos Aires. "Era como del campo, en esa época habían con suerte 10 casas en ese lugar. Soñaba con luces, con brillar, con ser una modelo famosa", cuenta. Tiene solo una hermana, cuatro años menor, su mamá era dueña de casa y su papá trabajó toda la vida como supervisor en una enfermería. "Una familia de mucho esfuerzo que consiguió salir adelante porque mi mamá vivía buscando en qué ahorrar y haciendo maromas para que llegáramos bien a fin de mes". A los 15 años Vanesa empezó a tocar puertas en agencias de modelaje. "A mí nadie me descubrió, yo tuve que remar para ser modelo y me costó mucho". Tanto que en un inicio ella pagó a una agencia para que le enseñaran a modelar y a fotografiar. Con eso logró entrar a Dotto Models –la agencia que lanzó a la fama a Valeria Mazza, a Pampita y a Dolores Barreiro–, y ahí, de tanto presionar, comenzaron a ofrecerle opciones de viajes a otros países para probar suerte en comerciales y fotos. "Nunca hice pasarela, mido 1,75, eran dos los centímetros por los que no calificaba". La primera vez que se subió a un avión fue a los 17 años cuando se vino a probar suerte a Chile donde hizo su primer comercial para La Polar. Aquí le llovieron ofertas. Después se fue por algunos meses a España y a China donde no le fue tan bien. "En ese momento estaba de moda la piel blanca entonces no calzaba con el prototipo. Era muy morenita para ellos. Igual nunca se gana mucha plata porque te descuentan todo: la movilización, la casa donde vives, te sacan doble comisión por la agencia de allá y la agencia madre en Argentina; al final te quedas con poco. Pero yo estaba cumpliendo mi sueño".
Tu infancia no se parece en nada a la vida que llevas hoy, con comodidades, viajes.
Aprendí muchísimo de lo que me tocó ver en mi familia. De chica me dediqué a tener mi propia plata y a cuidarla; hoy lo que tengo es porque toda mi vida he ahorrado. Hace muy poco que estoy disfrutando, relajándome, comprándome lo que quiero, viajando, invitando a mi marido. Él me ha ayudado a cambiar mi mentalidad, siempre me dice: "relájate, ya tienes tu casa, tienes tu auto, tienes ahorros. Disfruta".
¿En qué gastas tu plata?
Hoy, en calidad de vida. En viajes. Somos buenos para salir a comer a buenos restoranes. En ropa también, pero compro poco y de buena calidad. Soy de las que van al Distrito de Lujo y salen con bolsas de Carolina Herrera o con una cartera de marca, pero lo hago de vez en cuando.
Desde 2001, cuando decidió venirse a vivir a Chile con 17 años, hasta 2012 que entró a Morandé con Compañía, Vanesa Borghi estuvo siempre trabajando en televisión: fue modelo de estelares como Noche de juegos. También encargada de ordenar los billetes y hacer las menciones con Don Francisco en Atrapa los millones. Pasó por varias áreas de Canal 13: condujo El tiempo, colaboró en el área deportiva e hizo un papel como actriz en la teleserie Peleles. Hizo secciones en los matinales Buenos días a todos y Bienvenidos. Incluso fue chica reality en 1910 de Canal 13. Pero son pocos los que se acuerdan de ella en esa época. El hito que puso a Vanesa Borghi en boca de todos fue su presentación en la Vedetón 2012, noche en que Kike Morandé la fichó y la pidió para su programa. Ahí vino el despegue.
La Vedetón y la entrada a Morandé con Compañía fueron solo meses después de tu matrimonio. ¿Danilo no te puso trabas?
Todo lo contrario. Fue él quien me incitó a aceptar esas dos ofertas. Con la Vedetón yo tenía muchas dudas porque siempre he querido apuntar mi carrera hacia un matinal o a tener un programa de conversación o de cultura. No quería explotar mi lado más sexy y, además, me complicaba porque a Danilo le podía incomodar. Pero él me dijo: "hazlo pero con elegancia. Es una oportunidad para tu carrera y para ayudar a la vez". Sé que le costó, pero él estaba pensando en mí. Y eso hice. Mi show no fue para nada sexy. Lo que llamó la atención fue mi cuerpo trabajado. Me acuerdo que todos hablaban de mis calugas.
