Jaime Quintana (PPD), presidente del Senado: "Hay responsabilidad de la oposición por no haber alterado más el modelo"

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Foto: Andrés Pérez /Archivo

Senador hace una autocrítica y advierte que "insistir" en una acusación contra Piñera "solo podría agravar la crisis". Además, reitera que la única salida es debatir una nueva Constitución, y plantea que "el gobierno tiene que entender que su programa está acabado".


Ha sido crítico sobre la forma en que el gobierno ha enfrentado la crisis, pero también es uno de los actores de su sector que se han mostrado más abiertos al diálogo con La Moneda. El presidente del Senado, Jaime Quintana (PPD), aborda las causas del estallido social y hace una autocrítica respecto de lo que pudo haber hecho la centroizquierda para modificar el modelo económico durante los más de 20 años que estuvo en el poder. Sin embargo, es enfático en señalar que la oposición no tiene la misma responsabilidad que la derecha ante la crisis social. Además, cuestiona a las fuerzas políticas que se han restado del diálogo con el gobierno y advierte que para sacar a Chile Vamos de La Moneda, la oposición debe trabajar para ganar las elecciones y no impulsar una acusación contra el Presidente Sebastián Piñera.

¿Cuál es su diagnóstico ante la crisis?

Cuando existe un modelo con fallas estructurales, sumado a un gobierno muy ideológico que buscó extremar ese modelo, el resultado es un estallido social de estas magnitudes. El gobierno, en vez de sintonizar con las necesidades de la gente, insistió en mantener su ortodoxia económica. La rebaja de tarifas de distintos servicios se pudo haber hecho antes, pero en vez de sensibilidad lo que hubo fue indiferencia. No obstante, en esto no hay un solo detonante, hay una acumulación de factores que se fueron dando en sucesivos gobiernos, bajo una sola característica: un modelo neoliberal que se mantuvo inalterable. Y eso se ve reflejado en las profundas desigualdades que Chile no fue capaz de reducir en los últimos años.

En su sector han dicho que no todos tienen el mismo nivel de responsabilidad. ¿Lo comparte?

Hay niveles de responsabilidad distintos. No ha sido el progresismo el que se ha opuesto a cambiar la propiedad del agua, a tener un sistema tributario más progresivo o avanzar hacia un sistema mixto de pensiones. Bachelet tuvo un programa de transformaciones que algo intuía del malestar que se estaba incubando. Incluso, podría decir que si Bachelet hubiera estado gobernando hoy, probablemente esta crisis no hubiese estallado de la manera en que lo hizo.

Pero tras ese gobierno, la gente eligió a este con un programa opuesto. Y por amplia mayoría. ¿Cómo se lo explica?

Tal vez el momento de Bachelet era este y no el anterior. Porque los estallidos se producen luego de momentos de acumulación. Pero no fue la centroizquierda la diseñadora ni la defensora de este modelo, con excepciones, hay que decirlo. Porque cuando ha habido intentos por cambiarlo también ha habido resistencias de parte de sectores de la centroizquierda. Sin ir más lejos, el programa de transformaciones profundas de Bachelet también se vio atenuado por parte de algunos actores.

¿Por la DC?

No responsabilizaría a un solo partido. Pero, evidentemente, la tesis de los matices se terminó imponiendo y los resultados están ahí también.

En estos días se ha dicho que una de las causas de la crisis es la desconexión de la política con la ciudadanía. ¿Cómo se reconstruye ese vínculo?

Se requiere de una profunda autocrítica, porque los sectores de centroizquierda gobernaron un porcentaje importante de los últimos 30 años y, por tanto, hay una responsabilidad de la oposición por no haber alterado más y lo suficiente el modelo. Probablemente, nos faltó ser más persistentes, haber persuadido a más actores. Pero hay una autocrítica que hacer de parte de todas las fuerzas.

Ha sido crítico respecto de cómo el gobierno ha enfrentado la crisis. ¿Qué habría hecho distinto?

