Paula

Pobreza y niñez: Una ventana de oportunidades perdidas

En Chile, casi medio millón de menores de 18 años viven con menos de cinco mil pesos al día, lo que dificulta profundamente sus posibilidades de desarrollo en términos de salud, aprendizajes, bienestar emocional y sus oportunidades de vida. Claro está, no es un problema que puedan resolver por sí solos. En este artículo, expertas explican sus efectos y cómo, mientras no erradiquemos la pobreza infantil, estamos desaprovechando muchas ventanas de oportunidad.

UNICEF define la pobreza infantil como la carencia de recursos materiales, espirituales y emocionales indispensables para sobrevivir, crecer y prosperar. En Chile, se creía que era una estadística a celebrar, ya que, según Casen, durante los últimos 10 años la pobreza infantil en nuestro país disminuyó cerca de 12 puntos porcentuales —de 22% en 2013 a 10,5% en 2022—. Sin embargo, nuevas cifras demuestran que lejos de disminuir, la pobreza infantil hoy afecta a casi medio millón de niñas y niños en Chile, y más de 200.000 de ellos tienen menos de 5 años.

“Habíamos detectado hace tiempo que la medición oficial de la pobreza infantil se quedaba corta frente a otras realidades que estábamos observando en Chile”, afirma Paloma del Villar, directora del Observatorio Niñez de Fundación Colunga. Y es que según el mismo instrumento de medición (Casen 2022), un 30% de las niñas y niños vive en hogares donde no hay adultos con empleo seguro, un 20% enfrenta inseguridad alimentaria moderada o severa, y un 24% reside en viviendas con problemas de asequibilidad, esto es, donde el gasto en arriendo o dividendo supera el 30% del ingreso total del hogar.

Observando estas inconsistencias, en junio de 2025 la Comisión Experta Asesora Presidencial para la Actualización de la Medición de la Pobreza en Chile entregó recomendaciones claves para modernizar la manera en que se estima esta realidad en el país. Desde Observatorio Niñez Colunga calcularon que, si se incorporan todas las recomendaciones de la Comisión, la pobreza infantil alcanzaría a un 31% de los niños y niñas en Chile.

“Sabemos que esta cifra es más cercana a la realidad en Chile. Un tercio de los niños y niñas no tiene lo mínimo que hemos establecido como sociedad para considerarse fuera de la pobreza”, agrega Del Villar.

¿Por qué debería convocarnos?

La pobreza infantil compromete el desarrollo pleno de niñas y niños en todas sus dimensiones: afecta su salud, su aprendizaje, su bienestar emocional y sus oportunidades de vida. Además, las consecuencias de vivir en pobreza durante la infancia pueden expresarse a lo largo de toda la vida. “La infancia es una población que requiere especial protección porque los temas de pobreza no los pueden resolver por sí solos”, comenta Liliana Cortés, directora Social Nacional de Hogar de Cristo.

En el año 2021, el estudio “Nacer y Crecer en Pobreza”, realizado por la Alianza para la Erradicación de la Pobreza Infantil planteó que este problema tiene consecuencias que también son acumulativas. Por ejemplo, las brechas en el lenguaje, habilidades cognitivas y socioemocionales que pueden surgir incluso antes del ingreso al sistema escolar, tienden a acumularse afectando el rendimiento académico, las oportunidades educativas y las trayectorias de vida. En América Latina, estas brechas explican en parte la transmisión de la pobreza de una generación a otra.

“Desde la psicología del desarrollo, se ha demostrado que la pobreza en la infancia expone a los niños a estrés tóxico, caracterizado por la activación crónica del sistema de respuesta al estrés. Este fenómeno impacta la arquitectura cerebral en formación, en especial áreas como el hipocampo, la amígdala y la corteza prefrontal, lo que condiciona la regulación emocional, el aprendizaje y la salud mental futura”, explica María Pía Santelices, directora Académica del Centro CUIDA UC.

A nivel social, las privaciones económicas en la infancia generan costos relevantes para el desarrollo económico y social de los países, limitando la acumulación de capital humano, reduciendo la productividad futura y debilitando la cohesión social. Invertir en la niñez es, por tanto, una estrategia inteligente para construir un país que avanza. “Cuidar la primera infancia es dejar de hipotecar el futuro de Chile”, afirma Liliana Cortés.

Tomar acción

Hoy en día, la mayoría de las niñas y niños en pobreza viven en familias monoparentales con mujeres jefas de hogar, es decir, hijos de madres solteras. Como Trinidad (4). Ella y su mamá, Karina (27), viven en Quilicura, en un lugar que ella define como conflictivo: “A la gente le da miedo traer a sus hijos aquí, pero nosotros vivimos aquí”. Cuenta que en el sector no hay lugares donde salir a pasear o a jugar. “La vida es de la casa al trabajo, del trabajo a la casa y los niños normalmente pasan en la calle”, afirma.

En ese contexto, ha encontrado apoyo en los jardines infantiles del Hogar de Cristo. “Yo a la Trini literalmente la veo en la mañana cuando la entrego en el jardín, y en la noche la veo acostada. No tengo mucho tiempo con ella, entonces, prácticamente lo que ella aprende es lo que le dan en el jardín”, cuenta Karina quien además de trabajar full time, este año empezó a estudiar para ser contadora auditora. “Me imagino una mejora con ese trabajo, un futuro para ella”, agrega.

Con una red de 35 jardines infantiles en 13 regiones del país, estos espacios son una iniciativa que impacta de manera directa en la superación de la pobreza infantil. “Intervenir tempranamente: generar espacios de educación inicial de calidad, que integren estimulación cognitiva y desarrollo socioemocional es una de las acciones para cuidar mejor a nuestras infancias e impactar en las cifras actuales”, relatan desde Cuida UC.

¿Cuál debería ser nuestra meta? Construir un círculo virtuoso en las comunidades territoriales donde las niñas y niños puedan acceder a educación, salud, vivienda y seguridad. Es decir, barrios con jardines y colegios preparados, áreas verdes reservadas para las infancias, centros de salud y redes asistenciales; al mismo tiempo que programas de apoyo desde el Estado aseguren: alimentos, vestimenta y transporte.

“Es necesario que como sociedad nos cuestionemos: ¿qué consideramos que es lo mínimo que debieran tener todos los niños en Chile? Necesitamos repensar cómo apoyamos a las familias que están criando para que no bajen de esos niveles de subsistencia”, afirma Del Villar.

En nuestro país, ya hay organizaciones, como UNICEF, la OIT y la Subsecretaría de la Niñez del Ministerio de Desarrollo Social y Familia, que buscan impulsar un Piso de Protección Social para la niñez y adolescencia que asegure que existan las condiciones mínimas para el desarrollo de todos los niños, niñas y adolescentes. “UNICEF ha trabajado con el Estado para estimar los costos y diseñar estrategias que permitan implementar este piso de manera gradual y universal, asegurando que ningún niño o niña crezca en pobreza o vulnerabilidad”, puntualiza Amanda Telias, Oficial de Políticas Sociales UNICEF Chile.

El llamado es claro: tenemos que actuar rápido y poner la prioridad en esta ventana de oportunidades que es la infancia. Si los niños están bien, Chile avanza.

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