¿Y entrar a Morandé con Compañía?
Al día siguiente me llamaron de la productora Kike 21 para ofrecerme entrar al programa. Les dije que no me interesaba el rol que habían tenido las modelos que habían pasado antes, pero me dijeron que se trataba de otro formato y que me querían como animadora. Ahí me interesó más. Antes de aceptar, negocié para que me contrataran como rostro de Mega y así poder hacer otros programas e ir creciendo.
Pero eso no se ha dado.
Han habido proyectos televisivos que estaban pintados para mí, que sé que los hubiese hecho bien, pero no me los dieron.
¿Por qué no?
Cuando te va bien en un programa que marca tanto punto y que es tan cercano a la gente, creen que ya estás en el inconsciente en ese formato y se hace como imposible ponerte en otra cosa. Pero creo que he demostrado en la radio, en el área deportiva y en todo lo que he hecho, lo que reamente soy y mi versatilidad. Quizás yo estoy muy apurada y es cosa de tiempo, pero ya vengo hace años tratando de pegarme otro salto.

Los días de Vanesa empiezan a las 8 de la mañana. Después de tomar dos vasos de agua con limón y de correr media hora por su barrio, se va a la radio FM Tiempo para conducir de 10 a 12 el programa Buen vivir con Sebastian Keitel y Magdalena Grant. Lunes, miércoles y viernes entrena con un personal trainer y después tiene clases de piano en su casa. Los jueves y viernes graba Morandé con Compañía y, apenas termina el programa, parte con su marido a pasar el fin de semana al departamento que tienen en primera fila en Zapallar. Cada mes y medio viaja por cuatro días a México a grabar ocho capítulos del matinal Vivir mejor que conduce para TV Azteca y Televisa. Los días en que juega la selección anima el programa Operación Rusia y La Roja x Mega: Debate en mega.cl.
¿Sientes que debes demostrar que eres más que una cara bonita?
Nunca me voy a olvidar de lo que pasó con Carola de Moras que hoy es una de las mejores animadoras, llegó hasta el Festival de Viña y está internacionalizando su carrera, pero en su minuto todos decían que era solo una cara bonita.
Libros de autoayuda
¿Es verdad que le exigiste a tu marido que te pidiera pololeo y después matrimonio?
Sí. Es que como era separado andaba en modo "living la vida loca" y le resultaba con todas. Entonces no se la hice tan fácil: fui la única que le dijo que no y por eso enganchó. Después de un mes saliendo, cuando ya no aguantaba más, me rogó un beso y yo le dije: "no doy besos sin pololear". Mentira absoluta, pero ahí me pidió pololeo y antes de cumplir un año y cuando ya vivíamos juntos le dije: "¿a ver, para adónde va esto?".
Tenías 28 y él 41 años, una ex mujer y dos hijos. ¿No te frenó eso?
Al revés. Me enamoré de él al ver cómo era con sus hijos. Danilo se levanta todas las mañanas a las 6:30 am para ir a la casa de sus hijos y llevarlos al colegio que les queda a menos de cinco minutos solo para estar con ellos ese rato. Te voy a pasar un dato: una separación no es en vano, se sufre mucho y un hombre que viene de eso llega con otra parada, ya aprendió de sus errores.
¿En qué lo notaste?
Lo sentí desde el principio por cómo conversa, la importancia que le da a la comunicación. El manejo de la impulsividad y de tratar de llevar las peleas siempre hacia algo constructivo. La forma en cómo cedía en sus posturas por entender las mías, cómo me puso al mismo nivel de importancia que sus hijos, porque entiende que la pareja es tan importante como ellos. Siempre me dice que cuando tengamos un hijo tenemos que trabajar para que eso nos una y no nos separe. Un hombre separado no quiere fallar en las mismas cosas.
¿Antes sufriste mucho por amor?
