Política

Kast vs. Boric: nunca digas con quien no gobernarás

A pesar de sus ideas opuestas, hace 15 años ambos comenzaron a perfilarse en base a un discurso común: una mirada crítica con sus propios sectores políticos. Una vez en el gobierno, sin embargo, Boric tuvo que recurrir a quienes denostaba. Al llegar a La Moneda, probablemente Kast tendrá que hacer lo mismo.

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Cuando José Antonio Kast (entonces militante UDI) culminó su mandato como diputado el 10 de marzo de 2014, al día siguiente, Gabriel Boric (expresidente la Fech e integrante de Movimiento Autonomista) ingresó por primera vez al Congreso como parlamentario.

En esa época ni siquiera se conocían. Sin embargo, tenían algo en común. A pesar de estar ubicados en las antípodas, uno respecto del otro, y a pesar de que, con el tiempo, tampoco han llegado a tenerse estima intelectual como adversarios, ya en esos años ambos compartían una mirada crítica de los partidos tradicionales y en especial de sus propios sectores políticos.

Desde su época universitaria, ambos ya habían desarrollado sus inquietudes políticas, pero por carriles distintos.

El líder del Partido Republicano se aferró al movimiento gremialista en sus años en Derecho de la UC, donde conoció a Jaime Guzmán. Una vez egresado comenzó una carrera dentro de los cánones tradicionales de la época. En 1995 fichó en un partido “emergente”, la UDI, fundada en 1989. Luego fue concejal y años después, en 2002, fue elegido diputado, en un cupo del distrito de San Bernardo, Buin y Paine, legado por el mismo Pablo Longueira.

En su vida estudiantil, el actual Presidente de la República, en tanto, desechó la idea de plegarse a partidos tradicionales, como el PC, y se sumó a un colectivo emergente: Izquierda Autónoma con el que llegó a ser elegido presidente de la Fech en 2011. Ese hito lo catapultó tres años después para llegar a la Cámara. Si bien Izquierda Autónoma se dividió, sus dirigentes, entre ellos Boric, igualmente terminaron confluyendo en el Frente Amplio.

A pesar de esas trayectorias diferentes y sus ópticas opuestas, desarrollaron un pensamiento crítico que los transformó en figuras más bien incómodas para sus respectivas tribus políticas.

Mientras la figura de Kast comenzó a crecer interpelando a la propia derecha, el líder del Frente Amplio hacía lo propio con los grupos tradicionales de la izquierda y la centroizquierda.

Particularmente, Boric le cuestionaba a la Concertación e incluso al PC, que ya había entrado en una lógica de entendimientos con la expresidenta Michelle Bachelet, haber mantenido los pilares de la dictadura y haber renunciado a reformas estructurales a cambio de tener una transición pactada con la derecha.

“La Concertación no puede seguir facilitándole la agenda privatizadora a la derecha... si no, acá podremos concluir que en Chile tenemos dos derechas y tendremos que crear un nuevo referente”, deslizó en una entrevista a CNN en 2012 siendo presidente de la Fech.

Kast, en tanto, ya desde 2010, siendo aún diputado comenzó a desafiar al gobierno de Sebastián Piñera y a la directiva de la UDI, que presidía el senador Juan Antonio Coloma, a quien incluso lo retó a competir en una elección interna por el control del partido.

Si bien la idea motivacional de Kast para emplazar a la cúpula gremialista era la necesidad de un recambio generacional, en rechazo, además, a la política “a puertas cerradas”, de fondo había un cuestionamiento ético a los escándalos de irregularidades financieras que por esos años comenzaron a golpear a su partido y que también llegaron a salpicarlo.

No era la única crítica de fondo. A la UDI y a todo su sector político, en general, incluyendo al gobierno de Piñera, le reprochaba “falta de valentía” por haber cedido en la batalla de las ideas.