Ante el estallido social, el gobierno cometió todos los errores posibles. Relativizó las demandas, criminalizó las protestas y utilizó un lenguaje bélico. Eso es lo que no había que hacer. Al gobierno le faltó visión para anticiparse a los escenarios. Y, por otro lado, ante el fracaso de su programa de gobierno, lo mínimo era cambiar de elenco, y en eso el gobierno también tardó. Eso debió haber ido acompañado del anuncio de agenda social que, en todo caso, también se queda corta. Pero lo relevante ahora no son los tripulantes del barco, sino la carta de navegación. La ciudadanía obligó a darle un cierto giro liberal al gabinete, pero no servirá de mucho si es que no hay una apertura sincera de discutir, por ejemplo, una nueva Constitución.

Desde su sector han planteado que el gobierno, al menos en lo político, se acabó. ¿Lo comparte?

Lo que se agotó no es el gobierno, sino su programa. Y, por lo tanto, lo sustantivo en este momento es el giro que el gobierno va a experimentar. Ya hay dos poderes del Estado que han señalado que el camino es una nueva Constitución. Y en las marchas los carteles que más se repiten dicen "nueva Constitución o nada". Entonces, lo que esperaríamos es que el gobierno no llegue tarde a una definición crucial como esta. Esto puede terminar ocurriendo finalmente sin ellos.

El gobierno ha dicho que lo prioritario es la agenda social. ¿Es este el momento para dar ese debate?

Hay una forma mañosa de plantear las cosas, donde se sitúa a la nueva Constitución como un debate político, pero no se les dice a los chilenos que existe un vínculo entre los males de nuestra sociedad con la Constitución que tenemos. La imposibilidad que tiene el Estado para hacer más en pensiones, en salud, en educación, en transporte es, precisamente, por el modelo que está en la Carta Fundamental. Por lo tanto, decir que este es un tema de la política y que la prioridad es la agenda social es un engaño.

¿A qué propuestas de su programa debiese renunciar el Presidente?

Si alguien pretende que se apruebe la reintegración tributaria o un sistema de pensiones que mantenga el modelo, o el control preventivo de identidad, está muy equivocado. Esos temas son historia. El gobierno tiene que entender que su programa está acabado.

¿Se desvanece la posibilidad de que el oficialismo se mantenga otro período en La Moneda?

Hay muchos que, en privado, sostienen que la derecha perdió la próxima elección hace dos semanas. Creo que quienes aspiramos a que Chile Vamos no siga gobernando tenemos que respetar el cronograma institucional y democrático y prepararnos para ganar la elección. Por eso, hay que tener mucho cuidado frente a quienes creen que la solución podría ser una acusación constitucional contra Piñera. Insistir con una acusación contra un Presidente electo democráticamente solo podría agravar la crisis. Los que queremos que Chile Vamos salga de La Moneda tenemos que ganar las elecciones. Así se hace en democracia, no a través de acusaciones constitucionales.

¿La acusación contra el exministro Chadwick le parece una acción correcta?

En una crisis tan profunda, nadie entendería que tengamos impunidad política. Por lo tanto, tienen que establecerse esas responsabilidades, especialmente en materias de DD.HH., porque no será posible iniciar un diálogo serio mientras no se aclaren las vulneraciones a los DD.HH. y las muertes provocadas por agentes del Estado.

Usted ha sido de los que han facilitado el diálogo con el gobierno. Sin embargo, desde su sector ha habido fuerzas como el PS, el PC y el FA que han tomado mayor distancia. ¿Cree que restarse del diálogo en este momento es un error?

El diálogo es una cualidad inherente a la política en cualquier estado: en estado de normalidad o excepción. Creo que el restarse al diálogo hoy es restarse de la política. Pero respecto de los diálogos que va a encabezar el ministro Sebastián Sichel, lo que no puede pasar es que se aprovechen, como lo ha hecho la ministra de Educación, para reabrir temas que ya se zanjaron democráticamente, como, por ejemplo, el Sistema de Admisión Escolar. Eso es no entender nada. Y llamo al gobierno a desahuciar esos intentos, porque si no, ahí sí que se va a quedar solo.

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