Las grandes penas de amor no se cuentan porque son incontables. Pero sí, te puedo decir que a los 23 años toqué fondo muy hondo por una relación muy destructiva que tuve y de eso me tuvo que rescatar mi familia. Me leí todos los libros de autoayuda que existían.
¿Con qué hombre crees hay que quedarse?
Con el que te hace reír y lo pasas bien. Con el que puedes tener una charla interesante y te proyectas. Con el que lo ves como buen papá porque eso habla de su bondad. Los otros, el que te da buen sexo, el que te quiere bajar la luna, el que te hace ilusionarte, el que te miente: esos son para el rato.
¿Has sentido la presión de ser madre a tus 33?
Mis papás quieren hace siglos, pero a mí nadie me presiona. Estoy enfocada en mi carrera, pero ahora estoy abierta. Si no fuera luego o en un par de años, congelaría óvulos y los tendría más vieja, pero nunca más allá de los 40.
Vanesa sale del jacuzzi y se envuelve en una toalla blanca. Mientras avanzamos hacia un sillón, los hombres del lugar la miran de pies a cabeza sin disimulo.
¿Qué se siente ser tan irresistible para los hombres?
No siento que sea así. No ando de femme fatale. En el programa soy auténtica y me río a carcajadas. No ando mostrando pechuga; de hecho intento darle un poquito de glamour al programa. Por eso me visto más elegante que provocadora.
Bueno, pero sabes que eres guapa…
Te voy a ser muy sincera: no veo lo que ve el resto. No me siento bonita. Ese es un tema para mí, soy lo más insegura que hay. Los que me conocen de verdad lo saben muy bien.
No pareces insegura.
Extremadamente insegura en lo físico. Claro, tú me vas a ver en Zapallar tomando sol con un bikini chiquito, pero si me tengo que levantar, me tapo entera. Tengo un tema con mis piernas. Cuando camino al mar no te explico la vergüenza que siento. Voy a demostrar que no, pero lo que siento adentro es otra cosa.
De pronto aparece el marido de Vanesa con té frío para las dos.
Danilo, ¿no te da celos que la miren tanto los hombres?
Los entiendo, si es guapísima. No soy celoso con su público, solo con los ex. Pero te cuento una infidencia: ella no se encuentra linda. No le gusta ponerse shorts porque dice que tiene celulitis. Por supuesto que la imagina porque no tiene nada. Nunca voy a entender esa fantasía que tienen las mujeres con la celulitis. Si nosotros no la vemos, no tenemos el ojo tan agudo como para detectarla, a no ser que sea una cosa monstruosa. Con los años he descubierto que ninguna mujer está conforme con su cuerpo. Ni la más estupenda.
Ya me había revelado su tema de la inseguridad…
La Vanesa no tiene la seguridad ni personalidad de una argentina. La argentina es exuberante en confianza; son agrandadas. A ella hay que empujarla.
Ella interviene: "Es que soy más chilena que argentina. Aquí es donde me hice mujer y por eso mismo me nacionalicé chilena hace tres años. Todo lo que tengo se lo debo a Chile y uno no es de donde nace sino de donde se hace", aclara.
Danilo, ¿qué trucos tiene la Vanesa para estar tan guapa?
También la ordeno en eso. Todas las mañanas le armo el cóctel de vitaminas y antioxidantes: Vitamina C, A, B, D, colágeno, magnesio, acai, maqui, resveratrol, bioxantin. Si no se las dejo al desayuno no se las toma. Además, vamos juntos adonde la doctora Yaisy Picrin para que mida lo que nos falta.
Tú estás en absolutamente todo.
Sí, es que me entretengo con todo esto y disfruto con su cuento. Lo pasamos bien. Cuando se propuso hace dos años ser la mejor vestida, yo le dije: "ok, entonces para la gala de Viña hagamos el mejor vestido, vamos a comprar las telas a Miami, habla con un buen diseñador, tómatelo en serio; no me vengas con el canje ordinario de última hora que hacen todas. Tú no. Tú lo haces bien"
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