En 2011, cuando la primera administración piñerista buscaba impulsar el proyecto de acuerdo de unión civil, Kast organizó un motín en la Cámara con pancartas que representaban un disco Pare.

Fue el inicio de un alejamiento paulatino.

“La UDI se alejó de sus convicciones. No puedo seguir en un partido que ya no representa lo que yo creo”, dijo Kast, tras renunciar a la colectividad, en mayo de 2016, en una entrevista a El Mercurio.

Su salida fue seguida por otros militantes de la colectividad con quienes comenzó a conformar un movimiento que cimentó después lo que sería el Partido Republicano. Aquella queja a la falta de convicciones y de valentía, se convirtió en un lema de los republicanos, que se autodefinían como una “derecha a secas, sin apellidos”, al tiempo rechazaban apelativos como “ultraderecha” y motejaban a Chile Vamos de “derechita cobarde”.

Aquella autoridad moral que pregonaban los republicanos al alero del ideario de Kast, a juicio de dirigentes de la UDI, RN y Evópoli, no era muy distinta a la que en un momento -incluso hasta los inicios del gobierno de Boric-, proclamaban personas cercanas al actual Presidente de la República, como el exministro Giorgio Jackson (FA) respecto de los partidos que fueron parte de la Concertación.

“Nuestra escala de valores y principios en torno a la política no solo dista del gobierno anterior, sino que frente a una generación que nos antecedió”, dijo Jackson en agosto de 2022.

Si bien el entonces ministro tuvo que excusarse por haberse expresado mal, instaló una fisura que solo con gestos públicos del propio Boric se ha ido borrando. De hecho, en las últimas cuentas públicas de 2024 y 2025, el Presidente hizo un mea culpa por su mirada interpeladora a la generación de la izquierda que antecedió al Frente Amplio e hizo un reconocimiento a los gobiernos de la Concertación.

“Tuvo que ocurrir el primer plebiscito de salida (septiembre de 2022) para dejarnos en claro que no bastaba con las convicciones y la voluntad de cambio para gobernar, que es necesario una mejor síntesis entre las generaciones y los proyectos progresistas. Hubo, por tanto, que ajustar el rumbo”, dijo, por ejemplo, el Primer Mandatario ante el Congreso Pleno el pasado 1° de junio.

Esa revalorización a la Concertación no fue repentina. Comenzó a gestarse inmediatamente después de la primera ronda de las elecciones presidenciales de 2021. De hecho, algunos dirigentes del Frente Amplio cercanos a Boric incubaron la tesis de que salir segundos en esos comicios de primera vuelta -precisamente detrás de Kast- era una evidencia de que el proyecto refundacional de la izquierda no tenía la suficiente fuerza para conformar una mayoría social, por lo que se debía apelar a una alianza con la antigua Concertación. Esa tesis -que tuvo que competir con ideas opuestas como la de los “anillos concéntricos”- comenzó a tomar vuelo después del plebiscito y se transformó en el ajuste de rumbo mencionado por Boric, quien inevitablemente tuvo que recurrir y dar mayor poder a quienes denostó en el pasado.

Lo curioso es que la situación actual de Kast tiene semejanzas con el momento de Boric en 2021.

También salió segundo en la primera vuelta de 2025 e inmediatamente adoptó un discurso inclusivo con fuerzas políticas que incluso no se definen de derecha. En un símbolo de aquello, en el último debate de Anatel dijo que ya no usaría el pin de los republicanos y que solo luciría la bandera chilena en su solapa.

Y a pesar de que hace 9 años atrás cuestionaba a la UDI de haber abandonado sus valores, existe una alta probabilidad de que su antigua colectividad se transforme en el principal eje de su gobierno con figuras claramente identificadas con el gremialismo como los exministros Rodrigo Álvarez y Claudio Alvarado o el exdiputado Darío Paya, que fueron colaboradores de los gobiernos de Piñera, pero que tampoco abandonaron su amistad con Kast.

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