¿Por qué hemos marchado las mujeres en Chile?

La fe, el derecho a voto, el derecho a la participación política y la oposición a la dictadura han sido algunas de las causas por las que las mujeres han luchado colectivamente en Chile.




Las mujeres nos hemos manifestado en todos los momentos en que la sociedad chilena ha exigido cambios profundos, desde la independencia de la República en adelante. “No obstante, la participación femenina ha sido invisibilizada a lo largo del tiempo", señala Claudia Mora, socióloga y profesora de la Facultad de Humanidades de la Universidad Mayor. "Esto ha cambiado a partir de estudios y aportes de académicas e investigadoras, principalmente del ámbito de la historia”, dice la académica. Las demandas de las mujeres chilenas han incluido históricamente el derecho a voto, a educación, a decidir sobre su propio cuerpo, a vivir libre de violencia de género y en una sociedad que reconozca su humanidad. “Sin embargo, esto no significa que su participación se reduzca a estos temas exclusivamente”.

Una de las primeras irrupciones colectivas y organizadas de las mujeres chilenas en la esfera pública fue en 1865 para defender la mantención de su fe y de la Iglesia Católica como la única verdadera. Para ello crearon un periódico que llamaron El Eco de las Señoras de Santiago y, pese a que duró solo un año, simbolizó el primer intento de participación femenina en el espacio público. Posteriormente, entre 1920 y 1948, la bandera de lucha fue por el derecho al voto femenino y la incorporación de la mujer al mundo político; y en los ’60 y ’70 los movimientos nacionales replicaron el impacto cultural de las demandas internacionales que cuestionaron los mandatos de la sexualidad reproductiva.

Sobre cómo han evolucionado desde entonces hasta nuestros días los movimientos liderados por mujeres, Silvia Lamadrid, socióloga y académica de la Universidad de Chile, sostiene que haciendo una síntesis muy apretada del estudio de los movimientos feministas en Chile, es posible reconocer dos periodos importantes: uno, durante la década de los 80 y surgido en la lucha anti-dictadura; y otro, que abarca los años 90 hasta el 2006. "Actualmente se vive, el periodo de reactivación iniciado en esa última fecha, en un contexto, además del renacimiento de los movimientos feministas en el mundo”, dice.

El nuevo ciclo de movilizaciones feministas está entrelazado con la reactivación social marcada por el movimiento de los pingüinos de 2006 y el universitario de 2011. De esta forma, a partir del 2008 ha aumentado el número de manifestaciones feministas. Así lo indica el registro del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (Coes), que sostiene que las movilizaciones en torno a las temáticas de género entre 2012 y 2017 alcanzaban apenas al 1% del conjunto de movilizaciones sociales. Situación que cambió en 2018, año que aumentaron a 151 eventos feministas en el espacio público.

Sobre esto Camila Ponce, directora del Doctorado en Ciencias Sociales, mención Juventud de la Universidad Católica Silva Henríquez, sostiene que a partir del mayo Feminista de 2018, las mujeres han tenido nuevas formas de organización en estos movimientos, instalando con mayor fuerza las reinvindicaciones de género.

Salimos a la calle

Desde que las mujeres chilenas han expresado públicamente sus demandas lo han hecho de diferentes maneras, desde movilizaciones masivas hasta ocupaciones en instituciones o fábricas por reivindicaciones laborales. “Por ejemplo, en Chile el cacerolazo fue un tipo de protesta que pasó a la historia porque fue utilizada por mujeres de clase alta para demostrar su descontento hacia el gobierno del expresidente Salvador Allende. Sin embargo, actualmente es una forma de expresar oposición común y transversal a los géneros, y principalmente entre grupos que demandan transformaciones sociales que garanticen la igualdad en la distribución de recursos sociales”, explica Claudia Mora

La académica señala que a lo largo de los años se han sumado otras maneras de protestar en las calles como las danzas en las manifestaciones, con grupos organizados que marchan al compás de música con coreografías y vestuarios preparados para una performace en movimiento; y el uso de simbolismos como pañuelos de colores verde y morado, usados por los movimientos proaborto y feministas. “Sin embargo, la única expresión de protesta exclusiva de mujeres es la performace Un violador en tu camino del colectivo Las Tesis. Esta conjuga en pocos minutos la violencia de la misoginia social, señalando las marcas de otredad que justifican la violencia sexual, simbólica y material en contra de las mujeres como grupo no solo en la sociedad chilena”.

Sofía Montenegro y Constanza Rojas, autoras del libro En Marcha. Movimientos sociales de ayer y hoy (Planeta), sostienen que es interesante destacar la performance como una estrategia recurrente en las manifestaciones de las mujeres a lo largo de la historia. "En ellas se ha usado el cuerpo como vehículo para expresar el mensaje de descontento, por ejemplo, a través de bailes o coreografías que pueden ir desde algo profundamente triste y simbólico como La cueca sola, a una manifestación más explícita y frontal como la performance de Las Tesis, Un violador en tu camino.

Pero no todo ocurre en las calles, las redes sociales también han sido una plataforma de protesta. Un ejemplo emblemático, señalan Montenegro y Rojas, es lo que sucedió en 2017, cuando millones de mujeres de distintos países compartieron alguna experiencia de acoso o abuso con el hashtag #MeToo. Una manifestación virtual que instaló el tema en la agenda pública hasta el día de hoy.

Los grados de violencia en las marchas es otro punto que las expertas abordan al momento de analizar las formas de manifestación femenina. Al respecto señalan que: “La marcha 8M en Chile fue notoriamente más pacífica que la mayoría de las manifestaciones mixtas que ha habido en nuestro país en el último tiempo. No es que nunca haya violencia en una manifestación realizada por mujeres, pero es interesante que se muestren esas realidades”.

Sobre si existe diferencias entre las marchas de mujeres y las mixtas, Claudia Mora sostiene que las formas de expresar demandas sociales no están determinadas por el género de “la” o “el” manifestante, sino por el contenido de la demanda y el mensaje que se quiere entregar. “No hay protestas de mujeres y protestas de hombres, sino que protestas en torno a determinadas vejaciones que determinan formas de expresión diversa”.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.